sábado, febrero 27, 2010

Conversaciones chez Tony


- Mola la vida de rico - dice Iván mientras mira por sus gafas Hilfiguer el espejo retrovisor de su BMW, antes de aparcarlo frente al Golf Park de la Moraleja Green.
- ¿Todo el día jugando al golf? - pregunta Jorge - Yo preferiría estar en Bellagio, jugando a los dados.
- No - responde Iván - no jugando al golf. Ser rico significa que alguien te pregunte "¿qué vas a hacer hoy" y tú respondas "Hoy me voy a tocar los cojones de a dos manos, después me voy a jugar al golf, pero poco, porque por la tarde me tengo que cepillar a una modelo, twice, y luego, por la noche, tengo que ir a la fiesta de su prima, que está más buena para cepillarmela también". Eso es ser rico.
- Esa es la vida de Flavio Briatore - susurro, pero creo que nadie me ha escuchado.

Entramos al Tony Roma's y pido una mesa para siete. Me pillo la silla al lado de la ventana una vez que las chicas han llegado. Yo, a tu verita, me dice la becaria, que tiene a Jorge babeando. Él hace un esfuerzo de velocidad y se sienta frente a ella. Iván y yo buscamos un vídeo de John Cobra en su Iphone mientras Natalia pide que bajen el toldo porque le molesta la luz del sol. Estefanía no ha llegado aún, se ha quedado buscando no se qué en Zara.

- Me he leído la autobiografía de Nacho Vidal - suelta Jorge, así sin venir a cuento, Iván y yo le lanzamos la mirada de "shut up, asshole", pero el tío sigue lanzado: - no sólo se dedicaba a hacer pelis porno, también ha sufrido mucho.
- ¿La tranca de Mataró? - pregunta Iván - mmm, sí, cepillarse a dos mil pibas es mucho sufrimiento.

Estefanía llega con sus compras y pregunta de qué hablamos. "De trancas" le responde alguien.

- Ah, ¿ya sabéis entonces lo de Elena? - dice, concitando el interés general.
- No - respondo - ¿qué pasa con ella?
- Que ayer en la comida nos contó que tiene un amigo, o sea, un amigo de su novio, al que no le para de crecer el...ya sabéis....el pene.
- ¿Qué? - preguntamos los tres tíos, al unísono.
- No creo que Elena estuviese hablando de un amigo de su novio - añade Natalia.
- ¿Entonces? - pregunta Estefanía, que es más inocente que Hello Kitty.
- Pues de su novio mismo, niña - responde la becaria, y tira por los suelos mis sueños de competir por las caricias de Elena. No puedo competir contra una tranca de crecimiento interminable.
- Eso tiene que ser mentira - digo.
- Sí- me ayuda Iván - no os creáis todo lo que se dice en las comidas.

Llegan unas alitas barbacoa. Cuatro hamburguesas, una pechuga de pollo, ensaladas asquerosas, tres cocacolas una fanta y una botella de agua que Natalia pidió para Iván sin que éste la autorizara, "a ti te gusta el agua" le dijo, y el pobre no tuvo fuerzas para responder.

- O sea - retomó Natalia - ¿no debemos creernos tampoco lo del ranking de "la más buena de la empresa" que hicisteis en la cena de navidad?
- Sí, sí. Eso -dijo Estefania, monísima.
- Hombre, el primer puesto está claro - dijo Jorge, fanático de los harakiris- y no está en esta mesa - llegó a mi mente una imagen compuesta de piernas envueltas en nylon y el espejo de mi coche volando hecho pedazos.
- ¿Cómo? - gritó Natalia - eso no es justo. Nosotras también vamos a hacer un ranking.
- No se puede -dijo la becaria - sólo hay un tío bueno - Iván y yo nos miramos; yo sabía que hablaban de él. Y él, estoy seguro, pensaba lo mismo -, no se puede hacer un ranking con tan poco material.
- Eso es sexista chicas - solté - no somos piezas de carne - y volví a mis alitas barbacoa.
- ¿Y vuestro ranking no? ¿No te jode?- soltó alguien.
- De todas formas, con todas puede uno tener algo - dijo Jorge, desde el fondo del lodo, y toda la mesa lo fulminó con la mirada. Pobre.

La becaria cortaba su hamburguesa con precisión de cirujano, y sólo por joder, le pregunté si estaba buena su carne. Me dio a probar un trozo y a Jorge casi se le cae la cocacola. Iván me miró como diciendo "tío, no seas cabrón,que el chaval se lo está currando".

- Olvidemos lo del ranking chicas- pedí - sabéis que todas tenéis alguna parte de nuestro corazón.
-Qué bonito te ha quedado eso - me susurró la becaria, y le regalé una sonrisa.

Llegó la cuenta y Jorge insistió en pagar la cuenta de la becaria de la mejor manera que puede existir: "yo gano más dinero que tú, así que déjame pagar". Natalia corroboró el hecho. Nos despedimos en la puerta del Tony Roma's y cuando las chicas iban todas juntas a buscar el coche de Natalia les grité:

- ¡Hasta luego, "número 6", "número 12" y "no clasificada"! - y ellas fingieron no escucharme.

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