lunes, mayo 16, 2011

La solitudine del senderismo

Rubén me aconsejó, una tarde de cine de esas que te importa una mierda la peli que proyectan pero que compras las entradas igual y te metes al cine con unas palomitas secas que se te meten entre los dientes (pausa pa respirar) y un aquarius de limón porque el de naranja es muy ácido o sino unas nubes porque las otras gominolas no me gustan sólo me gustan las nubes, que buscara una alternativa diurna a mi aburrimiento. Las nocturnas, dijo, las controlas bien. Imagino que se refería a la amiga de Magaly que llegó a Madrid y de la que recibí el encargo de mostrarle la ciudad. Cuando Maga me preguntó si su amiga se lo había pasado bien esa noche, no mentí y le respondí que sí... que muy bien.

Pero volviendo a lo de buscar alternativas diurnas, la verdad es que yo no le veía mucho sentido. O sea, ¿pa' qué? Si siempre se me había dado bien eso de quedarme en casa, leyendo, escribiendo, escuchando música o simplemente estando tirado en el sofá, imaginando que soy un gato preñado. Pero mi amigo insistía (mientras en la pantalla George Clooney intentaba convencernos de que podía ser un francotirador que vende nespresso) en que ya casi había pasado un año desde lo de Sol, entonces, ya que era obvio que lo había superado, ¿por qué no intentar algo más serio? Y esa seriedad no llegaría a mi casa, llamando a mi puerta como un cartero comercial.

- Pereza tío - susurraba para no molestar a los otros espectadores - ¿para qué complicarme la existencia si me divierto así?
- Por que no siempre vas a ser joven. Mola tener novia, tío. Yo voy a decirle a Inna que deje a su pibe y se venga conmigo. Creo que me dirá que sí.
- Esa tía es un caso perdido, Ruben. Te lo digo yo, si no te las cepillado en el primer mes, olvídate.

Acabó la peli y le prometí a mi amigo que al llegar a casa buscaría algo que hacer durante el día, los findes. Pero le puse como condición que él tendría que venir conmigo. Aceptó, y lo único que se me ocurrió fue buscar rutas de senderismo; cosa que odiaba a muerte hasta que Sol me obligó a ir un par de veces y que al final descubrí que no estaba tan mal, respirando aire puro, pisando hierba, sintiendo el sol en la cara, y todas esas mierdas rurales. Obviamente, como estábamos mal, nunca le dije que me molaba eso del senderismo y ella se quedó para siempre pensando que yo era un chico de ciudad al 100%. Pues no, Sol, ahora por tu culpa también me gusta jugar al campesino de vez en cuando. Merci bien.
La única ruta disponible era una que estaba en no sé qué pueblo de nombre impronunciable de la sierra norte, pero para inscribirse había que darse de alta en un foro. Lo hice, pero la cosa no tenía buena pinta cuando las preguntas del registro estaban relacionadas con mis aficiones, los libros que leía o los garitos a los que solía ir. Me inscribí igual y llamé a Ruben para decirle que igual nos íbamos a pisar mierdas de vaca el finde siguiente. No le hizo ni puta gracia: había quedado en comer con Inna, para celebrar el cumple de su novio.

- ¿Me lo estás diciendo en serio? eres gilipollas.

Colgué y me metí en mis feeds de google, a ver unos cuantos tumblrs a los que sigo con ferocidad. Me saltó un aviso en el móvil de que tenía un e-mail nuevo. Lo abrí creyendo que era Rubén diciéndome que había recuperado su dignidad, que no comería con Inna y su novio y se vendría conmigo a la sierra norte. Pues no, era un mensaje del foro al que me había inscrito, el nick del remitente era "auditorera" y me saludaba efusivamente, dándome la bienvenida a esa, su comunidad. Me extrañó muchísimo la familiaridad del recibimiento, así que cerré el tumblr y me metí al foro para investigar un poco más sobre ella. Casi me caigo de espaldas cuando descubrí que la auditorera no era otra que Helena una chica de origen francés que había sido expectorada de la empresa por loca, bipolar y, según dicen, por tener arranques paranoides. Además, era fea como un dolor.

- Sí, Helenita - escribí - aquí me tienes. Un colega me inscribió a traición en este foro - mentira bellaca - igual nos vemos algún día. Un abrazo.

Obviamente, no fui al senderismo ese pues imaginé que todos los integrantes del grupo llamado "gente guay" serían como Helena, o como lo denominó Iván cuando se lo conté " un mar de callos". Intenté darme de baja en el foro, pero al parecer los desarrolladores no contemplaron la idea de que alguien hubiese entrado allí por error y no existía la opción de "eliminar cuenta". Ahora ignoro los mails que me llegan con asuntos tan imaginativos y divertidos como "Citas rápidas 7 minutos, bar de Noviciado" "Visita grupal al Jardín Botánico. Traer camiseta verde" o "Hazte un cine, en V.O. Happythankyoumoreplease". Si quiero campo me tiro panza arriba en el Retiro hasta que las ardillas se acostumbran a mi, y me pasan por encima, pensando con nostalgia en el día en que subía lomitas fingiendo desgano, mirando de lejos (y comiendo fuet) a la jubilada que parecía pasarselo en grande con sus botas de montaña del Decathlon y a Sol, que me hacía "hola" con la mano desde lo alto de unas rocas. Fuck, I miss her!

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