Me pasé la misa jugando con el móvil de Solenne, lo confieso, y seguro que por eso diosito (de los cojones) me castigó. Todo bien, hubo comunión, cánticos, fotos y salimos en caravana hacia Salmeroncillos de Abajo. Me llevé conmigo a 4 personas, y los torturé un poquito con música de Jorge Drexler y Bjork. Para darles un respiro, puse un disco de Beatles, pero mi hermano dijo que sonaba a chotis en inglés (¿?) y puse la radio para ver si así se callaba(n). fuimos bien hasta Guadalajara, pero al coger la N-320 el coche sufría más que de costumbre. Sol y yo nos miramos avergonzados, puto coche, pensábamos, justo se pone faltoso cuando tenemos visita.
- Estás en cuarta? – me dijo, ella que todo lo sabe – pon tercera que así sufre menos.
- Si está en segunda - dije – pero esta mierda no va a más.
Las señales iban pasando a velocidad de tortuga, me pegué a la derecha y vi como unos ciclistas nos pasaban como si fueran avispas. Mientras, el motor rugía como cuando mi hermana sale de un semáforo con la tercera puesta. Quité el aire acondicionado, pensando que el problema era de empuje, para ganarle así unos caballitos al coche, en un acto desesperado como cuando nos quedamos sin pilas y las metemos al congelador o cuando rompemos el tubo de pasta de dientes para sacarle los “impuestos”. Pero nada, el coche iba cada vez más lento y yo maldecía en silencio al señor KIA a los 75 miserables caballos de potencia, a las cuestas de la carretera de Sacedón y a ese olor a jebe quemado que empezaba a inundar todo el habitáculo.
- Llama a los que vengan detrás – le dije a mi hermano – y que se lleven a algunos a ver si así el coche aguanta la subida.
Ni puto caso, últimamente la gente no presta atención a lo que digo y tengo que repetir las cosas, sospecho que con la edad empiezo a hablar como mi viejo y que por eso cuando hablo el mundo frunce el ceño y luego de segundos me mira y dice “¿qué?”. Pos eso, que nadie llamó a nadie y ya casi llegando a la salida 268 el coche dijo buenas noches los pastores y corto y perezoso se quedó muerto ahí en plena cuesta. No lo podía creer, con lo guapo que me había puesto para tener que bajar y ver que mierda pasaba con el motor, será el aceite, será el agua, será el arrancador, llama a alguien mecagoentusmuertos.
A los diez minutos toda la familia estaba allí reunida (menos mi otro hermano que se había equivocado de carretera y se había metido en dirección contraria, esquivando coches, pero esa es otra historia) que has jodido el motor, decía uno, no tienes agua, decía otro, cómo subes en quinta una cuesta decía algún otro. Yo, calladito nomás, les pedí que se llevaran de uno en uno a mis ex compañeros de viaje (incluída Sol) que yo ya llamaría a la grúa y vería como llegar a la fiesta. Mi tío se quedó conmigo hasta que el de asistencia en carretera llegó, enganchó mi KIA y se lo llevó como un perro que va a enterrar un hueso. Yo lo veía alejarse por el espejo retrovisor del renault de mi tio y pensaba (hasta hoy) “fijo que me la van a meter doblada cuando me llegue la factura”.
- Estás en cuarta? – me dijo, ella que todo lo sabe – pon tercera que así sufre menos.
- Si está en segunda - dije – pero esta mierda no va a más.
Las señales iban pasando a velocidad de tortuga, me pegué a la derecha y vi como unos ciclistas nos pasaban como si fueran avispas. Mientras, el motor rugía como cuando mi hermana sale de un semáforo con la tercera puesta. Quité el aire acondicionado, pensando que el problema era de empuje, para ganarle así unos caballitos al coche, en un acto desesperado como cuando nos quedamos sin pilas y las metemos al congelador o cuando rompemos el tubo de pasta de dientes para sacarle los “impuestos”. Pero nada, el coche iba cada vez más lento y yo maldecía en silencio al señor KIA a los 75 miserables caballos de potencia, a las cuestas de la carretera de Sacedón y a ese olor a jebe quemado que empezaba a inundar todo el habitáculo.
- Llama a los que vengan detrás – le dije a mi hermano – y que se lleven a algunos a ver si así el coche aguanta la subida.
Ni puto caso, últimamente la gente no presta atención a lo que digo y tengo que repetir las cosas, sospecho que con la edad empiezo a hablar como mi viejo y que por eso cuando hablo el mundo frunce el ceño y luego de segundos me mira y dice “¿qué?”. Pos eso, que nadie llamó a nadie y ya casi llegando a la salida 268 el coche dijo buenas noches los pastores y corto y perezoso se quedó muerto ahí en plena cuesta. No lo podía creer, con lo guapo que me había puesto para tener que bajar y ver que mierda pasaba con el motor, será el aceite, será el agua, será el arrancador, llama a alguien mecagoentusmuertos.
A los diez minutos toda la familia estaba allí reunida (menos mi otro hermano que se había equivocado de carretera y se había metido en dirección contraria, esquivando coches, pero esa es otra historia) que has jodido el motor, decía uno, no tienes agua, decía otro, cómo subes en quinta una cuesta decía algún otro. Yo, calladito nomás, les pedí que se llevaran de uno en uno a mis ex compañeros de viaje (incluída Sol) que yo ya llamaría a la grúa y vería como llegar a la fiesta. Mi tío se quedó conmigo hasta que el de asistencia en carretera llegó, enganchó mi KIA y se lo llevó como un perro que va a enterrar un hueso. Yo lo veía alejarse por el espejo retrovisor del renault de mi tio y pensaba (hasta hoy) “fijo que me la van a meter doblada cuando me llegue la factura”.
2 comentarios:
Cuando te leí pensé q eso de ir por la carretera en sentido contrario era una broma y me partí de risa, pero cuando me enteré de q era verdad luego del susto correspondiente me rerepartí de imaginarme la situación ... sobre todo por los q estaban en el coche jjj
ya, y yo. mi mamá mentando la madre pa' ahuyentar los malos espiritus mi papá nervioso y etc.
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