viernes, julio 11, 2008

Shotting Hill


Nadie pudo salir esa noche. Entre embarazos, viajes, vacaciones de verano (para tí), y niños llorones, mis amigos decidieron que la noche de ronda, triste pasa. Busco en mi disco duro algo para ver. Puede ser Gattaca, la ha visto todo el mundo menos yo. También podría poner el DVD de “Blade Runner” que prometí a Dario que vería un día de estos, no, mejor no, esperaré a terminar el "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" de Philip K. Dick para poder comparar. Dejo que la suerte elija y poso mi dedo en un lugar cualquiera de la pantalla. Veré “Notting Hill”. Sin subtítulos y sin mariconadas. Qué guapa era Julia Roberts hace diez años, nada que ver con la señorona de “Charlie Wilson’s War”.

She may be the face I can’t forget/A trace of pleasure or regret/May be my treasure or the price I have to pay

Hugh Grant le acaba de manchar la camiseta con naranjas recién exprimidas. Tengo el teléfono al lado. Marco. Me imagino que mi nombre debe haber aparecido en su pantallita, no la culpo si es que decide no contestar. Contra todo pronóstico, lo hace. Hola, dice, y me siento el más cabrón sobre la faz de la tierra.
Meses atrás había prometido llamarla. Pero por esas cosas que uno nunca prevee, no lo hice. Juro que lo iba a hacer, un par de veces empecé a marcar su número y justo en ese instante algo me hacía colgar el teléfono. Lo que fuera. Un perro que se cruza, el recuerdo de una tarea pendiente, la certeza de que las doce de la noche, nunca, es un momento oportuno para llamar a alguien y decir ¿qué tal?
Julia Roberts ha aceptado cenar con Hugh Grant, en el cumpleaños de su hermana.

She may be the beauty or the beast/May be the famine or the feast/May turn each day into a heaven or a hell.

Siento no haber llamado antes, flaca, de verdad. Justamente ayer me acordé de ti. Ella, educadísima gracias a los mil libros que ha leído, a los sitios que ha conocido, o yo que sé gracias a qué, me dice que también se acordó de mí, pero que yo prometí llamarla y por eso ella no lo hizo. Le digo que quedamos en llamarnos, sin más, pero ella me recuerda que prometió llamarme tres veces, y si después de esos tres intentos yo no quedaba con ella para vernos, hablar, abrazarnos y olvidarnos del mundo, entonces ella simplemente dejaría de intentarlo, ¿recuerdas que te dije eso? Pregunta y yo, francamente no me acuerdo de una mierda, pero creo que por muy infantil que parezca el planteamiento, tiene sentido. No quería ser una de las idiotas que te llama para salir contigo, me dice, y remata sin acritud, como leyendo las noticias, a las que les dices una palabra de cariño y ya está.
Me quedo mudo, ¿cómo he dejado que esta tía quiera olvidarse de mí? Mili, Alan la tenga en su gloria, tenía razón y soy un pavo que merece morir la próxima navidad, con un kilo de manzanas metidas por el culo. Hugh y Julia juegan en un jardín cerrado, es noche cerrada en Londres, y en Madrid también.

She may be the love that cannot hope to last/May come to me from shadows of the past/That I’ll remember till the day I die.

Olvídate de eso, ruego, un poco jodido por haber sido descubierto in fraganti, en mi papel de alpinchista, mejor cuéntame cómo te ha ido todo este tiempo ¿Eres feliz mi bien? Sin engañar porque a mi puerta el amor nunca volvió. Ella me habla de la piscina de su edificio, que nadie la usa y la pobre chica Baywatch (que más parece que va a bailar Juana La Cubana) se aburre que te cagas. Quiero aprovechar para hacer una broma y digo como yo, que me cago por ti, flaca. Pero ella me humilla y dice creo que eso de “me cago por ti” viene en un libro de Dickens, y me deja mudo otra vez. Sigue con su monólogo y yo me hundo cada vez más en el sofá, recordando su pelo negro, su risa y sus salidas brillantes de todas las trampas que le ponía cuando hablábamos. Recuerdo sus manos, se ceja rota y las notitas que dejaba en mi mesa, cada vez que podía. Eres un pavo, dice Mili, pavo, pavo, pavo, y Hugh Grant encuentra a un Baldwin en la habitación de Julia Roberts y sale del Ritz, desolado.

She may be the reason I survive/The why and wherefore I’m alive/The one I’ll care for through the rough and ready years.

Le pido salir un día y tomar algo, ella dice que está ocupada, mucho, con unos proyectos personales y promete llamarme en cuanto tenga tiempo libre. Me lo merezco, pienso, pero digo, perfecto, estaré esperando tu llamada, aún sabiendo que no llamará jamás. Le quiero contar mil cosas, pero ella dice que me tiene que dejar porque ha llegado su novio y van a ir a jugar a los bolos y después a cenar al Pizza Jardín. Odio el Pizza Jardín, es como comer en la Isla de Gilligan, ok, vete y pásatelo bien, por los dos, le digo y cuelgo. La película casi termina y Julia dice que se quedará intefinitely en Londres. Musiquita, blablabla, día soleado (raro) y niños jugando. odio al mundo, pero me odio más a mi mismo por ser tan imbécil, por frenarme cuando me debería haber dejado llevar, por olvidarme a veces que la vida es un ratito y no hay tiempo para prejuicios y estupideces. Ojalá hayas engordado, Mili, y ahora tu culo parezca un helipuerto

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