Me toca los cojones (me llega al pincho) que mi último disco de Paul McCartney haya llegado sin letras de las canciones, y esté lleno de fotos describiendo su proceso de envejecimiento,. Yo quería la letra de "Maybe I'm Amazed" no la cabeza rubia de Linda haciéndome ojitos. Si no fuera porque es la madre de (la ricura) Stella la odiaría tanto como a Yoko Ono.
Me toca los cojones (me llega al pincho) que mi jefe me llame al móvil cada vez que salgo del trabajo algunos minutos antes. Tiene más paranoias que yo y siempre piensa que me he ido a una entrevista. A veces tiene razón, pero últimamente, por desgracia, no. ¿Cuándo viene tu mujer, causa? A ver si así tienes vida de una vez por todas, y follas un poquito.
Me toca los cojones (me llega al pincho) que Yamaha y Suzuki hayan descatalogado los únicos modelos de moto que me gustaban. Ni la Marauder, ni la Intruder, ni la Special se venden más. Ahora tengo que hacer otra vez un estudio de mercado y buscar algo que se adapte a mi bolsillo. Todo por la nueva normativa europea de emisión de gases. Gases serán los que suelte yo en el concesionario la próxima vez que un vendedor me diga "uy, de eso ya no hay, tío. Imposible". Imposible es que tú consigas un trabajo mejor, mamón.
Me toca los cojones (me llega al pincho) que sólo me hagan caso las feas. ¿Por qué la tia buena de mi trabajo sólo me dio un besito monacal en la mejilla? ¿Por qué estas chonis creen que soy su amigo? Yo quiero que la morena de infraestructuras me mire, que la pelirroja de comunicaciones me sonría, que la rubia de contabilidad me invite a salir. Si sigo así tendré que comprar hijos, como Ricky Martin, también subiré fotos al facebook lavándoles la cabeza. ¡Qué tierno!
Me toca los cojones (me llega al pincho) que por culpa del verano los quioscos de periódicos de mi barrio estén cerrados. Yo creo que éste es el único país en el que las ciudades tienen aspecto de pueblo fantasma en cuanto sale el sol. Ahora tengo que caminar 300 metros para comprar mis revistas y la semana pasada (lo juro) me cerró el paso una bola de paja del tamaño de un cerdo bien alimentado. Me quedé inmóvil esperando a que alguien sacara un pistola y comenzara el duelo al atardecer. Bang.
Me toca los cojones (me llega al pincho) que ahora que lo nuestro se ha acabado todo el mundo me mire como si me hubieran detectado un cáncer terminal. Es duro al principio, dicen. Tienen que dejar de vivir juntos, aconsejan. Vámonos de juerga con mis amigas, sugieren. Yo sólo quiero quemar bien las etapas, y si quiero estar triste en el sofá viendo la primera temporada de Hulk, pues que me dejen. Sólo falta mi madre cantando "ya lo sabía, ya lo sabía". Mira tú: una que en mayo se queda sin regalo.
Me toca los cojones (me llega al pincho) que nunca haya ropa de mi talla en el centro comercial al que vamos. ¿Es tan difícil tener stock de tallas M? Está bien que el ciudadano promedio tenga más barriga que Homer Simpson pero yo no, joder. He tenido que irme hasta La Moraleja para encontrar el cárdigan de Mango que quería, el pantalón de Zara que buscaba y los polos Benneton que me gustaban. Putos gordos.
Me toca los cojones (me llega al pincho) no haber terminado de escribir mi novela. Lleva años inconclusa y sólo la retomo cada vez que sale por la tele Santiago Roncagliolo y me digo: si éste tío, escribiendo normalito ha ganado un premio, ¿por qué yo no? Entonces retomo la historia de mi abuelo, que murió cinco veces, y la retoco, la releo, la reestructuro. Y me sigue pareciendo frío, nuestro amor, pareciendo frío, tu corazón.
Me toca los cojones (me llega al pincho) que se murieran John Lennon, Kurt Cobain y Michael Jackson. ¿Por qué no se muere Guiller? ¿O Cristian Castro? O mejor: Alaska. Yo podría ir a los conciertos de mis ídolos , la música no hubiera parado de evolucionar, la gente tendría más canciones para ser felices. ¿O no? Esta duda me descoloca, me desconcierta, me toca los cojones (me llega al pincho).
Me toca los cojones (me llega al pincho) que Yamaha y Suzuki hayan descatalogado los únicos modelos de moto que me gustaban. Ni la Marauder, ni la Intruder, ni la Special se venden más. Ahora tengo que hacer otra vez un estudio de mercado y buscar algo que se adapte a mi bolsillo. Todo por la nueva normativa europea de emisión de gases. Gases serán los que suelte yo en el concesionario la próxima vez que un vendedor me diga "uy, de eso ya no hay, tío. Imposible". Imposible es que tú consigas un trabajo mejor, mamón.
Me toca los cojones (me llega al pincho) que sólo me hagan caso las feas. ¿Por qué la tia buena de mi trabajo sólo me dio un besito monacal en la mejilla? ¿Por qué estas chonis creen que soy su amigo? Yo quiero que la morena de infraestructuras me mire, que la pelirroja de comunicaciones me sonría, que la rubia de contabilidad me invite a salir. Si sigo así tendré que comprar hijos, como Ricky Martin, también subiré fotos al facebook lavándoles la cabeza. ¡Qué tierno!
Me toca los cojones (me llega al pincho) que por culpa del verano los quioscos de periódicos de mi barrio estén cerrados. Yo creo que éste es el único país en el que las ciudades tienen aspecto de pueblo fantasma en cuanto sale el sol. Ahora tengo que caminar 300 metros para comprar mis revistas y la semana pasada (lo juro) me cerró el paso una bola de paja del tamaño de un cerdo bien alimentado. Me quedé inmóvil esperando a que alguien sacara un pistola y comenzara el duelo al atardecer. Bang.
Me toca los cojones (me llega al pincho) que ahora que lo nuestro se ha acabado todo el mundo me mire como si me hubieran detectado un cáncer terminal. Es duro al principio, dicen. Tienen que dejar de vivir juntos, aconsejan. Vámonos de juerga con mis amigas, sugieren. Yo sólo quiero quemar bien las etapas, y si quiero estar triste en el sofá viendo la primera temporada de Hulk, pues que me dejen. Sólo falta mi madre cantando "ya lo sabía, ya lo sabía". Mira tú: una que en mayo se queda sin regalo.
Me toca los cojones (me llega al pincho) que nunca haya ropa de mi talla en el centro comercial al que vamos. ¿Es tan difícil tener stock de tallas M? Está bien que el ciudadano promedio tenga más barriga que Homer Simpson pero yo no, joder. He tenido que irme hasta La Moraleja para encontrar el cárdigan de Mango que quería, el pantalón de Zara que buscaba y los polos Benneton que me gustaban. Putos gordos.
Me toca los cojones (me llega al pincho) no haber terminado de escribir mi novela. Lleva años inconclusa y sólo la retomo cada vez que sale por la tele Santiago Roncagliolo y me digo: si éste tío, escribiendo normalito ha ganado un premio, ¿por qué yo no? Entonces retomo la historia de mi abuelo, que murió cinco veces, y la retoco, la releo, la reestructuro. Y me sigue pareciendo frío, nuestro amor, pareciendo frío, tu corazón.
Me toca los cojones (me llega al pincho) que se murieran John Lennon, Kurt Cobain y Michael Jackson. ¿Por qué no se muere Guiller? ¿O Cristian Castro? O mejor: Alaska. Yo podría ir a los conciertos de mis ídolos , la música no hubiera parado de evolucionar, la gente tendría más canciones para ser felices. ¿O no? Esta duda me descoloca, me desconcierta, me toca los cojones (me llega al pincho).
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