Mamá decía que pisar la caca de un perro era un inequívoco augurio de buena suerte. "Uy, qué suerte, hijo" soltaba cada vez que yo, torpe como un pato, pisaba cacas de todos los colores por las calles mi barrio. Yo no le veía la gracia, y la única "suerte" que obtuve del destino fue que el heladero que me atropelló no dañara ningún órgano vital.
Caminando por Sevilla (25 años más torpe que entonces) pisé dos kilos de caca de caballo. Mi pie se hundió en una hedionda masa verde claro que me dejó perfumado para el resto del día. Siguiendo la teoría de mamá, debería ser ahora rico y suertudo. Pero la realidad es bien distinta.
La semana pasada la grúa municipal se llevó mi coche. Lo supe al final del día cuando más ganas tenía de volver a casa. Estefanía me decía "venga, hombre, no hagas bromas" y yo le repetía que no, que no era broma, que allí estaba mi coche y ahora había desaparecido. Tuve que recogerlo en el depósito municipal de Alcobendas previo pago de 111 euros, y tras esperar que una maruja terminara de soltar todo su arsenal de excusas para intentar justificar el hecho de haber dejado el coche bloqueando la salida de los bomberos. "Pague primero, y reclame después" le dijo el tipo del depósito municipal. Yo ni siquiera intenté justificarme. Pagué, saqué mi coche y volví a casa con 111 pavos menos. Quinta rotonda a la derecha, me gritó el hijoputa, sales directo a la de Burgos.
Llegué a casa y para consolarme, quise ver el One Night Only, de Ricky Martin. Un concierto en el que todavía se ven de fondo las torres gemelas, cuando Ricky era famoso. El vídeo no funcionaba, mi DVD se colapsó y mi tele perdió los canales de la TDT. Me cagüen tus muertos, Ricky. Quiero seguir con la onda latina y pongo mi disco "Mended" de Marc Anthony, a la altura de la pista 7 el disco se queda pegado y el láser hace que la voz de Marc suene como si su ex mujer lo estuviera estrangulando. Salgo volando de la ducha y resbalo, caigo de boca sobre la fregona y me trago algo que me raspa el esófago. Pido cita en el médico para el día siguiente, me he tragado no se qué...y duele. El seguro privado no pregunta y me garantiza asistencia completa en una de las mejores clínicas de Madrid.
Me alimento con líquidos durante todo el día siguiente y cuando creo que la cosa va tomando forma, salgo sonriente de la oficina y Elena me pide que la lleve a casa. Ok,vecina, le digo, y miro de reojo su falda blanca y sus piernas de 22 años envueltas en nylon negro. Subimos al coche y cuando ella estaba hablando no sé de qué, me distraigo, la escucho gritar y un segundo después mi espejo derecho sale disparado tras chocar con la puerta de un coche gris. Por el espejo retrovisor veo a un viejo que hace aspavientos. Me quedo petrificado, preguntándome ¿qué pachó? Elena baja hecha una fiera y se come vivo al viejo que, cuando bajo yo, ya tiene preparados los papeles del seguro y firmamos un parte amistoso. Lo siento, Elena, le digo, no sé qué me pasa esta semana.
La dejo cerca de su casa y llevo el Kia tuerto del ojo derecho al taller. 160 euros, me dicen, sin anestesia. Saco mi tarjeta de crédito y pago, pensando que mejor me olvido de las Ray-ban aviator que me quería comprar, y que Nadia me había dicho que me quedaban trés bien.
Suena una alarma en el móvil que me recuerda que mi hermanito ha inaugurado ya su academia de baile, con los chicos del programa "Fama" como profesores estrella. ¡Al fin una alegría!, pienso, pero al llegar me cuenta, desesperado, que los obreros no han terminado de instalar dos máquinas de aire acondicionado, que la mesa de sonido no era la que ellos querían (porfa, tráeme tu equipo de música) y que una profesora de Fama se ha desmayado en plena clase de Funky-Sexy-Style-Forever-Maybe. Salgo corriendo de la escuela y desmonto el mueble del salón que tanto le gustó a Arturo cuando estuvo en Madrid, para poder quitar el equipo, los altavoces, y un tocadiscos con mp3. Cuando estoy metiendo las cosas en una mega-bolsa, me llega un SMS de mi hermano que más o menos es así "prf, trm tmbn Cds d Salsa, q l prf d rtms ltinos no trjo musik".
Asumo, con dudas, que quiere música, pero sólo encuentro un disco de Roberto Blades.
Cuando al fin termina la inauguración vuelvo a casa.Muerto, abro el buzón de correo y encuentro el CD doble "Bowie at the Beeb" que había comprado en ebay quince días antes. Lo escondo debajo de la camiseta, temeroso de que se volatilice como pasa con las cosas que no alcanzo a conseguir cuando estoy soñando (mi Ford Mustang, bailar con Michael Jackson, Vero, etc.) Me meto en la cama y cierro los ojos. Me duermo al instante. Sueño con mi madre, que va por Sevilla pisando mierdas de caballo y sonriendo como una loca, a la vez que dice "ven hijo, ven, que esto, fijo que da suerte", y yo, desde lejos, le grito: ¡LOS COJONES! y huyo con mi Cd de Bowie por las calles del barrio de Santa Cruz.
Caminando por Sevilla (25 años más torpe que entonces) pisé dos kilos de caca de caballo. Mi pie se hundió en una hedionda masa verde claro que me dejó perfumado para el resto del día. Siguiendo la teoría de mamá, debería ser ahora rico y suertudo. Pero la realidad es bien distinta.
La semana pasada la grúa municipal se llevó mi coche. Lo supe al final del día cuando más ganas tenía de volver a casa. Estefanía me decía "venga, hombre, no hagas bromas" y yo le repetía que no, que no era broma, que allí estaba mi coche y ahora había desaparecido. Tuve que recogerlo en el depósito municipal de Alcobendas previo pago de 111 euros, y tras esperar que una maruja terminara de soltar todo su arsenal de excusas para intentar justificar el hecho de haber dejado el coche bloqueando la salida de los bomberos. "Pague primero, y reclame después" le dijo el tipo del depósito municipal. Yo ni siquiera intenté justificarme. Pagué, saqué mi coche y volví a casa con 111 pavos menos. Quinta rotonda a la derecha, me gritó el hijoputa, sales directo a la de Burgos.
Llegué a casa y para consolarme, quise ver el One Night Only, de Ricky Martin. Un concierto en el que todavía se ven de fondo las torres gemelas, cuando Ricky era famoso. El vídeo no funcionaba, mi DVD se colapsó y mi tele perdió los canales de la TDT. Me cagüen tus muertos, Ricky. Quiero seguir con la onda latina y pongo mi disco "Mended" de Marc Anthony, a la altura de la pista 7 el disco se queda pegado y el láser hace que la voz de Marc suene como si su ex mujer lo estuviera estrangulando. Salgo volando de la ducha y resbalo, caigo de boca sobre la fregona y me trago algo que me raspa el esófago. Pido cita en el médico para el día siguiente, me he tragado no se qué...y duele. El seguro privado no pregunta y me garantiza asistencia completa en una de las mejores clínicas de Madrid.
Me alimento con líquidos durante todo el día siguiente y cuando creo que la cosa va tomando forma, salgo sonriente de la oficina y Elena me pide que la lleve a casa. Ok,vecina, le digo, y miro de reojo su falda blanca y sus piernas de 22 años envueltas en nylon negro. Subimos al coche y cuando ella estaba hablando no sé de qué, me distraigo, la escucho gritar y un segundo después mi espejo derecho sale disparado tras chocar con la puerta de un coche gris. Por el espejo retrovisor veo a un viejo que hace aspavientos. Me quedo petrificado, preguntándome ¿qué pachó? Elena baja hecha una fiera y se come vivo al viejo que, cuando bajo yo, ya tiene preparados los papeles del seguro y firmamos un parte amistoso. Lo siento, Elena, le digo, no sé qué me pasa esta semana.
La dejo cerca de su casa y llevo el Kia tuerto del ojo derecho al taller. 160 euros, me dicen, sin anestesia. Saco mi tarjeta de crédito y pago, pensando que mejor me olvido de las Ray-ban aviator que me quería comprar, y que Nadia me había dicho que me quedaban trés bien.
Suena una alarma en el móvil que me recuerda que mi hermanito ha inaugurado ya su academia de baile, con los chicos del programa "Fama" como profesores estrella. ¡Al fin una alegría!, pienso, pero al llegar me cuenta, desesperado, que los obreros no han terminado de instalar dos máquinas de aire acondicionado, que la mesa de sonido no era la que ellos querían (porfa, tráeme tu equipo de música) y que una profesora de Fama se ha desmayado en plena clase de Funky-Sexy-Style-Forever-Maybe. Salgo corriendo de la escuela y desmonto el mueble del salón que tanto le gustó a Arturo cuando estuvo en Madrid, para poder quitar el equipo, los altavoces, y un tocadiscos con mp3. Cuando estoy metiendo las cosas en una mega-bolsa, me llega un SMS de mi hermano que más o menos es así "prf, trm tmbn Cds d Salsa, q l prf d rtms ltinos no trjo musik".
Asumo, con dudas, que quiere música, pero sólo encuentro un disco de Roberto Blades.
Cuando al fin termina la inauguración vuelvo a casa.Muerto, abro el buzón de correo y encuentro el CD doble "Bowie at the Beeb" que había comprado en ebay quince días antes. Lo escondo debajo de la camiseta, temeroso de que se volatilice como pasa con las cosas que no alcanzo a conseguir cuando estoy soñando (mi Ford Mustang, bailar con Michael Jackson, Vero, etc.) Me meto en la cama y cierro los ojos. Me duermo al instante. Sueño con mi madre, que va por Sevilla pisando mierdas de caballo y sonriendo como una loca, a la vez que dice "ven hijo, ven, que esto, fijo que da suerte", y yo, desde lejos, le grito: ¡LOS COJONES! y huyo con mi Cd de Bowie por las calles del barrio de Santa Cruz.
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