¿Has bajado por Gran Vía, manos en los bolsillos, escuchando "En esta Habitación"? Yo sí, y parece que vas en un puto videoclip. La gente pasa y pasa y no se entera de que forma parte del decorado. Alguna te mira, a ti y a tu tupé, y se imagina cosas o se pregunta ¿quién ha peinado a este pobre desgraciado? Pasas frente al asqueroso Zahara y ves que lo están transformando en una tienda de ropa. Tropiezas con un indigente y entonces crees formar parte, tú mismo, de una viñeta del cómic"Watchmen". La canción acaba al llegar a Callao, y pisar las primeras baldosas horribles que forman ahora su plaza peatonal. No queda nada de la semirotonda donde a Solenne y a mi nos echó la bronca un policía hace mil años, por colarnos por el carril de autobuses, mientras reíamos felices en nuestro primer viaje en coche por el centro de Madrid. Feu vert, cruzo.
¿Has quedado con tu ex, meses después de haber roto? Yo también, y horas antes me debatía entre la vida y la muerte y entre la camisa verde militar y el polo Hilfiger. Me pregunté ¿Y si llevo el Hilfiger iré más fresquito? Y me respondí: ¡efectivamente, no! y me puse la camisa verde, por fuera de mis jeans Gap. Al llegar al restaurante japo que había escogido Sol, lo primero que pensé fue en si era tan temprano que los pobres aprendices de Hirohito no habían abierto aún la puerta de acceso. Antes de entrar, me llama Rubén y me cuenta que si en Salou hay alemanas, que si en no sé donde hay inglesas, y yo pienso: pero si tú no le entras ni a las feas, tío. Le digo que ya he llegado al lugar de mi cita, que es un sótano y voy a perder la cobertura. Más o menos, es verdad.
¿Alguna vez has llegado antes que tu cita, y te has sentado en la mesa, solo? A todos nos pasa, y todos, creo hacemos lo mismo: pedir algo para beber y leer la carta de principio a fin. Dejo la banqueta para Sol, porque le encantan las banquetas desde que estuvimos en Marruecos y la lucecita de la lámpara hace que me duelan los ojos, rojos. Tienen toro, que no sé qué es, atún y sushis, sashimis, teriyakis, makis, y, of course, anisaki. La japo pregunta si está buena el agua que pedí y yo contesto que sí, que como debe ser, el agua no sabe a nada. Veo mis mails antes de que llegue Sol y descubro que Iván nos ha invitado a su casa con piscina, a comer al día siguiente. Contesto y le sugiero a Julio que se ponga un tanga con la bandera de Colombia impresa. Veo mis feeds de Google y leo un artículo sobre vampiros, lo reenvío a Susana, que es fan de de Twilight y aprovecho para contarle que esta tarde he preguntado a Laura por qué ha dejado de hablarme; a lo que contestó: tú yo no hablamos porque, igual, no hay nada interesante que decir.
Llega Sol.
¿Se te han volteado las tripas, sólo con oír la voz de una mujer? Es espectacular y a mí, sólo me ha pasado con ella. Llega con su vestidito rosa, sonriente, y su pelo casi ha recobrado su color natural. Se lo hago ver y me dice que ya no se tiñe con tanta frecuencia. Me gusta. ¿Cómo te va, mi amor? Pienso, pero digo: ¿Bueno, cómo te trata la vida? Mientras, trato que mis rodillas vuelvan a recuperar su firmeza perdida desde que la vi sonreír. Pedimos cuatro mierdas carísimas que comemos muertos de risa, sobretodo después de que la japo se acercó a nuestra mesa para decirnos que, la cremita verde fosforito, se mezclaba con eso que parecía soja. Le cuento mis aventuras y ella me habla de cosas que yo debería ya saber. Le confieso, entonces, que la he bloqueado en el facebook, por miedo a que un día publicara que tenía nuevo novio. Me dice que soy más valiente que ella, que siempre ve qué hago, en qué pienso, y los vídeos que subo. Ella pide de postre Vómito de Hello Kitty y yo Diarrea de Hulk. Ella se lo come, yo, dejo que se derrita con la lucecita japo.
¿Has sentido alguna vez, una patada de caballo en el apéndice? ¿Has intentado parar un tren con una mano? ¿Has imitado a Superman, saltando de un segundo piso? ¿Has metido por segunda vez el dedo mojado en un enchufe? ¿Has lanzado una pregunta, esperando que te mientan? Ya, ME TOO. Y cuando me respondió que no, que no estaría sola en Italia, que iba a La Toscana con un italiano que acababa de conocer, me di cuenta que las cosas siguen, que si estoy bien o si estoy mal, al universo le da igual, todo sigue alrededor. ¿Y tú...sales con alguien? No, soy asquerosamente majo, y me quedaré mucho tiempo en el terreno movedizo de la indecisión, presumo. Le pago un helado en el Nebraska y bajamos caminando hasta Tirso de Molina, para colarnos en el metro, juntos, por última vez. Le digo que, sí, estoy derrotado, pero sigo pensando que mis energías se gastarían de forma más efectiva intentando volver con ella que comenzando una relación nueva. Me dice que no, que alguien habrá allá afuera para mi, me da un beso y se baja en Pacífico, dejando lo que queda de mi cuerpo dentro del vagón del metro.
- Chicos, ayer cené con Sol.
- Eres gilipollas.
- Ya. ¿Alguna vez habéis intentado algo, sabiendo de antemano que teníais todas las de perder?
- Eh...sí.
- Pues eso.
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