Yo creo que mi primo se mató porque su mamá era puta.
Cuando dejó a su marido y se vino a vivir con nosotros, la gente del barrio señalaba a mi tía creyendo que no se enteraba y ella, altiva, los ignoraba como ignoraba dios a Job y a su lepra. Totó y yo escuchábamos los rumores y nos mirábamos confundidos, era nuestra época de las primeras preguntas: ¿cómo se folla? ¿por qué a mi prima le han salido tetas, pero sigue siendo fea? ¿qué significa puta? Fuimos con nuestras preguntas adonde Supermán, que en ese tiempo era mi padre (luego la kriptonita de los años le quitó sus poderes), y él, desde su Fortaleza de la Soledad, nos miró como siempre, o sea, sin vernos, y nos dijo que una puta era una vedette. Una de esas mujeres que baila con poca ropa, como las que salían al final del Show de Benny Hill. Entonces, a Totó y a mi nos pareció super cool que su mamá fuera puta y no fue hasta varios años después cuando (ya entendidos en la materia) tuvimos que romperle la boca a un vecino por repetir ese adjetivo al referirse a mi tía.
Yo creo que mi primo se mató porque nunca le fue bien en los estudios.
Totó no pudo ir a los mismos colegios que fui yo. Yo pasé un examen de ingreso super difícil con la gorra después de que mi segundo premio en Literatura a nivel provincial (que gané con 7 años) me diera un currículum inusual entre la población que me rodeaba. Totó también tenía logros de su época escolar: terminarla sin piojos, con todos sus dientes y sabiendo fumar; pero no sirvieron como garantía en los colegios buenos. Lo inscribieron en un par de colegios con directores poco pacientes y de ambos lo expulsaron. Cuando me lo contaba nos reíamos a carcajadas, sentados en plena calle e imaginando un mundo gobernado por todos aquellos que no habían terminado de estudiar. Cuando le dije que pensaba entrar a la universidad se alegró mucho y dijo que, como en el cole, aprobaría todo sin estudiar. Tuvo razón el hijoputa. Por eso cuando me gradué lo busqué y quise pagarle un par de cervezas, pero no me dejaron llevárselas a su celda.
Yo creo que mi primo se mató porque la vida le llegaba al pincho.
Cuando mi tía lo abandonó y se fue a vivir con su tercer (¿o cuarto?) marido, Totó se quedó en casa de mi abuelo. Mis tíos lo adoptaron como adoptaban a los cachorritos callejeros que de vez en cuando se encontraban por la calle. Y con ese mismo afán lo dejaron a su suerte unos meses después. Totó se buscó la vida en una serie de trabajos: pintor, electricista, mecánico y follador de viejas. Pero en ninguno alcanzó el culmen de su formación profesional. Una noche que mis amigos y yo bajábamos mamados por las calles del Callao, terminamos, no sé si por casualidad, en una de esas calles con locales de luces rojas y mujeres solícitas en sus puertas (vamos, un sitio de putas), y allí trabajaba Totó, vigilando el local. Habían pasado años desde la última vez que nos vimos, pero nos fundimos en un abrazo de varios minutos que hizo que las chicas pensaran que yo no iba allí a buscar calor femenino. Le pregunté por su mamá (sin esperar que me dijera que estaba por ahí cerca) y el me preguntó por la mía. Tras media hora de conversación lo dejé ahí fuera y me reuní con mis amigos. Sentado, y mientras una morena se me subía a las piernas sin que yo lo pidiese, vi como Totó susurraba a mis amigos algo, uno a uno. Luego me confesaron, aterrados, que mi primo les dijo que "como me malearan, los encontraría y les cortaría los huevos con un cuchillo de plástico".
Yo creo que mi primo se mató porque creyó que era un estorbo.
Papá se lo había dicho de forma indirecta, cuando yo (niño chivato donde los haya, rozando el hijoputismo), le conté que Totó me había querido enseñar a fumar, a orillas del río Rímac. Papá lo sentó en nuestro minúsculo salón y le dijo que fumar era un vicio, muy malo, pero que si él quería hacerlo era libre, siempre y cuando no me llevara con él.
Su vieja se lo dijo, de forma directa, cuando dio a luz gemelos y le confesó que ya no tenía espacio para él en su nueva casa. Abundó en detalles al decirle que quería comenzar una vida con su nuevo marido, que él ya podía trabajar ya que los estudios no eran lo suyo y que si seguía por esa senda sería un mal ejemplo para sus hermanitos, uno con nombre de Papa y el otro con nombre de estrella belga de cine de acción.
Mis tíos se lo espetaron cuando lo condenaron a vivir en un cuarto que más parecía una celda y no le ofrecían más que malos ejemplos que él nunca supo comprender. No tuvo la agudeza de entender que todas las mierdas que ellos hacían a diario eran sólo para mostrarle el camino que no debía seguir.
Yo creo que mi primo se mató porque tenía más huevos que muchos.
Desde que tengo uso de razón he escuchado a gente quejarse de lo mal que le va en la vida. Que si no tengo el trabajo de mis sueños, que si la mujer que quiero no me quiere, que si no tengo un buen coche una buena casa o unos dientes bonitos, que si no puedo pagar mi hipoteca, que si soy un estorbo, que si no tengo amigos, que si nadie me quiere. Normalmente he mostrado empatía hacia esos especímenes, pero, de vez en cuando, cuando estoy cansado y la vida de los demás me la pela contesto con un rotundo "¿por qué no te matas?" En ese momento el quejoso de turno se calla, me mira con miedo, sonríe y dice algo como "joder, no es para tanto, ¿no?" Y yo lo imagino cagado de miedo.
Yo creo que mi primo se mató porque no había nada en la tele. Porque entendió que la vida es una sola y, como en Super Mario, descubrió que a través de las chimeneas estaba el atajo hacia la casa del dragón. No supo ser paciente y quiso terminar el juego antes que todos los demás. No entendió que lo que mola es cagarla una y otra vez, ganar vidas, y volver a empezar. Se equivocó al creer que nadie lo echaría de menos.
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