lunes, enero 26, 2009

Cada domingo a las doce


- ¿Te han dicho que eres igual al cantante de Travis?
- Que sí, un huevo de veces.

Mi amigo y yo compartimos el poco de sol que chorrea de las nubes en Madrid. Hemos quedado para recorrer el Rastro, yo busco un Lp y unas revistas viejas, él necesita unos DVD's y unos calcetines de colores de esos que tienen un espacio para cada dedo. Son calenticos, dice. Nos metemos entre la gente y yo me escondo detrás de mis gafas robadas del H&M, unas japonesas miran a mi amigo y lo bombardean de flashes, él ya ni se molesta en sacarlas de su error y hasta se abraza a una, que, eufórica aulla algo en una lengua oriental y se va chapurreando un zenkiu, zenkiu, mister Healy. Seguimos bajando por la calle atestada de gente y me detengo, como siempre, frente al puesto de la mujer que vende ropa de la segunda guerra mundial. Me pruebo un abrigo del ejército suizo, 25 euros, dice la mujer, pero yo recuerdo que hace más de un mes, cuando vine con Arturo, me pidió 20.

- Ésta es una estafadora - susurro a mi amigo almoust famous.
- No, colega - me corrige - es la crisis. Agradece que no te ha pedido 30.

Le cuento que sigo metido en el curso de MCSA, que lo paga el estado y sólo tendré que soltar billete para los exámenes. Al menos así te distraes y no le estás dando vueltas a la cabeza, dice, mientras examina los primeros calcetines de la mañana. Horribles. Me dice que él sigue trabajando, pero porque en su trabajo no despiden gente, vendemos móviles, tío, a nosotros no nos ha pegado la crisis tanto como a otros. Veo una bufanda que me gusta, pago cinco euros y me hago con ella un nudo en el cuello que dura dos minutos, no hace tanto frío ¿no? ¿una birra?. Nos metemos a un bar cercano y, a grito pelado, pedimos dos cañas. Llegan acompañadas de un platito con cuatro aceitunas que parecen descartadas de un casting culinario. Suena algo de música, pero el ruido de la gente no deja escuchar qué es.

- No importa el país en que estés - grita mi amigo - puedes identificar a un español donde sea. Será siempre el único que habla como si estuviera sordo.
- Es cierto - confirmo, entusiasmado, como hago siempre que alguien comparte mis ideas -, incluso gritan más que los ingleses. Lo comprobé en el metro de Londres, habían dos españoles en el otro extremo del vagón y me enteré de toda su conversación.

Dejamos tres monedas de un euro en la barra y salimos sin preguntar si ese era el precio. Bajamos directamente hasta un puesto que yo conocía. Saludo al dueño, un cruce genético entre Buda y Bin Laden y le pregunto si tiene el Hunky Dury, de Bowie. No hay suerte, me ofrece el Aladdin Sane por 10 euros, pero me hago el interesante y le digo que ya vuelvo, que voy a buscar otra cosa. Me odia un poquito y mi amigo, que se estaba haciendo fotos con unas españolas que le dicen I lovyurmiusik, mientras él, imitando el acento escocés, agradece. Me saluda con la mano y me acerco, las chicas me anotan unos números telefónicos en una publicidad de menú indio y yo les prometo que se los entregaré a Francis.

- ¿Hablas con la gente de tu antiguo trabajo? - pregunta mientras aprueba con los ojos unos calcetines que no llevaría un payaso.
- Con un par de ellos - me llevo también unos, por probar - con los menos aburridos.
- Para ti todo el mundo es aburrido.
- Casi, casi todo el mundo.

El vendedor de DVD's está al lado del gitano de las revistas, quien apenas me ve llegar me dice que no ha conseguido todavía la Rolling Stone de noviembre del 2007 que tanto busco, es difícil, confiesa, hasta he llamado a la editorial y está agotada. El falso Francis Healy a tenido más éxito y, sonriente, llega con sus compras metidas en una bolsa blanca. Subimos hasta la calle Toledo, y nos sentamos en una terraza para que el sol nos pegue en la cara. Me bebo una cerveza más y suena la alarma de mi teléfono, avisándome de que Sol se ha despertado, porque son casi las dos. Me piro, digo, y le doy un abrazo a mi amigo de los domingos.

- ¿La próxima semana, misma hora, mismo canal?
- Puede ser, a ver si hay más suerte con mis búsquedas. Te pongo un mensaje en el Facebook.
- Ok, then.
-Oye.
- ¿Qué pasa?
- ¿Sabes que te pareces un huevo al cantante de Travis?
- Que te follen - dice, y se descojona.

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