- ¿Quieres salir ha tomarte algo esta noche? - me pregunta Cristina, por el chat de la empresa.
Intento saber un poco más , pero la tía es más de barrio que los columpios y no sé muy bien de qué va el asunto. Minutos antes de recibir su pregunta, mi mal carácter ha hecho que desee a Bea un "buen finde", cuando aún faltaban tres horas para salir de currar, en un claro mensaje que no decía más que "no me hables más, niña, por hoy he tenido bastante". Le digo a Cris que ya la llamaré cuando llegue a casa, a ver qué hacemos. Obviamente, al llegar a casa, lo primero que hago es llamar a Julio y pedir refuerzos.
- Vaya - me dice, en colombiano - vaya usté.
- No sé tío, me da un poco de pereza. Pero la verdad es que me apetece salir. Si vienes, podemos pirarnos si vemos que la cosa no pinta bien.
- Uy no, que Marie-Flore me ha pedido que curre mañana sábado. Pero ve tú, no seas tonto. Ve y luego me cuentas.
Mandé un SMS a Cris y me llamó al segundo. Me dijo que pensaban (sus amigas y ella) comenzar la noche en New Garamond y después...bailar salsa. ¿Salsa? pregunté, no sé por qué, si de sobra conozco que Cris escucha unas maracas y se pone a centrifugar. Venga voy. Las esperé frente al Edificio del Aire, en Moncloa. Llegaron en un VW Golf nuevo, que olía a nuevo, y me recogieron a mi, que de nuevo, no tenía más que la gomina del pelo. Subí y me senté atrás, con una chica de ojos verdes intensos y acento extraño (descubrí minutos después que había vivido en Argentina muchos años). Cris se sentó a mi lado y contemplé un segundo sus piernas perfectas. Delante iba Verónica (la única de la que recuerdo el nombre) y una chica muy guapa que apenas me vio preguntó "¿Tú también has estudiado Estadística?".
- No. Yo soy normal.
- Ya...yo sí estudié Estadística - respondió y pensé "cagada, con lo guapo que estás callado".
Llegamos a New Garamond y eso parecía la fila para el nuevo casting de Ralph Lauren. Cris se acercó al tío de recepción y le dijo que estábamos en lista. Pasamos sin problemas. Ellas tenían una copa gratis, yo, para no quedarme seco pedi lo de siempre: Johnnie Walker, y pagué con tarjeta sin recoger el ticket. Bajamos a la pista y Cris habló casi sin parar durante más de veinte minutos. Primero con que se había ganado el respeto de la gente del curro al sacar un par de informes, porque antes, ¿sabes? creían que porque tengo palmito, no sabía currar. A lo que yo respondí: a mi, sólo déjame tu palmito.
-En cambio, Bea, no tiene ese problema, porque ha currado desde el dia uno en marrones que te cagas.
- No me hables de ella, porfa, que nos enfadamos al final del día.
- Ya, no se lo tengas en cuenta, tío. Está bajo mucho stress...blablabla....blablabla...blablabla.
- Y - la interrumpo, ocho minutos después - ¿por qué hablamos de ella? Hoy estoy contigo, olvídate.
- No sé, me dijiste que te habías enfadado.
- Sí, pero eso fue esta tarde, mañana ni sabré porqué fue.
Verónica me dice que en cuanto me acabe la copa, nos vamos que ya está bien de este sitio en el que se compite por ver quién es el más guapo. Me bebo el whisky de un sorbo. Salimos. De camino al garito de salsa, hablé con la argentina sin nombre y me contó que había estado en Argentina churrucientos años, que tuvo un novio peruano que se llamaba como yo, que era bueno pero que se acabó el amor y que ahora tenía un nuevo novio, español, que era enfermera, que me estaba sangrando el labio (toma vaselina), que allí está tu coche Vero mira qué nuevo se ve, que en argentina bailan cumbia, no salsa, que las copas en New Garamond costaban quince euros, y que Cris y ella se conocen desde los ocho años. me pregunté en ese momento: ¿no habría sido mejor quedar para hacer submarinismo?
Llegamos al "Last Drink" y pasamos sin problemas. Una vez dentro, me sentí como un puto lunar vestido de Hilfiger. Todos, iban con la ropa con la que yo iría al Ahorra Mas a comprar unas rodajas de salmón o a la Latina a unas cañas a media tarde. El descenso de ambiente chic a garito cubano fue tan brutal que sentí que me habían sacado del Musee D'Orsay para llevarme al Matadero de Madrid. Vero lo notó.
- ¿Te gusta el sitio?
- Nop, huele a baño, en breve haré una bomba de humo.
- Es el favorito de Cris.
- Ya, se nota - dije y señalé a Cristina por encima de mi hombro, que estaba a punto de ser empalada por dos cubanos.
- ¡Qué malo! - sonrió, y vi lo guapa que era, morenísima y con un pelo ensortijado precioso.
Bailé un poco con Vero y le perdí la pista a mi amiga, aunque ésta de vez en cuando venía y me tocaba el culo. Hablé más con la argentina y creo que la estadística guapa me dijo algo que, inconscientemente, ignoré, abrumado por la sobredosis de salsa. Los cubanos venían a tocarme los cojones de vez en cuando, porque no entendían que prefiriera hablar con las chicas a las que acababa de conocer en lugar de estar dándoles vueltas como gilipollas. Uno incluso hizo el ademán de coger mi copa mientras yo estaba distraído con la argentina, liando un cigarrillo, pero lo vi de refilón y lo detuve con la frase: "esa copa no es tuya, cubanito, es whisky, tú fijo que bebes ron ¿a que si?" Y él se fue bailando salsa hacia atrás. La argentina se descojonó, y estuve a punto de pedirle su teléfono, pero un cubano la cogió del brazo y se la llevó volando. Me acerquéentonces a Vero y le dije que me largaba. Ofreció llevarme hasta un punto intermedio, pero le dije que no se preocupara, que ya pillaba un taxi, y que me encantaba su pelo.
- Gracias.
- De nada, au revoir.
Subí a un taxi en Castellana y el taxista me preguntó que cómo era eso de que volvía solo a casa. Le dije que había sido una noche rara, con una amiga encantadoramente loca y tres desconocidas con novio. Tumbado en el asiento trasero, escuché la historia del taxista sobre cómo él, y un amigo, se cepillaron a las tías más buenas de un pueblo cerca de Toledo. Doce euros con ochenta después, estaba en casa.
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