Rafa propone a Vero dar clases de Pilates en la empresa, after-hours. Vero dice que María también sabe. Rafa mandará un e-mail a la jefa de recursos humanos, asuntos varios y que además está embrazada, proponiendo la idea. Yo aparezco en medio de la conversación y digo que eso del Pilates es una pérdida de tiempo y dinero.
El Método Pilates, (Pilates, pa’ los amigos) fue desarrollado, durante la primera guerra mundial por un tal Joseph Pilates, que, además de no romperse mucho la cabeza para darle nombre al invento, lo usaba para rehabilitar a los veteranos de guerra. El método consiste en que la mente siempre está por encima de la materia (WTF??), y que los músculos que forman el tórax, son el centro de nuestro cuerpo (really??) y de allí nace la energía para las extremidades.
- Pero vamos a ver, Rafa, ¿tú crees que un libro con una tía sentada sobre una pelota, puede ser serio?
- Claro, ¿tu no?
- Por supuesto que no, si veo a una gorda jugando con una pelota, me imagino que es una foca.
Otro de los puntos fuertes del Pilates es la respiración, y según Joseph y toda su manada de seguidores, debemos controlarla y respetarla no sólo durante el desarrollo del ejercicio, sino también en la cotidianidad de la vida. No sé porque eso me recuerda a la vez que un urólogo nos habló en el colegio sobre la eyaculación precoz.
- O sea que para ti, ¿hacer Pilates no es hacer ejercicio? – preguntó ella, indignada.
- No, ir al gimnasio, es hacer ejercicio.
Además, para los conocedores del método, es obvio que no importa cuántos ejercicios hagas, sino lo bien que los hagas. O sea, como en todo, importa más la calidad que la cantidad. Yo sigo viéndolo como ejercicios para viejos, y aunque sé que, como me maldijo Rafa, algún día llegaré a serlo, por ahora me conformo con seguir yendo al gimnasio y levantar cada vez más peso para darle forma mis músculos. Es superficial, lo sé, pero cuando vas a la playa nadie te ve y dice, mira ese chico tan gordito y tripón, pero ¿qué más da? Seguro que tiene muy bien localizada la respiración y su mente es más fuerte que la materia. Lo malo es que ahora, fijo, que Vero no querrá ir conmigo al cine (nunca), pero aún sabiendo que la perdía para siempre no podía ir contra mis principios y/o creencias religiosas.
El Método Pilates, (Pilates, pa’ los amigos) fue desarrollado, durante la primera guerra mundial por un tal Joseph Pilates, que, además de no romperse mucho la cabeza para darle nombre al invento, lo usaba para rehabilitar a los veteranos de guerra. El método consiste en que la mente siempre está por encima de la materia (WTF??), y que los músculos que forman el tórax, son el centro de nuestro cuerpo (really??) y de allí nace la energía para las extremidades.
- Pero vamos a ver, Rafa, ¿tú crees que un libro con una tía sentada sobre una pelota, puede ser serio?
- Claro, ¿tu no?
- Por supuesto que no, si veo a una gorda jugando con una pelota, me imagino que es una foca.
Otro de los puntos fuertes del Pilates es la respiración, y según Joseph y toda su manada de seguidores, debemos controlarla y respetarla no sólo durante el desarrollo del ejercicio, sino también en la cotidianidad de la vida. No sé porque eso me recuerda a la vez que un urólogo nos habló en el colegio sobre la eyaculación precoz.
- O sea que para ti, ¿hacer Pilates no es hacer ejercicio? – preguntó ella, indignada.
- No, ir al gimnasio, es hacer ejercicio.
Además, para los conocedores del método, es obvio que no importa cuántos ejercicios hagas, sino lo bien que los hagas. O sea, como en todo, importa más la calidad que la cantidad. Yo sigo viéndolo como ejercicios para viejos, y aunque sé que, como me maldijo Rafa, algún día llegaré a serlo, por ahora me conformo con seguir yendo al gimnasio y levantar cada vez más peso para darle forma mis músculos. Es superficial, lo sé, pero cuando vas a la playa nadie te ve y dice, mira ese chico tan gordito y tripón, pero ¿qué más da? Seguro que tiene muy bien localizada la respiración y su mente es más fuerte que la materia. Lo malo es que ahora, fijo, que Vero no querrá ir conmigo al cine (nunca), pero aún sabiendo que la perdía para siempre no podía ir contra mis principios y/o creencias religiosas.
Minutos después, ya en nuestros sitios, me acerqué a Rafa y le pregunté: ¿no te gustaría más jugar al fútbol con nosotros?, y él infinitamente más sabio que yo contestó algo para la posteridad: ¿y a ti no te gustaría hacer Pilates, con tal de ver a Vero en mallas? Ay, la experiencia que da la abstinencia.
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