lunes, mayo 26, 2008

Meet the Parents


Papá volvió de Galicia lleno de ilusión e historias que contar. Mientras lo escuchaba, recordé con ternura mi primer viaje a Salamanca y las mil cosas y aventuras que contaba a quien quisiera oir. Me decía que la comida es buena y barata pero sobretodo abundante, y eso a un peruano como mi padre, fanático del buen comer, le abre las puertas del cielo. Tal fue su ímpetu con la comida gallega que la segunda noche tuvo retortijones e insomnio provocados por el aluvión de carnes, pescados y mariscos que se metió entre pecho y espalda. No podía dormir, contaba, y encima el huevón que dormía conmigo no dejaba de roncar. Me trajo un vino blanco, y le agradecí el gesto, intentando recordar cuando fue la última vez que me trajo algo de sus viajes, y antes de que pudiera leer el año del vino me regaló también una lámina publicitaria de una exposición de piezas de oro, pa’ ti que te gustan los museos, pero se ha jodido un poco con la lluvia. Prometí intentar restaurarla, y no rechacé el regalo imaginando que venía como compensación por romper mi cuadro de Star Wars, que ya restaurado preside una pared de mi nueva casa.

Mamá había preparado una sopa consistente, de esas que parecen llevar todas las verduras del mercado, y nos sentamos a comer después de ver la correcta salida de Fernando Alonso en Mónaco, Kubica le cerró el paso y dejó escapar a los Ferrari y McLaren en un típico caso de no come ni deja comer, que se da mucho en la Fórmula 1. Les conté que las cosas van mejorando poco a poco entre Sol y yo, y que mi trabajo sigue igual de mierda que siempre, tengo menos futuro que el Chikilicuatre, confesé sin ningún pudor y amparado por esa confianza que te da el seno paterno. Sorbí un poco de Heineken mientras papá decía que lo importante era trabajar y mamá miraba a algún punto infinito, pensando quizá si mis hermanos estarían comiendo algo, allá donde estén. Por cierto ¿dónde están los mongolos de tus hijos? pregunté para cambiar el tema.

Mamá dijo que los dos estaban trabajando, ella de azafata para una feria de turismo, o algo así, y él grabando algo para la BBC (bodas, bautizos y comuniones). Llegó el momento del segundo plato, y después de que mamá rechazara mi ayuda (sólo consigo que se quede sentada durante toda la comida cuando estamos en mi casa) vimos a Alonso embestir a Heidfeld y joderse la carrera. Pusimos las noticias en Antena 3. Ha muerto el líder de las FARC. ¿Who cares?

Papá tiene que volver a viajar, esta vez a alguna parte de La Rioja, le ofrezco acercarlo a la estación de tren y él acepta gustoso. Me despido de mamá y le prometo venir a verla más seguido y llamarla cuando llegue a casa, me da pena dejarla solita y triste pero ella me dice que no me preocupe, que mi hermano ha llamado avisando que está por llegar. Sospecho que me engaña para que vuelva tranquilo a mi casa a 30 kilómetros de la suya. Dejo a papá en el tren y ya en la carretera, violando todas las leyes llamó a mamá, ya dejé el bulto, le digo, y la hago reir, ella me dice que está chateando con sus amigas de Lima, ya te llamo luego a tu casa, promete. Llamo a Sol, pero una voz me dice el teléfono al que llamo está apagado o fuera de cobertura, debe estar en el Metro, pienso. Llego a casa y dejo el coche en el parking, subo y encuentro a Sol, que ha vuelto de comer con sus amigas en un restaurante mexicano de la calle Mayor. Papá te ha traído un vino, le miento, qué majo, dice ella y lo mete a la nevera. Pongo un disco de Coldplay y nos tiramos al sofá, a disfrutar de lo que queda del fin de semana. Tengo que buscar una farmacia de guardia, digo, voy contigo, dice, pero ninguno de los dos se mueve del lugar.

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