Hay una bici estática libre, tengo una tabla de ejercicios nueva y he pagado sólo medio mes, porque a finales de Junio me voy de vacaciones no sé donde y no pienso regalar mi dinero a esos calvitos musculosos que son los dueños del gimnasio. A mi lado esta una de la rubias del spinning que calienta pensando en sus cosas. Miro mi tabla y veo que hoy toca dorsales y biceps, ademas de los tipicos abdominales. Rubén está ya entrenando, me acerco y me pregunta que por qué no esperé a Antonio para que nos acercara al tren.
- Sale muy tarde – contesto, secandome el sudor – y además cuando la gente te hace favores se supone que no debe hacerte saber que los hace.
Rubén no entiende lo último que digo, me señala de reojo a la rubia del spinning y me susurra que se llama Viviana y que tiene 25 años. Bien por ella, digo, y sin venir a cuento le digo que Beatriz me acercó hasta la avenida de América.
- ¿Falete? – contesta, y reímos juntos por el apodo que le cae como anillo al dedo – esa gorda me tiene hasta la polla, siempre te restriega las tetas por la cara.
- Qué asco – digo – las gordas con ubres deberían estar prohibidas.
- Sale muy tarde – contesto, secandome el sudor – y además cuando la gente te hace favores se supone que no debe hacerte saber que los hace.
Rubén no entiende lo último que digo, me señala de reojo a la rubia del spinning y me susurra que se llama Viviana y que tiene 25 años. Bien por ella, digo, y sin venir a cuento le digo que Beatriz me acercó hasta la avenida de América.
- ¿Falete? – contesta, y reímos juntos por el apodo que le cae como anillo al dedo – esa gorda me tiene hasta la polla, siempre te restriega las tetas por la cara.
- Qué asco – digo – las gordas con ubres deberían estar prohibidas.
- Ahí, ahí. O sea, una tía sin tetas es un tío, tronco, pero esta lo de esta piba ya es exageración. Encima el otro día me dijo que le habían dicho que se parecía a Angelina Jolie.
- Ein? Eso es blasfemia, se le va caer el colágeno que se ha metido a los morros. ¿qué le dijiste? Te habrás partido el pecho.
- Casi le suelto un guantazo, chaval.
- Ein? Eso es blasfemia, se le va caer el colágeno que se ha metido a los morros. ¿qué le dijiste? Te habrás partido el pecho.
- Casi le suelto un guantazo, chaval.
No quería ser menos en el anecdotario y decidí contarle lo que me había pasado antes de llegar al gimnasio, no sin antes soltar el clásico “eh, no se lo digas a nadie, que va a saber que he sido yo quién lo contó”
- Vale, vale cuenta.
- Vale, vale cuenta.
- Bajaba yo por la escalera, feliz ya de salir de una puta vez y pensando en que tenía que pasar por el cajero cuando apareció Obélix.
- Obélix, qué bueno, chaval
- Sí, si, así la llamo en la intimidad, y me preguntó que si pensaba salir esta noche.
- Es una perra
- Le dije que no, y ofreció acercarme a algún lado porque la venían a recoger. Como de todas formas en el metro voy casi siempre al lado de seres desagradables, acepté, así al menos ganaba unos minutos. Llegamos a su coche y dentro me pareció ver a una mujer con el cabello muy corto, me senté en el asiento trasero mientras Beatriz, a modo de explicación decía “vamos a acercar a un compi a la avenida de América”.
- ¿Y estaba buena la amiga?
- Espera que viene lo mejor. Cuando me pongo el cinturón y la pelocorto habla, ¡hablaba como un tío!. Entonces le presté más atención y vi que vestía como tío, se movía como tío y ya cuando le gritó a otro coche algo como “me cago en tus muertos, vieja hija de puta”, asumí que su estrógeno la había abandonado hace mucho tiempo. O sea, era un marimacho.
- No jodas, y encima la Falete parece un travelo.
- Sactamente. Entonces comenzó la paranoia, me dije aquí voy yo en un Citroen con una mujer que parece travesti, y un tio que tiene pinta de lesbiana, o viceversa.
- ¡Hala chaval!, que no te extrañe. Si ésta tiene pinta de guarra. Igual hasta son pareja y todo.
- Yo que sé, pero me hizo gracia el creer que en ese coche estaban representados, de alguna forma los tres sexos.
Reímos y volví al banco Scott a trabajar los biceps, Rubén volvió a la prensa de piernas y un par de minutos después cuando ya yo estaba concentrado en qué iba a prepararme para cenar, él se acercó y dijo vaya mierda de pibas que nos han metido, con lo buena que estaba la Vero ¿eh?, dándome una palmadita cómplice en la espalda. Asentí, derrotado, y dije encima la nueva, ¿Teresa se llama? Es más rara que yo, mejor sigamos viendo el culito de la rubia del spinning.
- Ahí, ahí – aprobó Rubén - tu sí que sabes, mamón.
- Obélix, qué bueno, chaval
- Sí, si, así la llamo en la intimidad, y me preguntó que si pensaba salir esta noche.
- Es una perra
- Le dije que no, y ofreció acercarme a algún lado porque la venían a recoger. Como de todas formas en el metro voy casi siempre al lado de seres desagradables, acepté, así al menos ganaba unos minutos. Llegamos a su coche y dentro me pareció ver a una mujer con el cabello muy corto, me senté en el asiento trasero mientras Beatriz, a modo de explicación decía “vamos a acercar a un compi a la avenida de América”.
- ¿Y estaba buena la amiga?
- Espera que viene lo mejor. Cuando me pongo el cinturón y la pelocorto habla, ¡hablaba como un tío!. Entonces le presté más atención y vi que vestía como tío, se movía como tío y ya cuando le gritó a otro coche algo como “me cago en tus muertos, vieja hija de puta”, asumí que su estrógeno la había abandonado hace mucho tiempo. O sea, era un marimacho.
- No jodas, y encima la Falete parece un travelo.
- Sactamente. Entonces comenzó la paranoia, me dije aquí voy yo en un Citroen con una mujer que parece travesti, y un tio que tiene pinta de lesbiana, o viceversa.
- ¡Hala chaval!, que no te extrañe. Si ésta tiene pinta de guarra. Igual hasta son pareja y todo.
- Yo que sé, pero me hizo gracia el creer que en ese coche estaban representados, de alguna forma los tres sexos.
Reímos y volví al banco Scott a trabajar los biceps, Rubén volvió a la prensa de piernas y un par de minutos después cuando ya yo estaba concentrado en qué iba a prepararme para cenar, él se acercó y dijo vaya mierda de pibas que nos han metido, con lo buena que estaba la Vero ¿eh?, dándome una palmadita cómplice en la espalda. Asentí, derrotado, y dije encima la nueva, ¿Teresa se llama? Es más rara que yo, mejor sigamos viendo el culito de la rubia del spinning.
- Ahí, ahí – aprobó Rubén - tu sí que sabes, mamón.
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