martes, julio 13, 2010

Deux femmes dans la nuit


- ¿Hace cuanto tiempo que no escucho un disco de Alejandro Sanz? - me pregunto mientras subo por Ayala en un taxi, para reunirme con mis amigos.

Madrid me encanta cuando es gobernada por su cielo azul, africano, y sus balcones se dejan de complejos y muestran flores, banderas y alguna que otra mesita para tomar el vermut, con rubia en bikini incluida. Entro al Lateral de Velasquez y Julio, Helene y Marie-Flore ya están allí. Han pedido una jarra de sangría. Hablamos de todo un poco, comemos casi nada y nos hacemos confesiones sin sentido. Helene está radiante. Tiene 37 años, un marido y dos hijos y nada de eso ha hecho mella en su elegancia francesa. Debe ser descendiente directa de Maria Antonieta, pienso.

- ¿Por qué las tías usan tacones, si no saben caminar con ellos.
- Parecen velociraptores.
- Ouais, specialment Marta. Mais je pense que elle fait ça...
- Porque está enamorada de su jefe.
- Hahaha...Quel con!

Devoramos las tapas mientras Marie-Flore mira a un rubio de la mesa de al lado, Helene parece que anuncia Ferrero Rocher, yo miro disimuladamente a una chica castaña que debe tener la misma edad que Estefania y que pesa lo mismo que pesaba ella cuando entró a trabajar a la empresa, antes que se hinchara el culo a gominolas y risketos. Julio...no sé qué mira. Suena su teléfono y es su amigo colombiano, primer compañero de piso y maestro de juergas. Le dice que se nos una un poco más tarde, como a las 12 que pensamos ir a Gavana.

- ¿Ah, si? - pregunto a Helene, que me dice que ella ya fue una vez...pas mal.
- No venga con zapatillas - aconseja Julio por teléfono - que sino usted no entra.
- Sont sympa les colombienes - susurro a Helene, y aprovecho para embriagarme con su perfume -. Ils vouvoyaient tout le temp!
- Oui -me sonríe. Pienso, sin dejar de verla: Ah dios, yo quiero una de estas.

Pagamos, subimos a Gavana y está cerrado. Pasamos por el O'live y yo me pido un mojito para entrar en ambiente. Un venezolano bilingüe inglés/español (y marica) nos da la brasa al hablar sin parar y a un nivel de decibelios que la ley prohibe. Llega el amigo de Julio, y, después de corroborar que el veneco es maricón, bebe un tinto de verano. Marie-Flore, que ahora está sentada a mi lado, me pincha el brazo con la palmerita de su margarita. Ah putain! exclamo, y ella se descojona. Bajamos Velasquez hablando huevadas.

- Imagina que te tienes que cepillar a Natalia.
- Ni de coña, hijoputa - respondo.
- Mais, pourquoi pas? - suelta Marie-Flore - elle est une bombe sexuelle!
- Si, en Melmak.
- C'est quoi Melmak?
- No conoces a Alf?
- Oui, bien sur.
- Donc, c'est la-bas qu'il habite. Avec tous les Natalias.
- Hahahahaha...c'est vrai!

Cuando al fin entramos en Gavana, sólo vemos que 17 euros después hemos accedido a un recinto que hiede a pies y que está poblado por putas y viejos calvos que visten como el culo. Nos bebemos la copa y salimos volando, rumbo a Garamond. Allí nos reciben tres gogos que bailan al son de Lady Gaga y más personas (fijo) de las que el local permite. Me pido un Johnnie y alcanzo a mis amigos, que ya han buscado un sitio en la mezzanine del local. Suena La Bilirrubina y llego bailando como un muñeco. Me cierran el paso tres pijas, que me rodean y bailan conmigo. Sensor Terminator On: ésta, buenas tetas; ésta, culito recio, fijo que hace spinning; a ésta le fallan los dientes (puto Iván, ¿para qué me has enseñado a ver eso?).

- Esta es mi amiga -me dice una, y me lanza a los brazos de una gordita mona vestida con una malla de pescar de la que cuelgan golosinas - baila con ella.
- Come unas gominolas - me pide - sin usar los brazos.
- Ok - grito, y de reojo veo a mis amigas susurrando algo que no es necesario susurrar, porque seguramente será en francés y aquí nadie entiende un carajo.

Vuelvo al grupo y el amigo de Julio me dice "no cayó lo que tenía que caer" a lo que no me queda más que encogerme de hombros. Suena Mika y bailo con Helene. Julio, ya está con los brazos levantados, y cantando "love love me, love love me" con todas sus fuerzas. Las canciones van pasando, bailo con las dos, sin parar, me suda todo el cuerpo y, a eso de las 3 y media, Marie-Flore se rinde y me pide irnos. Acepto y me despido del lugar( al que no creo volver porque no quiero pagar 15 euros por una copa), para salir a buscar el coche de las chicas.

- Te llevo chico- me dice en español - si ne sont pas onze kilometres.
- No, no - respondo - vivo aquí al lado.

Me dejan en Doctor Esquerdo, y les hago una seña para que recuperen la M-30, rumbo a la Moraleja. Bajo mi calle (con 60 euros menos) pensando en que no está mal esto de salir en plan amigos con tias que ya tienen la vida hecha, con hijos, ex maridos, y los ovarios ya curtidos de nuestras estupideces. Mola.

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