Susana, Laura y yo llegamos a un bar del barrio de Retiro para ver el partido contra Alemania. Susana pasó antes por casa para hacer no sé qué y yo aproveché el momento con Laura para contarle el shock que me había causado la noticia que sacaba a mi amigo del armario.
- Tu ya lo sabías, ¿no?
- Sé quién te lo ha dicho. Y...me parece una hija de puta.
- A mi no me importa, me jode que me engañe y vaya de machito. Pero en sí, es cosa suya. Incluso me da un poco de pena porque el pobre tiene que vivir en la sombra, siempre.
La puerta del bar se abre y Susana entra, sonriente. Laura me susurra, tú y yo vamos a terminar luego esta conversación. Nos sentamos en una mesa desde la que tengo visión perfecta de la tele, en la que pasan entrevistas a Fernando Torres y a David Villa. Pedimos la primera ronda de birras y yo, nervioso, dejo que un hombre me pinte en la cara la bandera de España. Laura y Susana piden que se las pinte también, pero como un brazalete. Mientras yo intento adivinar el sistema de juego que usará Alemania para el partido, ellas intercambian rumores y chismes de oficina. De vez en cuando me acoplo, porque, como todos los hombres de mi familia, soy una vieja chismosa. Salen los equipos, suenan los himnos, rueda la pelota y compruebo el esquema de los alemanes.
- Mira Laura - me pongo en plan profe - han formado dos líneas de cuatro, marcan en bloque. Qué hijos de puta.
- Ah, vale.
-Podolski es polaco, pero el cabrón prefirió jugar por Alemania. A pesar de que sus abuelos murieron a manos germanas durante la segunda guerra mundial. Y es muy bueno el mamón.
- Esto...vale.
- Si Xabi Alonso tiene el día, España ganará fácil porque el balón va muy rápido y gira de forma extraña.
- ...
-Que sí, que sí, tío - suelta Susana - no seas pesado.
Pido la segunda ronda de birras y el tío del bar me dice que me va a servir, mejor, en las copas grandes. No objeto nada, y le pido también cosas para comer. Susana, pendiente al 200% del partido, me dice que el tío de la mesa de enfrente se parece a Rupert Everett. Laura lo confirma. Yo, lo busco en Google y digo que ni de coña. España se adueña de la pelota y la mejor selección alemana que he visto en mucho tiempo corre detrás de ellos como locos. La presión de las dos líneas funciona muy bien, pero aún así los rojos se sacan cuatro disparos que, por primera vez en todo el mundial, nos dejan ver qué tan bueno es el portero alemán. Soy un mar de nervios, pero espero hasta el final del primer tiempo para ir al baño. Cuando llego, encuentro dentro a Rupert y a su amigo, besándose. Puto Pollo, pienso. Cuando vuelvo a la mesa, ha llegado la hermana de Susana, que se quiere unir a la fiesta.
- Vosotros, ¿estáis liados? - nos pregunta la hermana a Laura y a mi. Así, sin más.
- No - contesto, entre el ruido del bar - yo quiero, pero ella tiene novio.
- ¿Tienes novia? - me repregunta.
- No, no. Dije que ella tiene novio.
- Ya, pero ¿tienes novia?
- No. Sólo este feeling por ella.
- Ya, eso lo vi desde el primer minuto - sentencia.
- Es que mi hermana es psicóloga - aclara Susana.
- Ah, claro, es por eso- digo yo, y añado: - pero esto es unidireccional. Yo, a Laura, no le gusto.
- Eso, eso - dice Susana - totally unidireccional.
Comienza el segundo tiempo y pregunto a las chicas si van a querer beber algo más. Copazo, ya, responde Susana y yo pido en la barra Brugal con coca cola y un chorrito de limón, Brugal con Limón (¿?) y Johnnie Walker con coca. La psicóloga se aburre y desaparece sin que me de cuenta. Corner. La pelota vuela y Puyol acierta de lleno. Gol. Salto, grito, me abrazo a un transexual, a dos tías y a un par de tíos embutidos en camisetas españolas. Se mueve el suelo de España y nadie, como es lógico, oye los comentarios posteriores al gol que salen de la tele. Me bebo el trago de un golpe para calmar mi castigada garganta tras tanto grito y al segundo le digo al camarero: ponme otro igual. Laura esta hablando con Susana de no sé qué cosa. Me siento a su lado y, no recuerdo (o no quiero recordar) por qué me dice mejor que no vuelvas a sacar el tema de que te gusto, y tal.
El trago me sabe como el culo y me voy al baño. Me hablo en el espejo y me digo, da igual, tío,¿por qué te cabreas? No es su culpa. Desde el primer minuto sabías que esto no llevaba a nada y, admítelo, has seguido con esto porque te gusta el tonteo. Además, te acercaste a ella, justamente por eso, para no tener problemas, ni tentaciones, porque la tía tenía novio, por lo de Solenne. Si dijiste que no querías, ná. Pero claro, va ella y te suelta lo de "no puedo tomar nada contigo porque mi a mi novio le puede sentar mal" Y dijiste o sea, ¿pa' qué el frenazo? Mira, brother, pasa. Como al principio. No te comas el coco y disfruta la victoria de España.
- Eso, tío pasa - me dice Rupert, que sale de cagar y había estado escuchando mi monólogo - disfruta la victoria.
Vuelvo a la mesa y las chicas ya están listas para volver a sus casas. Salimos del bar y no oigo nada de lo que dicen. Estoy cansado, pienso en mis cosas, y sólo quiero tirarme a la cama. Al llegar a Doctor Esquerdo decido recuperar mi coche y acercarlo un poco a casa.
- Me piro, chicas - digo, sin dejar siquiera tiempo a que me respondan. Cruzo el semáforo en rojo y vuelvo a casa pensando en que igual no puedo jugar al fútbol el domingo. ¡Tengo que ver la final!
Despierto a las seis de la mañana, preguntándome si me despedí de mis amigas ,o no. Me imagino, para justificarme, que cuando dejaron de hablar, miraron para atrás y yo, sin que se dieran cuenta, ya me había ido. Me odio un poquito y me siento en la bañera a recibir el agua fría, que me despierta como un electroshock. Quiero llamar a Laura para desearle buen viaje, pero recuerdo su petición y lo dejo estar. Me entra shampoo al ojo y maldigo en tres idiomas distintos.
- Tu ya lo sabías, ¿no?
- Sé quién te lo ha dicho. Y...me parece una hija de puta.
- A mi no me importa, me jode que me engañe y vaya de machito. Pero en sí, es cosa suya. Incluso me da un poco de pena porque el pobre tiene que vivir en la sombra, siempre.
La puerta del bar se abre y Susana entra, sonriente. Laura me susurra, tú y yo vamos a terminar luego esta conversación. Nos sentamos en una mesa desde la que tengo visión perfecta de la tele, en la que pasan entrevistas a Fernando Torres y a David Villa. Pedimos la primera ronda de birras y yo, nervioso, dejo que un hombre me pinte en la cara la bandera de España. Laura y Susana piden que se las pinte también, pero como un brazalete. Mientras yo intento adivinar el sistema de juego que usará Alemania para el partido, ellas intercambian rumores y chismes de oficina. De vez en cuando me acoplo, porque, como todos los hombres de mi familia, soy una vieja chismosa. Salen los equipos, suenan los himnos, rueda la pelota y compruebo el esquema de los alemanes.
- Mira Laura - me pongo en plan profe - han formado dos líneas de cuatro, marcan en bloque. Qué hijos de puta.
- Ah, vale.
-Podolski es polaco, pero el cabrón prefirió jugar por Alemania. A pesar de que sus abuelos murieron a manos germanas durante la segunda guerra mundial. Y es muy bueno el mamón.
- Esto...vale.
- Si Xabi Alonso tiene el día, España ganará fácil porque el balón va muy rápido y gira de forma extraña.
- ...
-Que sí, que sí, tío - suelta Susana - no seas pesado.
Pido la segunda ronda de birras y el tío del bar me dice que me va a servir, mejor, en las copas grandes. No objeto nada, y le pido también cosas para comer. Susana, pendiente al 200% del partido, me dice que el tío de la mesa de enfrente se parece a Rupert Everett. Laura lo confirma. Yo, lo busco en Google y digo que ni de coña. España se adueña de la pelota y la mejor selección alemana que he visto en mucho tiempo corre detrás de ellos como locos. La presión de las dos líneas funciona muy bien, pero aún así los rojos se sacan cuatro disparos que, por primera vez en todo el mundial, nos dejan ver qué tan bueno es el portero alemán. Soy un mar de nervios, pero espero hasta el final del primer tiempo para ir al baño. Cuando llego, encuentro dentro a Rupert y a su amigo, besándose. Puto Pollo, pienso. Cuando vuelvo a la mesa, ha llegado la hermana de Susana, que se quiere unir a la fiesta.
- Vosotros, ¿estáis liados? - nos pregunta la hermana a Laura y a mi. Así, sin más.
- No - contesto, entre el ruido del bar - yo quiero, pero ella tiene novio.
- ¿Tienes novia? - me repregunta.
- No, no. Dije que ella tiene novio.
- Ya, pero ¿tienes novia?
- No. Sólo este feeling por ella.
- Ya, eso lo vi desde el primer minuto - sentencia.
- Es que mi hermana es psicóloga - aclara Susana.
- Ah, claro, es por eso- digo yo, y añado: - pero esto es unidireccional. Yo, a Laura, no le gusto.
- Eso, eso - dice Susana - totally unidireccional.
Comienza el segundo tiempo y pregunto a las chicas si van a querer beber algo más. Copazo, ya, responde Susana y yo pido en la barra Brugal con coca cola y un chorrito de limón, Brugal con Limón (¿?) y Johnnie Walker con coca. La psicóloga se aburre y desaparece sin que me de cuenta. Corner. La pelota vuela y Puyol acierta de lleno. Gol. Salto, grito, me abrazo a un transexual, a dos tías y a un par de tíos embutidos en camisetas españolas. Se mueve el suelo de España y nadie, como es lógico, oye los comentarios posteriores al gol que salen de la tele. Me bebo el trago de un golpe para calmar mi castigada garganta tras tanto grito y al segundo le digo al camarero: ponme otro igual. Laura esta hablando con Susana de no sé qué cosa. Me siento a su lado y, no recuerdo (o no quiero recordar) por qué me dice mejor que no vuelvas a sacar el tema de que te gusto, y tal.
El trago me sabe como el culo y me voy al baño. Me hablo en el espejo y me digo, da igual, tío,¿por qué te cabreas? No es su culpa. Desde el primer minuto sabías que esto no llevaba a nada y, admítelo, has seguido con esto porque te gusta el tonteo. Además, te acercaste a ella, justamente por eso, para no tener problemas, ni tentaciones, porque la tía tenía novio, por lo de Solenne. Si dijiste que no querías, ná. Pero claro, va ella y te suelta lo de "no puedo tomar nada contigo porque mi a mi novio le puede sentar mal" Y dijiste o sea, ¿pa' qué el frenazo? Mira, brother, pasa. Como al principio. No te comas el coco y disfruta la victoria de España.
- Eso, tío pasa - me dice Rupert, que sale de cagar y había estado escuchando mi monólogo - disfruta la victoria.
Vuelvo a la mesa y las chicas ya están listas para volver a sus casas. Salimos del bar y no oigo nada de lo que dicen. Estoy cansado, pienso en mis cosas, y sólo quiero tirarme a la cama. Al llegar a Doctor Esquerdo decido recuperar mi coche y acercarlo un poco a casa.
- Me piro, chicas - digo, sin dejar siquiera tiempo a que me respondan. Cruzo el semáforo en rojo y vuelvo a casa pensando en que igual no puedo jugar al fútbol el domingo. ¡Tengo que ver la final!
Despierto a las seis de la mañana, preguntándome si me despedí de mis amigas ,o no. Me imagino, para justificarme, que cuando dejaron de hablar, miraron para atrás y yo, sin que se dieran cuenta, ya me había ido. Me odio un poquito y me siento en la bañera a recibir el agua fría, que me despierta como un electroshock. Quiero llamar a Laura para desearle buen viaje, pero recuerdo su petición y lo dejo estar. Me entra shampoo al ojo y maldigo en tres idiomas distintos.
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