martes, septiembre 11, 2007

La tía buena


La tía buena llegaba como siempre, derramando lisura y a su paso dejaba aroma de mixturas, y nosotros la baba. A veces, como hoy, viste un pantalón negro con finas líneas blancas, que nos hacía soñar a todos los demás en la oficina con la cárcel perfecta, y nos pasábamos el día con la sonrisa idiota marcada en la cara, cantando como Braulio:
En la cárcel de tu piel prisionero de este amor
Carcelera de mi fe de mi gloria o mi dolor
Déjame morir así y si tienes compasión
Amortájame en tu piel dame tierra en tu calor
Una mañana cualquiera decide llegar sin maquillaje, y se pone sólo una falda jean y una camiseta crema, de tirantes; se pasea por la oficina como quien no quiere la cosa y nos saluda a todos, sin dárselas de “mira que buena estoy”, como hacían las pocas chicas guapas que conocía en Lima. Esa misma tarde viene a comer con nosotros. Nos metemos siete en un coche para cinco, pero a ella, caballerosamente, le cedemos el asiento del copiloto. Durante el almuerzo hablamos de fútbol y ella dice que entrena con un equipo femenino, le pregunto si juega o simplemente corre al lado de la pelota, su respuesta es fulminante: “cuando quieras jugamos y te doy una paliza”, no puedo evitar sonreir imaginándomela defendiendo un corner o intercambiando camisetas al final del partido.

Muchos (varios, en realidad), han intentado salir con ella desde el primer día en que llegó a trabajar. Que si quieres tomamos algo al salir, o vamos al bowling, no, mejor, vamos a comer. Pero ella siempre responde igual, que no puede porque además tiene otro trabajo, de monitora de aerobics en dos gimnasios, y cuando le queda tiempo libre acompaña a su padre, que según ella, está viejo y enfermo. Yo creo que no viene porque sabe que eso sería darnos alas, como el Red Bull, y luego tendría que bajarnos de la nube, y la odiaríamos, por estar tan buena y no hacernos caso, y ya no seríamos sus amigos, ni almorzaría con nosotros, ni nos reiríamos tanto con su genial interpretación de la infidelidad femenina.

Jose Luis dice que su novio mide dos metros y que es super musculoso, pero no lo creo, porque cuando yo salía con una tía buena, sus amigas, sin conocerme, me imaginaban como si yo fuera Johnny Depp, y en la realidad como mucho me parecía a un joven Cantinflas (que también tenía su encanto, sí señor). Yo creo que su novio debe ser normalito, como todos nosotros, pero me divierte comprobar como la impotencia de alcanzar algo te hace inventar obstáculos donde no los hay, como puede ser un novio musculoso, unos hermanos celosos, un árbitro mala gente, etc. Yo sigo hablando con la tía buena de la misma forma que el primer día, no espero nada a cambio. Si un día llega con su belleza normal, todo sigue su cauce. Pero si un día como hoy, llega más guapa, sin necesidad de arreglarse tanto como la fea de Miryam (fea forever), simplemente se lo digo, ella me lo agradece (todo muy politely) y escribo algo sobre las tias buenas, en mi blog. Porque a veces, ver su imagen vale más que mil palabras.

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