miércoles, febrero 27, 2008

Anoche soñé contigo (ay, cosita linda, mamá)


- Alorrr?
-Hola… ¿está Carla?
-Sírr, ¿de parte de quién?
-Un amigo, señora.
- Ok, esperarrr un segundorrr. Carlitaaaaaaaaaaarrr teléfonoooooooooooooorrr.

El Mongo bajó el volumen de la música, que nadie sepa que escucho a Luis Miguel, pensó. Ahora podía oírse claramente la voz del vecino, que en esos momentos preguntaba a su mujer por unas llaves, que había dejado sobre la mesa, y que cuando iba a dejar de mover sus cosas, ¿me quieres volver loco o qué?

- ¿Hola?
- Hola Carla, soy yo, el Mongo – dijo, y se preguntó si no sería ya hora de cambiar de apodo.
- Hola Monguito, ¿qué pasa? Justo te iba a llamar, he quedado con las chicas para ir al cine, ¿te animas? Creo que vamos a ver algo de los simios, o no se qué, algo de terror, será.
- Puede ser, puede ser, pero yo te llamaba para otra cosa.

El vecino seguía sin encontrar sus llaves, el Mongo tenía ahora la boca seca y con tal de hacer que ese tipejo se callara era capaz de dejar a Carla en espera y ayudar al loco en su búsqueda. Unos niños escogieron la pared del Mongo para jugar al fútbol, y tarde o temprano algún pelotazo lo dejaría sin cristales en todas sus ventanas. Malditos niños.

- Anda, que misterioso, cuenta cuenta.
- No, flaca, no es nada misterioso, ya quisiera yo. Es que anoche…
- ¿Anoche qué? puta que emocionante te pones cuando cuentas cosas, deberías escribir novelas.
- Ya, ya, eso dice mi profesora, pero eso es de maricones o borrachos. Y yo no bebo.
- Jajaja, que gracioso eres flaco.
- Me gusta tu risa, Carla, y si prometes reir así siempre, yo prometo convertirme en payaso.

Ya no se oye al vecino, el primer cristal ha caído hecho trizas y el Mongo, que ha dicho a Carla espera un toque, está gritando desde su ventana, te he visto virolo, te he visto, corre nomás que sé donde vives. Vuelve al teléfono y le cuenta a su amiga que otra vez le han roto una luna, que ya van tres, que ojalá esos engendros escojan otra pared para jugar a ser Oliver y Benji.

- Y esa luna, ¿quién la paga?
- Sus viejos, aunque la última vez tuve que amenzar con romper la de sus casas para que me pagaran la mía. Este barrio es una mierda.
- El mio tampoco es que sea Beverly Hills, monguito.
- No, para nada. pero yo te quería contar una cosa, no me interrumpas, oye.
- Uy, es verdad, cuenta, cuenta.
- Anoche, anoche soñé contigo.

Carlitarrr, ¿bájame estorrr?, gritó la abuela, colocando como siempre varias erres en cada palabra que terminaba en vocal. Al grito de la vieja siguió un silencio y el Mongo, después de tragar saliva, se mandó con todo.

- Estábamos los dos, en un bosque, no era ni de noche ni de día, y era raro porque no cantaba ni un sólo pájaro. Una abeja nos seguía todo el tiempo, y como sé que las odias, la quise espantar, pero se transformó en una abeja con cara, como las de la película Bichos, y me dijo que ese camino que íbamos a tomar no era el mejor. Nos asustamos y corrimos y tú no parabas de gritar, nos escondimos tras un árbol, y todo parecía el video Thriller de Michael Jackson. Yo hasta llegué a pensar que me iba transformar en lobo y que nos pondríamos a bailar de un momento a otro, pero no pasó eso y no sé como te calmaste cuando cogí tu mano y te dije don’t you know it’s gonna be alright, volviste a sonreir y el cielo se despejó los pájaros volvieron a cantar y apareció de la nada, un camino por el que caminábamos sin mover los pies. Me gustas mucho, dijiste, y sentí que mi cara hervía, ya sabes que me pongo rojo con facilidad, y después de mirarte a los ojos…te besé. Ahora sonaba tu canción favorita, Unchained Melody, y justo al llegar a la parte de Lonely rivers flow to the sea/to the sea, explotaste y te convertiste en una nube de color rosa, que subió al cielo y que parecía seguirme a todos lados. Me senté en una explanada a verte, y me quedé dormido, ¿raro, no? Dormirse en un sueño. Al despertar estaba ya en mi cama, y salté del susto. Entonces desperté realmente, creyendo estar todavía en el sueño. Y decidí que te llamaría para contártelo.

Silencio. El Mongo creyó que se había equivocado, que no debía haberle contado, de esa forma, el sueño a su amiga, ¿y si ahora ha jodido la amistad para siempre?, tragó saliva y empezó a disculparse, que era un sueño nomás, que no había que darle importancia, que…

- Sorry flaco, ¿a qué no hay que darle importancia? Me he perdido una parte de la conversación por culpa de mi abuela.
- ….
- ¿Hola? ¿estás ahí?
- Sí, si. No importa, era una tontería – respondió el Mongo, sin saber si estaba aliviado o lo comía la decepción.
- Pero soñaste conmigo, eso sí lo escuché, me lo tienes que contar, ¿esta tarde después del cine?
- Puede ser, si no se me olvida el sueño, ya sabes que tengo una memoria de mierda.
- Ya, ya. Nos vemos entonces.
- Si, nos vemos, luego.

Respiró hondo, y al colgar el teléfono, la luna ruta lo trajo de vuelta al mundo de los vivos. Voy a matar al virolo, dijo, y salió intentando olvidar el sueño, la llamada, a Carla, y a su abuela fanática de las erres.

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