Cuando salí de Sitel, mis amigos me hicieron una tarjeta de despedida. Estaba llena de frases cariñosas, en plan “siempre te recordaremos” “eres un tío de puta madre”, etc. Todas ellas, sinceras y recibidas con gran alegría por mi chalaco corazón. Sin embargo, una frase, escrita por una gran amiga mía, me supo más a broma que a otra cosa: “siempre extrañaremos tu linda sonrisa”.
Y es que nunca me he caracterizado por tener una linda sonrisa, hay miles de fotos que lo confirman, y si nos pegamos a eso de que uno no sale mal en las fotos, sino que realmente es así, entonces sufro el “Sindrome Chandler”.
Y es que nunca me he caracterizado por tener una linda sonrisa, hay miles de fotos que lo confirman, y si nos pegamos a eso de que uno no sale mal en las fotos, sino que realmente es así, entonces sufro el “Sindrome Chandler”.
En un capítulo de Friends, Chandler y Mónica preparan las fotos para su boda, pero él cuenta que aunque su sonrisa es bonita, la cámara lo odia y siempre sale con la risa de Chita, el mono de Tarzán. A mi me pasa lo mismo, puede que en directo engañe, pero cuando alguien me fotografía, más vale que ponga cara seductora (por decir algo) porque si se me ocurre sonreir, entonces mis ojos desaparecen de mi cara y parece que me hubiera dibujado un niño de cinco años. Con muy mala fé, además.
Una vez descubrí mi lado bueno, como Julio Iglesias, e intenté hacerme siempre las fotos de esa forma, pero pasado un tiempo me aburrí y dejé que los flashes y películas me siguieran retratando como les diera la gana, que salgo bien, todos contentos, que salgo mal, qué le vamos a hacer. Recuerdo con especial rabia la foto que tengo con Thalía; la conocí en una conferencia de prensa y después de recoger mis babas me acerqué a ella y le pedí que se fotografiara conmigo; claro mi amor, me dijo, y creo que tuve un pequeño orgasmo. El fotógrafo apuntó disparó y ¡zas! Ella salió casi perfecta, y yo como si estuviera preguntando ¿tengo algo en los dientes? Fíjate bien. Lo mismo me pasó con Emilio Estefan, Luis Fonsi, Rubén Blades, Sin Bandera, Beto Cuevas, y un largo etcétera que han hecho que hoy, aunque aparezca a mi lado Michael Jackson, evite en lo posible que alguna cámara capture el momento, porque con mi suerte seguro que soy quien pierde la nariz.
Por eso nadie verá las fotos de mi última fiesta de cumpleaños. Vero dice que hay que seducir a la cámara, yo creo que con mis atributos no podría ni seducir al móvil de juguete que tiene mi sobrino.
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