jueves, noviembre 25, 2010

Nunca


Nunca he ganado un campeonato. Ni de fútbol, ni de vóley, ni de canicas. Soy un perdedor nato por el simple hecho de que me aburre competir si la recompensa no es más que un trofeo. En cambio, dicen que gozo humillando al que alguna vez trató de burlarse de mi. Es que soy raro de cojones.

Nunca me he encontrado dinero. O sí, pero mamá me hizo devolverlo por más que le juraba que no conocía al dueño. Me deshice de ese fajo de billetes dándoselo a un sorprendido transeúnte que salió corriendo apenas lo tuvo en su poder, mientras mi vieja nos espiaba complacida. Fui millonario por dos horas.

Nunca creí en dios. Siempre pensé que si había alguien allí arriba que vigilaba nuestros actos, se había echado una siesta eterna o, simplemente, se había aburrido de nosotros como me aburría yo de mis mascotas veraniegas. Un día dije "dios no existe y si existiera, ya me habría destruído con un rayo. El cura me echó de la iglesia, pero antes me pidió que dejase la limosna.

Nunca me gustó estudiar. Cuando descubrí que con medio esfuerzo superaba a todos mis amiguitos del cole, dejé de leer los libros de texto y me sumergí en la literatura fantástica de García Márquez, Borges y Vargas Llosa. Aún así terminé el colegio como segundo de mi clase.

Nunca quise vivir en Perú. A veces soñaba con ser argentino, otras venezolano o gringo. Mis novias imaginarias eran Sabrina (bonaerense), Indira (de Caracas, pero padres iranís) o Shirley (no me importaba de donde, pero rubia y de ojos azules). Mis padres huyeron del país cuando pudieron y yo los seguí años después. Ahora, pienso en comprar un billete de vuelta para el verano.

Nunca he leído el Quijote. Ni el Ulises de Joyce. Ni Hamlet, completo. Pero he leído la Biblia y creo que los que la escribieron, hoy, no serían contratados ni siquiera como guionistas de un talk show. Su ficción hace aguas por todos lados, creer en dios tras leer la Biblia es como creer en Superman tras leer un cómic.

Nunca me he dormido cuando debía hacerlo. Me ha derrotado el sueño en autobuses, parques, misas, trenes y cagando. Pero jamás he conciliado el sueño en vuelos transoceánicos o tras despertar a las 5 de la mañana, después de una pesadilla. Jode que te cagas.

Nunca me he acostado con una pelirroja. Ni con una embarazada (que yo sepa). Ni con la hermana de mi novia. Ni con las novias de mis hermanos. Soy un tipo bastante soso para esas cosas y mi audacia se reduce a tirarme a la jefa de mi jefe, como una forma de vendetta personal. "Tú me das por culo, ella te da por culo a ti...y yo a ella", le dije en mi último día en la empresa. Fuck yeah!

Nunca he ido de putas. Mis amigos limeños eran asiduos visitantes de las chicas de la noche. Una vez me llevaron a traición y yo terminé hablando con una chica que me contó entre lágrimas que había llegado a la capital a estudiar enfermería, "no a chupar pingas". Me enterneció tanto que le regalé un chicle. La boca le olía a condón.

Nunca he esquiado. Por dos razones de peso: en Lima no hay nieve y soy un cobarde declarado. El hecho de ir bajando a gran velocidad armado sólo de dos esquis y unos palitos de mierda me produce la misma emoción que unas ardillas rabiosas mordiéndome las bolas. Eso sí, cada vez que voy al Decathlon me pruebo cascos, gafas botas y guantes. Y hago el imbécil por toda la sección nieve.

Nunca me han dicho que no más de tres veces a la misma pregunta. Pero es porque nunca pregunto más de dos.

Nunca me ha gustado beber del vaso de otro. Ni comer con su cuchara. Ni ponerme su ropa. Ni dormir en su cama. Ni ponerme sus cascos. Ni beber de su botella. Ni sentarme en su silla, segundos después. Entonces, ¿por qué mierda crees que me enrollaría con tu ex?

Nunca me enamoro por más de dos meses. La excepción que confirmó la regla desapareció y ahora vaga por Italia bajo el sol de la Toscana. En realidad hay otra excepción, pero es que yo soy raro de cojones.

jueves, noviembre 11, 2010

Nightrain


Llueve a cántaros, el parabrisas me marea desde que me operaron los ojos. Borracho más. ¿En qué calle estoy? Iván me ha dejado en María de Molina. Creo. Me he bajado del Land Rover nuevo de su madre aprovechando el semáforo. ¿Me estoy volviendo pijo? No sé si ir a la derecha o a la izquierda. Espero que el semáforo esté en verde y no te atropelle nadie.

Comenzamos en Bo Ffin. porque yo insistí a Iván que después de recoger su traje de Carolina Herrera nos tomásemos una copa. Julio, de vacaciones dijo que nos acompañaría luego. Dejé el coche al lado de un hotel y bajé al bar con Iván que dio mil vueltas (mareandome) antes de dejar el coche aparcado en la calle Velásquez. Pedimos dos tintos de verano para comenzar.

- Es una mierda este curro, tio - dice, desparramado sobre la silla de madera -. Ya verás como Banco de España nos cierra el chiringo en .
- No sé tío, de esta no nos salva ni san Michaelpage.

Vemos de reojo a las dos chicas que hablan sentadas en una mesa al lado de la ventana. Tienen la piel sospechosamente naranja y jerseys rositas a juego con sus relojes supercalifragilísticos. Me pido a la morena, dice Iván. Yo respondo con una pregunta: ¿te has fijado que estamos en la misma mesa de la noche en que vinimos con Cris y Bea?. ¡Hostia, es verdad!

Allí está mi coche. Confirmado: la orientación de Iván es mejor que la mía cuando ambos estamos en estado etílico avanzado. Busco a tientas mi llave en el bolsillo, son dos segundos de desesperación hasta que las encuentro. Me siento y busco el botón de la radio. Guns N' Roses. Loaded like a freight train, flying like an aeroplane. Limpiaparabrisas. ¿Por qué me sangra la nariz?

El bar se ha llenado en cero coma. Bea me ha dicho que no viene, que cena con unos amigos, y Cristina tampoco quiere venir a pesar de la insistencia de Iván. En el chat aparece Yulia, tampoco quiere venir, dice que está cansada y se quedará por su barrio. Llega Jose, amigo de Iván y hablamos de motos, coches, nieve, mentir en el curriculum, y la camarera nos dice que es belga pero que no habla francés porque es de la parte flamenca. Una tía está a punto de volarme una oreja con el taco de billar, y la mesa de las dos chicas ahora está super poblada y hay una que tiene una camiseta lila bastante generosa.

- Cacho' perolas.
- Totally. ¿Pedimos una ronda más de cubatas?
- , vámonos a otra lado.

Mi jersey blanco está a punto de ser manchado de por vida. Tiro la cabeza hacia atrás y, con la mano izquierda taponándome la hemorragia, dejo que la derecha conduzca el coche. Mal. Me meto en sentido contrario por Principe de Vergara. Lo noto cuando los semáforos me dan la espalda. Busco desesperadamente una calle en la que meterme. Pirula va. Mala elección, estoy frente a la comisaría. Marcha atrás, calle prohibida. No me han visto. A tomar por culo, voy por allí.

El garito se llama "Mañana no Salgo" y hay una cola testimonial para entrar. Una gota gorda de lluvia me cae pesadamente desde el toldo y digo me ha taladrado el cerebro. Una inglesa borracha me dice cerebrou yo gusta esa palabra, y me recuerda a Cassie de "Skins". Pero ésta rubia mide metro noventa y su novio casi tres. Miro pa' otro lado. Entramos. Está petado. Iván se paga una ronda y Jose busca desesperadamente un ligue. Se nota mucho su afán. Mal. Veo de lejos a la inglesa, enorme, que me reconoce y grita "cerebrou, cerebrou" como un zombie. Sus amigas están buenas. Me acerco a una morena de ojos verdes.

- Where are you from?
- Somos de Bristol, todas.
- What are you doing here. I mean, in Madrid.
- Trabajamos en una aseguradora, por Avenida de América.
- Why are you speaking spanish, luv?
- No sé, cuando estoy borracha hablo otros idiomas.
- Me too.

Menéndez Pelayo. Finally. No sé si sigo sangrando, pero por si acaso no quito la mano de la nariz. Bajo por Cavanilles y busco el semáforo de volver a casa. Cuento las luces. Tres. Bien. Doctor Esquerdo. Valderribas. Derecha, aparco. Suerte, hay un espacio en la puerta de casa. Abro, El espejo del lavabo dice que me ha dado un puñetazo Mike Tyson. Mi cama. Off.

- ¿De donde era al final la piba?
- De Cádiz.
- Su amiga no estaba mal, ¿no?
- Era la peor del bar, pero mucho mejor que las tías con las que curramos.
- ¿Dónde está mi coche?
-¿Allí, míralo?
- Venga, aprovecho el semáforo.

miércoles, noviembre 03, 2010

Laura y Renoir


Laura no pudo acompañarme a la expo de Renoir. Pero me espera en el Starbucks de la plaza Neptuno, al salir del Prado. Me ve llegar y sonríe, le doy dos besos y después del segundo le susurro al oído "eres muy sexy". Responde "buah". Nos sentamos.

- Recuerdas cuando no querías quedar conmigo? - pregunto, mientras recibo el espresso que he pedido.
- No es que no quería, dije que no podía- me corrije -tengo novio, capullo.

Dejo mi libro de Bret Easton-Ellis sobre la mesa vieja y escucho a Laura despotricar sobre su chaqueta de piel, perdida en el metro. Era mi puta chupa verde, tío, dice, y aún diciendo palabrotas no deja de ser adorable. Le digo que se compre otra y ya, haciendo alarde de mi gran don para decir siempre lo que no debo. Me mata con sus ojos verdes. Suena su teléfono de 1999, es su novio. Me callo. Hablan algo de su piso, y no se qué. Miro incómodo hacia otro lado, no quiero abrir el libro. Me distraigo con el escote de una francesa que está sentada frente a mí y que también habla por el móvil. Leo las letras del sobrecito de azúcar moreno starbucks. Suena mi móvil.

- ¿Qué pasa marica? - saluda Rubén.
- ¿Qué tal gayer? - devuelvo el saludo, veo de reojo a Laura y compruebo que sigue hablando con su novio - ¿Ligaste este finde, o qué?
- Na. Nos fuimos a Alcalá y mi colega se zumbó a una. A mi me entró una tía pero le dije que no.
- ¿Y eso? - Laura sigue hablando, la francesa también. Madre mía qué escote.
- No sé tío, yo no quiero eso, colega. Busco algo más, una relación seria, no follar en un parking.
- Pues lo llevas claro, tío - Laura ya ha colgado, me hace una señal de que siga, pero digo:-si sigues en plan exigente te vas a quedar más solo que la una. Oye, te llamo luego, que estoy con una amiga y...
- Joder, haber empezado por ahí, mamón. Hablamos luego- y cuelga.

Laura no parece haber quedado muy bien después de la llamada. Le quiero contar mil cosas, porque es la única chica de la oficina a la que le tengo confianza. Le quiero decir que le he pedido un aumento a mi jefe, que me gusta su boca, que Marie-Flore y yo somos sólo amigos, que me encantan sus ojos, que Iván y Julio están hasta las pelotas, que me encanta como se sopla el pelo cuando piensa. Pero sólo hablo de Renoir.

- Me encanta el Impresionismo. - suelto como un loro- Y Renoir es mi favorito. La última vez en París no fui al D'Orsay pero tendría que haberlo hecho.
- ¿Ah si?¿Por?
- Es que allí está Bal au moulin de la Galette, un cuadro que me encanta. Sol tenía una reproducción, pero obviamente se lo llevó cuando se fue de casa.
- ¿La sigues viendo? - pregunta, clavándome sus ojos mientras enciende un cigarro.
- Si te vas a matar, hazlo con estilo - le digo - no fumes esa mierda de Fortuna. Fuma Marlboro.
- Si me los compras tú, vale.
- No. Yo vicios no pago.
- No me has contestado - apunta.
- ¿El qué?

Suena mi teléfono otra vez. Es Iván, que me llama desde el atasco usando el manos libres de su Iphone conectado (por él mismo) en su BMW. Me cuenta que está hasta los cojones, porque, además de mirarle mal en el trabajo, ahora se ha enterado que están haciendo entrevistas para ampliar su equipo y él no sabe nada. Que se ha enterado de rebote. Laura aprovecha para ir al baño, me dice que no me preocupe,que hable con mi amigo. Iván sigue diciéndome que no quiere seguir en el curro, que ni aunque se estuviese follando a Bea su vida se haría más agradable. Yo le digo que sí, que con eso cualquier vida sería agradable. Nos reímos. Me pregunta que con quien estoy y le miento parcialmente, le digo que estoy solo y frente a una francesa que habla por el móvil casi agachada y mostrando al mundo su escote magnifique. Laura vuelve del baño y mi amigo llega a Juan Bravo, donde ha quedado para cenar. Cuelgo.

- ¿Qué le pasa a tu amigo?
- Lo de siempre, estamos todos hasta los cojones - respondo y me pongo a jugar con su mechero.
- Pero,¿ tú también te quieres ir? - me quita el mechero - creía que estabas bien.
- No estoy mal, pero me aburro a veces. Por eso he pedido el aumento. Sé que más pasta vendrá con más responsabilidad. Lo mejor del día, siempre, es verte sonreír.
- Buah. ¿No te cansas de piropear?
- Nunca es suficiente. Además, a ti te he dejado tranquila desde hace mucho.
- Es verdad.
- Tendría que haberlo intentado más, ahora ya somos amigos y aunque insistas no haré nada. Pero hace unos meses, si hubiera dado un par de pasos más hacia adelante me hubieses besado esa noche, en Mendez Alvaro.
- No, no lo hubiese hecho.
- Sí - la miro fijamente, le guiño un ojo
- Capullo - me dice, sonriendo.

La noche cae del golpe en Madrid y salimos del Starbucks. Ella dice que va a esperar un autobús y yo camino hacia Atocha. Las tiendas van cerrando a mi paso, y me meto al metro en la boca que está frente al Museo de Arqueología. Abro el libro en el metro y leo como Clay, el personaje de "Less than Zero" habla con su madre totalmente colocado de cocaína. Recuerdo sonriendo mis tardes en Lima, cuando hablaba por teléfono con mamá sin haber dormido y con la ropa aún apestando a cerveza. Cuando levanto la mirada descubro a una chica que espía lo que leo. Sigo sonriendo. Bajamos juntos en Pacífico, pero ella sube hacia Cavanilles, mientras que yo bajo un poco buscando mi casa. Suena un mensaje en mi móvil. Es de Laura.

- No lo hubiese hecho, capullo integral ;)