viernes, noviembre 25, 2016

Ladre con Ella

Siempre me ha gustado bajar a escribir a este parque de la Place Adolphe Max, en medio de Pigalle, el barrio de los prostíbulos. Aunque hoy no tenga ideas, después de cien reuniones de directorio.
Aquí en otoño te ves rodeado de señoras con abrigos de Monoprix que fuman como carreteros o ricachones de traje a medida y moto Guzzi vintage. Te sientes en una especie de mashup entre los mundos de Haneke y Almodóvar. 
Mi cuaderno es el de siempre, y no tiene wifi, así que jamás lo enseño en los aeropuertos. Las hojas en blanco, como a las que me enfrento ahora, también son las de siempre.

O igual es mejor decir me enfrentaba, porque cuando regateaba entre mal copiar a Vian o Cohen, un ladrido tibio me trajo de vuelta a la tierra. Fue uno de esos sonidos que sabes que son para ti, porque se te guardan en el subconsciente de forma involuntaria y los reconoces por reflejo. Como el silbido de un amigo o la bronca de una mujer.

El ladrido era de Gemma, una perrita encantadora que se volvía loca porque la correa (que sujetabas tú, fingiéndote  ajena a todo. Incluso a mi colonia, que Gemma ya había reconocido) no la dejaba correr hacia mi. Desde mi banco recordé las tardes en que jugábamos en Montmartre, cuando su dueña y yo compartíamos un piso destartalado. Las mañanas en que me acompañaba a buscar el periódico y sólo ella entendía mi francés en construcción. Las noches de sofá en las que descubrí que también a los perros les puede gustar una peli de Jason Statham. 

Saludé con la mano, y quisiste venir corriendo, pero al volver a sentir el tirón sobre tu cuello, te sentaste sobre tu rabo. Confundida. 

- Hey - dije, en voz alta - ¿te has equivocado de barrio?
- Hola - no tenías más remedio - perdona, no te había reconocido. ¿Qué haces en París?
- Ya sabes - sin mirarla, agachado mientras te acaricio -, tenía una reunión de trabajo. En la Défense, pero mi hotel está aquí al lado.
- Ah. Que casualidad.
- No no, ninguna. Me gusta el barrio.
- Encontrarnos digo.
- Eso sí. Una vez en años. 

Me dices que tienes prisa, que unos amigos te esperan. Te digo que te creo, que yo en cambio hago tiempo hasta la hora de la cena. Me preguntas que qué tal Madrid y te cuento que un poco raro, que empiezan a salir veganos de debajo de las piedras y que el metro se rompe siempre. Recuerdas el trasbordo de Diego de León, yo el de Legazpi. Reimos, nos quedamos en silencio y cuando miramos hacia abajo te vemos mover la cola. Feliz.

- Bueno, vuelvo a mi parque - anuncio, como quien dice "Me voy a las Bahamas".
- Sí, sí - despiertas - yo tengo que irme ya.
- Con tus amigos.
- Con mis amigos, sí.

Nos damos dos besos y a ver si quedamos la próxima vez que estés en París, y claro que sí, y así nos ponemos al día con más tiempo, y por supuesto, y salúdame a tus padres, y tú a los tuyos, y me ha encantado verte, y a mi también. Pero ninguno pide al otro el número telefónico.

De camino a mi banco de la Adolphe Max sabiendo ya sobre qué escribir me giro de repente, sólo para ver si me mirabas. Si, como yo, tú también me echabas de menos pero no podías decirlo. Si, como yo, tú también querías pasar de esos amigos de mierda para estar conmigo.
Y sí, porque antes de doblar la esquina te quedas quieta, tiras de la correa y me lanzas un ladrido de adiós que se oye hasta el Moulin Rouge. Y te hago adiós con la mano justo en el momento en que una mujer choca conmigo y me ladra "Il faut faire attention, Monsieur!". 


lunes, noviembre 14, 2016

Chris y yo

Al otro, a Chris, es al que se le ocurren las cosas. Yo vago por Madrid buscando amores y me pierdo siempre, queriendo, al oler la rosaleda del Retiro; de Christian me llegan cosas por correo, sus facturas, sus revistas y hace años lo que decían de él sus amigos en Facebook.
A mi me gusta la carne buena, el café, el impresionismo, el jazz, el cine y la prosa de Borges; a él, al otro, también. Pero él lo usa para intentar brillar entre los lodos de bloggers de pacotilla o mujeres low cost. No puedo decir que nos llevamos mal; yo me dejo llevar por la vida para que Christian pueda escribir sus cosas, para que su fábula me inunde y al final también yo me deje crecer bigote y beba brandy en una copa Pompadour. Ha escrito algo reseñable, no lo niego,  usando recursos literarios de esos que se le dan bien. Yo, en cambio, creo que mis letras no deben siquiera gastar medio papel de un tintorero.
Chris vuela, yo ando; Chris viaja, yo facturo; Chris ama, yo soporto; Chris vive,  yo existo.

Y no estoy seguro de quién escribe esta página.

martes, octubre 04, 2016

Clorophilia

Me han dicho que es malo odiar a la gente. Y que incluso, ¿quién lo diría?, está mal visto decirlo en voz alta. Pero lo que nadie me había explicado es que uno de los peores sitios para dejar del lado ese odio, era la cola de entrada a un polideportivo municipal.

Justamente para evitarlo, llamé un par de días antes al teléfono que aparecía en google, con la intención de llegar con la mayoría de las cosas preparadas. Tras doscientos cincuenta y cuatro tonos de llamada, alguien (aún con la boca llena) cogió el teléfono.

- Diga?
- Hola, quería saber los horarios para las clases de natación - detallé, en una línea, como manda la normativa ITIL- para adultos - rematé y me puse un poquito rojo.
- Pero usted sabe nadar?
- Esto, no. Por eso quiero ir a clases justamente.
- Entonces tiene que hacer una prueba de nivel - mastica, sorbaco de coca cola, trago - para saber dónde meterle.
- Meterlo.
- ¿A quién?
- Nada, olvídelo. ¿Me decía?
- Que la prueba de nivel es a las 18:30. Martes y jueves.
- Tengo que llevar algo, imagino.
- Chanclas y gorro de piscina. Y bañador, claro está.
- Claro está
- Por si acaso
- Ya.

Salí un poco antes de la oficina, y llegué con tiempo suficiente para meterme a un chino a comprar el gorrito reglamentario. No encontré un carajo, así que, derrotado, pedí ayuda a la señora que acomodaba unas horribles flores de plástico.

- Perdone, ¿gorritos de piscina? - sonrisa amable, siempre smile.
- ¿Golditos?
- No no, Go-rri-tos. Para la piscina.
- Piscina
- No piscina, sólo el gorro.
- ¿Golo?
- Gorro señora - a tomar por culo la sonrisa - un gorro para nadar en la piscina - hago el gesto de nadar, el gesto del gorro, el gesto de quitarme el pelo de la frente. Ella me mira dos segundo y luego me da por perdido y sigue con sus flores.

En el polideportivo tendrán máquinas, me digo, y escapo.

A medida que me acerco voy viendo ya, con el horror que se ve desde lejos un papelito en el parabrisas del coche, como de la puerta del polideportivo sale una fila de gente. Ancianos, adultos, mujeres, niños, perros y un ciclista con una camiseta que ponía "Soy vegano". Me pongo detrás y lo apuñalo mentalmente con un tenedor de los que se usan en las barbacoas.

Espero dos días en la cola, y finalmente llega mi turno. Vengo a lo de la prueba de nivel de natación, digo a través del micro del cristal antibalas.
- Los horarios están en la pizarra.
- Ya los vi.
- Ah ¿y hoy hay?
- Sí, por eso vengo.
- Pues pase, no hay que hacer cola para esto.

Me cago en la puta.

Me meto como un forastero en un saloon y un viejo con polo verde me detiene desde su mesa del poder. Voy a la prueba de nivel, digo, por milésima vez, ya sin verlo ¿Por dónde paso? Me señala la izquierda con la mano y tiro. Desde lejos escucho que me dice algo de meterme al vestuario antes. Entro, y como es de esperar, está asqueroso.
Pero, esto es Retiro, pienso; ¿cómo será el polideportivo de San Blas?
Hay un padre vistiendo a su hijo de unos cinco años y al lado, secándose la polla decrépita, un viejo de unos trescientos años. Esto, seguro, tiene que ser ilegal en Missouri o algún estado de esos. Me pongo el bañador, las chanclas y el gorrito de mierda que he comprado en una máquina expendedora. Me cuelgo la toalla al hombro y cruzo la puerta que pone "Entrada Piscina (Ducharse Antes)".

- Perdona chica socorrista de culo perfecto, ¿la prueba de nivel?
- Allí, en esa esquina.
- ¿Donde está la señora de azul?
- Esa señora es la profe.
- Fuck.

El agua es de un color turquesa marchito, como se vería un pitufo tras morir desangrado. Está lleno de niños con trozos de corcho atado a los brazos.

- ¿Sabes nadar? - pregunta la gorda de azul, nada más verme llegar.
- No. O sea sí, pero flotar no.
- A ver, hazte un largo.
- No creo que llegue, me cansaría a la mitad y me hundiré como una piedra.
- Entonces no sabes.
- Eso me lo podríais haber dicho por teléfono - digo, levantando la única ceja que me queda fuera del gorrito.
- Venga, tírate desde la mitad y trata de llegar al final.

Llego sin problemas hasta el final, me sorprendo yo mismo y me giro hacia la gorda sonriendo, en plan Phelps. Pero ordena:  "Ahora de espaldas". Niego con la cabeza y la cabrona ni siquiera se aguanta las ganas de sonreir.  La veo escribir algo en un papelito y salgo.

- Nivel básico - decreta - ve a la recepción y pregunta. Pero creo que ya no hay plazas.

Vuelvo a los vestuarios sólo para secarme un poco y ponerme una camiseta. El viejo asqueroso sigue allí, secándose la polla esta vez delante de un gordito que apura un bocata. Mientras escapo de ese mundo de vapor y chanclas pienso que igual es mejor gastarme el dinero de estas clases en una cuenta premium de Netflix. Elegí un mal día para dejar de odiar a la gente.







miércoles, agosto 31, 2016

La Vie de Mimí

No hay nadie en la piscina, colonizamos la mesa como si fuese una de esas islas de ultramar, plantando la botella de tinto de verano cual bandera del imperio veraniego. El aire caliente de Madrid ha matado ya a las avispas y casi ni las hormigas se atreven a salir de casa si hay que caminar bajo el sol. Mimi se sienta a mi lado y quedo, sin querer, en medio de la pareja de amigos que ha venido a visitarme. Yo acabo de volver del taller.
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- ¿Qué tal Ibiza? - pregunta, mientras busca el móvil en su bolso de esparto.
- Bien - intento no ver mucho su escote - Aunque la parte esa que es como de cartón piedra, la del puerto, eso me recordó a Benidorm y quise salir corriendo.
- Ya. Petao de guiris.
- Y despedidas de soltero - dice Manu.
- Y alemanas gordas - remato, y nos reimos todos.

Mimì se quita de un solo movimiento el vestido y mi amigo y yo la miramos embobados. Le cae el pelo rubio sobre la cara redonda de niña bien. El naranja fosforito del bikini resalta su piel quemada.
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- Estás negraca - digo y trago un sorbo de tinto fresquito, para calmarme.
- Si! - feliz - esta semanita en la playa ha sido genial.

La vemos irse a la piscina y Manu y yo le hacemos adiós con la mano. Ni he terminado el movimiento cuando le pregunto a mi amigo si al final se petó a su ex, o a la chica esa del instituto que lo había contactado por facebook. Me hace un gesto para que hable más bajo pero le digo que su novia está bajo el agua, no nos oiría a menos que se follase a Aquaman. Maqueta de Atlantis, Bandai : 244€ + gastos de envío.

- Nada tío, estuvimos de birras y ya.
- ¿En serio? Pero si me has dicho que no follas hace 2 meses. Yo estaría ya a punto de explotar y me valdría cualquiera.
- Ya y yo, que me estoy matando a pajas, tú. Pero es buscarse líos. Hasta la he bloqueado en facebook por si me quiere etiquetar.

Mimi nada como una sirena naranja fosforito. El agua de la piscina es transparente y la cara del socorrista dice que está rogando al cielo que esa rubiaca se ahogue; al menos un poquito. Veo de refilón a mi amigo que sigue moviendo los labios, asiento, y me sirvo un trago largo. Tinto de verano y hielos del chino: 4,20 €.

- ...así que ahora duermo en el sofá, porque Mimi dice que ronco mucho.
- A mucha gente le pasa - lo consuelo - mis padres duermen separados por lo mismo.
- Nos pillaremos un piso con dos habitaciones, que me estoy reventando la espalda.
- ¿Pero no habeis probado cosas nuevas? No sé, viajar y tal.
- Es lo mismo, una situación de mierda. Pero eso sí, con paisajes distintos.
- ¿Qué paisajes? - nos interrumpe Mimí, que lleva chorreando agua como si la hubiese pintado Botticelli.
- Los que se ven cuando uno está de viaje - respondo, porque mi amigo se ha tragado hasta los hielos de la copa.
- Uf sí tío. Que no te he contado - toalla al suelo, flota en algodón de azúcar y aterriza rubísima en el césped artificial- que nos fuimos a la playa. Tres amigas, bueno, tres amigas y estuvimos en las calas ahí haciendo nudismo ¿sabes? Y yo no hice porque me da vergüenza y tal pero molaba verlo y que la gente es superlibre ¿sabes? Pero claro, se te mete la arena por el culo y molesta así que luego menos mal que cuando me estaba duchando con mi amiga en el hotel..
- Espera ¿cómo?
- Sí, que estábamos en la ducha y mi amiga me ayudaba con la arena ¿sabes? Por que era dificilísimo llegar y...
- ¿Te duchas con tu amiga?
- Si ¿por?
- No sé, es raro - digo, pero Manu no me apoya; ya ni rechista. Está como perdido viendo una hoja que flota sobre el agua.
- Pues lo hacemos desde niñas.
- De niñas tiene un pase, yo que sé en plan jugando. Pero es la primera vez que sé de tías de 30 años que se duchan juntas. Sin un saxofón sonando como música de fondo, quiero decir.
- Jajajajaj - ríe, como un delfín - eres un cachondo. Me voy, que sólo venía a por más vino.

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- Manu, tío. Eso no es normal.
- Paso tío. Si se van siempre de vacas, desde que tienen 13 años duermen juntas.
- Es que..
- Y se prueban ropa en Intimissimi. Y se burlan de nosotros, sus novios, cuando van borrachas. Que si no sabemos follar o yo que sé.
- ¿En serio? Joder.
- Al final te acostumbras.

El que no se acostumbra, claro está, es el socorrista. Que se ha puesto un libro en la entrepierna, imagino que para que no se le note la alegría de ver a Mimi ir y venir en esas aguas donde normalmente a estas horas no nada nadie más que una señora de 80 años. Que lo llama jorge, cuando su verdadero nombre es David.
Nos acabamos el tinto y Manu ya se ve más relajado. Se ofrece a ayudarme con el coche roto, pero le digo que don't worry, que mi hermano me conseguirá unas piezas del desgüace. El calor no baja peeo la piscina ya es pura sombra y la pareja decide acabar su visita. Los acompaño al coche y cuando mi amigo arranca le hago adiós a Mimí que me lanza un beso volado.

Me tumbo en el sofá y pongo una peli con Jodie Foster. Una en que se lía con Sayid de Lost y luego aprende a dispararle a las cosas. Me aburre soberanamente y no logra sacarme una idea de la cabeza. Una idea que con el paso de los minutos se va convirtiendo en propósito. Un propósito que se desmaya y se transforma en desgano. Un desgano que fermenta y al final no es más que una frase, que se repite en bucle, tanto que me arrulla hasta que caigo rendido:

"A Mimí le gustan las tías más que a un tonto un lápiz"


miércoles, junio 29, 2016

MDMA

Y busco como mover las piernas, porque no me da. Pruebo al menos el dedo gordo del pie, sí, el gordo, que ese es el más fácil y es con el que de niño jugaba a coger cosas. Como los monos de las pelis de Johnny Weismuller. ¿Qué son? ¿Las seis o las siete? Puta droga. Póntelo en la lengua dijeron, será divertido dijeron. Y sí, baile hasta morir y sintiendo todo y disfrutando todo. Mucho mejor que estar borracho, que la mitad de las cosas se pierde pero ahora estoy aquí sentado y mis piernas no van y ha subido uno al andén que quiero reirme y no puedo. Soy Oliver Atom atropellado, soy Nobita en leyenda urbana.

Camiseta negra. Piercing de delfin en la nariz. Metro cincuenta. Pulseritas mierder. Zapatillas blancas y piratas. ¿Es hombre, mujer, o ecuatoriano?

Y muevo dos dedos de la mano izquierda, esos que tanto te gustaban y donde nunca me dejabas llevar anillos, y sí, se mueven. Pero la señora que está sentada enfrente me ha mirado raro. Quiero decirle que qué mierda quiere, señora; pero paso. Soy Chita tetrapléjica, soy un andaluz tras la Feria de Abril, soy Maradona en USA '94. Próxima estación Núñez de Balboa.

Vestidito melón. Se transparentan un poco las bragas, del Intimissimi calculo. Sandalias blancas y uñas de los pies pintadas. Whatsapp onfayer. ¿Descendiente directa de Nefertiti?

Y muevo los labios, como estirándolos y un beso suena en mitad del vagón. Me hago el loco y miro al techo, a las puertas, a Nefertiti, al del piercing de delfín y a mis dedos que siguen moviéndose bien. Recorro cada uno de mis dientes con mi lengua adormecida sólo para volver a sentir eso tan rico que siento cuando voy al dentista. Soy Bardem en Mar Adentro, soy la frase que nunca dijo Rambo, soy Kurtwood Smith al final de Robocop. Proxima estación Sainz de Baranda.

Chupa biker del Rastro, camiseta de Los Ramones (dime una canción, you punk), pelo blanco sin lavar y jeans levis de otro. Chicle de hace dos horas. ¿Dónde dejaste la máquina del tiempo, abuelo?

Y muevo medio cuerpo fingiendo un escalofrío, y mi pelo de Ex-Menudo cae sobre mi cara. Lo recojo con la mano izquierda y ya de paso veo en mi reloj que llevo dos horas dando vueltas en la puta línea 6. Mi culo dice hola, buena señal. Me rasco la barbilla con el dorso de la mano y me hace cosquillas mi mentón mal afeitado, Joey Ramone de mercadillo me da la espalda y apreta frenéticamente el botón de apertura de puertas y yo lo odio until the end of the time. Soy Clarita en 3D, soy Christy Brown sin talento, soy el amigo negro de Malcom in the Middle. Próxima estacion Conde de Casal.

Chanclas de piscina y calcetines con dibujos de una baraja, shorts de padel y camisa abotonada hasta el último botón del cuello por si a alguno nos quedaba la duda de su retraso.

Creo que siento la pierna derecha. Pruebo un poco y mi rodilla no va bien, no gira, o no la siento girar. Pero estoy hasta el rabo ya y me agarro del pasamanos como si fuese el bastón del último Moisés. Toda la fuerza de mis brazos da para levantarme y espero, sudando como un desgraciado, a que la voz diga Próxima Estación Pacífico. Lo dice y veo fijamente a la puerta, esperando a que se abra para saltar fuera. Pero cuando lo intento se cruza una gorda a la que le cerraban la nevera o algo y me tira al suelo al querer salir antes que nadie. Todos me ayudan pero soy Tyson tras conocer a Buster Douglas, Materazzi contra Zidane, Daniel San sin Miyagi.

- Tiradme en el andén porfa - ruego - que esta es mi parada.


lunes, junio 06, 2016

Los vecinos de Lucha

Soy Moncho Huertas, o Uertes o Werts, no lo sé porque nunca lo he visto escrito, sólo escuchado, así que podría ser Werts o Uertes o Huertas, mi padre, dicen, era un vendedor de jabones que un día llegó al pueblo y dejó preñadas a más de la mitad de las mujeres de mi barrio, a mi madre de mi, a la señora Lucha, que era puta, de mellizos, a la negra tamalera de un negrito que luego fue futbolista y llegó a la selección y metió muchos goles, y a una quinceañera evangelista de una niña super rubia de la cual yo me enamoraría desde los dos años hasta los 16, cuando se largó con un motorista vago de la esquina y me rompió el corazón, la señora Lucha era puta porque los demás decían que lo era, yo nunca la vi con nadie, ni marido tenía, pero a sus hijos nunca les faltó de nada, uno era mestizo y gordito como ella y el otro dicen que se parecía al jabonero, blanquiñoso y siempre sonriente, yo tampoco me parecía al jabonero, yo era chinito y flaco y el mellizo mestizo era mi mejor amigo, una tarde cuando unos niños del colegio le dijeron que su mamá era puta él los atacó mal como dicen que ataca un toro toreado, y yo, como era mi amigo, ataqué también y me lleve dos patadas en la espalda, una camisa rota y el robo de todos mis libros, al negrito pelotero nadie lo insultaba, aunque fuera buenísimo en matemáticas y en historia y dibujase bien y todo, nadie lo odiaba, pero yo sí, no por negro ni por ser hijo también del jabonero, que yo entonces no lo sabía, si no porque chupaba todo, los lápices, las reglas, todo, y le apestaba la boca, entonces si se sentaba a tu lado en el colegio, porque claro, ibamos todos al mismo colegio, te apestaba las cosas, y yo Moncho Huertas o Uertes o Werts no lo sé porque nunca lo he visto escrito, sólo escuchado, así que podría ser Werts o Uertes o Huertas, aprendí a dibujar escondiendo mis colores, para que no me los chupe, el mellizo blanquiñoso resultó ser un hacha con las mujeres, a los 10 era el preferido de la hija del farmacéutico, a los 12 de la sobrina del profe de física que tenía 20 y ya a los 14 iba en scooter y le gustaba hasta a la emolientera de la esquina del mercado, un día lo encontramos tirado en una esquina, sin la mitad de los dientes y en calzoncillos, lo llevamos a su casa y los días siguientes, sin verlo más, nos dejamos llevar por las historias de la viejas, que si se había follado a la mujer del pollero, que si a la del verdulero, que si a la del coyote, que lo descartamos porque entonces estaría muerto y flotando en el río, nunca supimos la verdad, la señora Lucha lo mandó a Estados Unidos, o a Yuesei, o a USA no sé como se dice porque cada uno lo nombraba de una manera diferente y nunca lo vi escrito, el mellizo mestizo, que era mi amigo, también estaba enamorado de la hija rubísima de la evangelista, si yo le regalaba una flor, él le regalaba dos, si yo cantaba una canción en la kermesse, él le grababa un casette, si yo la esperaba a la salida de la panadería para andar juntos hasta su casa, cuando llegábamos él ya estaba allí, en la puerta, la amistad es débil si hay mujeres de por medio, me dijo mi abuelo un día, y se me grabó a fuego en el alma, ensayé declaraciones, me probé camisas, cambié de peinados y bañado en colonia la esperé como siempre en la esquina, la esperé hasta que los panes se acabaron, y, derrotado, fui a buscar a mi amigo a felicitarlo por haberla conquistado, lo encontré llorando por todo, porque se olvidó de comprar pan, porque su hermano se había vuelto gay en Estados Unidos, o Yuesei o USA, porque su vieja no era puta pero todos creían que era puta, y porque la hija rubísima de la evangelista se había escapado con un vago motorista de los de la esquina y nadie la había visto desde la noche anterior, yo me alegré un poquito porque podía odiar de verdad a quien se había llevado a la quinceañera ricotona, que no lo he dicho, pero se llamaba Mili, la mamá de Mili se pasó el día yendo a casa de las amigas de su hija y no señora aquí no está, no señora aquí tampoco, que va señora, esa es una bandida y no dejo a mi hija que se junte con ella, nosotros en el barrio esperábamos el desenlace que por entonces tenían esas cosas, o sea, que la hija iba a aparecer caminando diferente y con el pelo lavadito, mientras que el desflorador vecino aparecía dos horas más tarde, volviendo de un supuesto partido con los amigos del puerto, pero la mamá de Mili no, ella seguía creyendo en la virtud de su hija, en que no podía ser que se haya ido con ese vago de mierda que encima es cholo y chatito, mejor se hubiese ido con el hijo del de la farmacia que hasta tiene carro y todo, pero la señora Lucha, que ahora resulta que no era puta aunque todos decían que sí, le dijo déjala que esa vuelve sola, y la llevamos a la posta a que le hagan una bajada de reyes, el mellizo mestizo y yo nos miramos seguramente pensando lo mismo, pero antes de decir nada, apareció por una esquina la quinceañera rubísima, felicísima, limpita limpita y juraría yo que con las caderas más anchas, fue como cuando un tractor te da las largas en la carretera, entonces murió mi inocencia y me dediqué a buscar la manera de tirarme, yo también, a la quiniceañera, casarnos y ser felices y que llevase mi apellido, Huertas, Uertes o Werts, como chucha se escriba, que ya no sé.

lunes, mayo 02, 2016

En esto creo

Mi padre siempre me dijo de niño que, antes de recibir la pelota, yo ya tendría que saber a quién iba a pasársela, que eso me daría segundos de ventaja vitales contra cualquier rival. Uso ese consejo para todo, dentro y fuera de la cancha.

Mis hermanos son las personas más desorganizadas que conozco. Y yo juego a organizar todo. Es como que la hormiga tuviese de hermanos a 3 cigarras, Pero los quiero igual, aunque me pongan muy nervioso cuando se acerca una cena familiar y no sepa hasta horas antes si van a ir o no.

Me encanta New York, creo que es la única ciudad del mundo en la que me he sentido realmente invisible cuando he querido y potentado minutos después. 

Todas las pelis que tengo en casa son las que me han hecho sentir cosas, sin importar mucho su calidad. Puedes encontrar "Soldado Universal" o "Karate Kid" al lado del pack de Kubrick.

Siempre digo "por favor" y "gracias". Incluso cuando te estoy insultando

Hace mucho que no creo en dios, más o menos al mismo tiempo en que dejé de esperar que venga un ovni a abducirme en invierno. En verano no, que me pilla mal con las vacaciones y eso.

No sé hacer cuentas mentalmente. Antes de tener un smartphone me tenía que fiar de los camareros, podía pagar perfectamente 5 veces más lo que valían las cosas. Encima, para evitar pasar vergüenza, pagaba todo con tarjeta y no veía el ticket. Ahora uso la calculadora del Iphone.

No sé si alguna vez fui un cornudo, pero sospecho firmemente que sí, que lo fui. Con premeditación y alevosía, además.

He intentado tocar la trompeta, la guitarra, el tambor y sueño con el piano. Pero he fracasado en todo estrepitosamente, hace falta ser constante y muy disciplinado, atributos que olvidé cómo usar en 1987. De lo contrario ahora tendría un grupo de rock famosísimo.

Siempre me enamoro de la misma.

Tengo pocos amigos, imagino que es porque siempre intento que la gente que me conozca bien.

Odio la leche. ¿Has visto una vaca de más de 15 años bebiendo leche? ¿A que no? No más preguntas, su señoría.

Todo eso de ser vegano o de los libros de autoayuda me parece una gran chorrada universal. ¿Por qué cerrarse puertas que otros lucharon tanto para que nos las encontrásemos abiertas al nacer?

Cuando empecé con lo de las citas a ciegas, me preguntaba siempre por qué no le habría gustado a ésta o a aquella. Ahora me produce el mismo efecto que perder el autobús un domingo soleado.

Si pudiera decirle algo a mi yo del pasado sería "Relax, causa, no es tan importante".

lunes, abril 18, 2016

La campeona

Súbete una cocacola, porfa.
Ok, dije, y pensé así compro unos condones, desde aquí veo una gasolinera.
Gracias. Es el 3º D, llama al telefonillo, que te abro.
Estás muy guapa, dije, pero pensé, no te beso ni de coña, esa cara es de tener una neumonia de caballo, bonito piso, todo Ikea
Siéntate, lo siento por el catarro, pero te lo dije, llevo una semana así.
No, si lo importante era vernos, y no tardar la vida en llegar hasta aquí joder!, que he pasado mil rotondas, cada una más fea que la anterior. Así que hoy con un café, nos ponemos cara ¿no?
Sí, ¿te ha costado mucho llegar?
¡Qué va! con el GPS es más fácil, pero. en serio tú, ¿quién cojones vive en Humanes por voluntad propia?, si esto es más feo que una nevera por detrás. Calles rotas, árboles tristes, gente en chandal por las calles.
Ya, yo en media hora estoy en el centro...
Los cojones
...sólo tengo que coger la carretera blablaba que la pillo en blablabla y arreglao.
Ya, ¿te despelotas o qué?
Voy a tender la ropa de mis hijos ¿vale? Que justo ahora había puesto una lavadora.
Vale, que bajón tío, sólo le faltaban los rulos en el pelo y la bata de la abuela. Así que me levanté, tío, porque había una vitrina ahí que parecía de esas que ponen en la entrada de los polideportivos y me entró la curiosidad. Y estaba llena de trofeos con figuritas de alguien levantando la pierna muy alto, o metiendo puñetazos al aire. También había diplomas y uno que otro dibujo horrible de esos que hacen los niños. Y va y me pilla cotilleando.

Son mis trofeos de karate. Soy subcampeona de la Comunidad de Madrid y campeona absoluta de Humanes
¿Tú? o sea, ¡¿tú?!
Sí, o sea, fumo mucho como habrás visto, que ya llevo casi dos desde que has llegado. Pero lo llevo bien, cuando tengo torneo no fumo en todo el día. Mi entrenador me dice "no fumes me cago en todo" pero yo fumo y le digo "a ver Manolo, luego gano ¿no?, pues no me toques la polla...
Sí, así, "no me toques la polla"? yo flipaba.
... así que me fumo mis Fortuna y plin.
Plin. Dios.
Yo no fumo.
Haces bien. Cuando están mis hijos intento no fumar, pero me dicen "mami hueles raro". Tienen problemillas ¿sabes? los dos. Así que les explico con calma: "mami fuma porque es nerviosa, pero vosotros no debéis fumar ¿vale?" Siempre dándole ejemplo ¿sabes? Para que luego diga el gilipollas de mi marido que no sé criar a mis hijos. Que le den por culo a él y a la soplapollas de su madre.
¿Marido? Pero ¿no estabas separada?
Sí, pero no divorciada, estoy en ello. ¿me sirves un poco de cocacola?
Claro, claro no me vaya a dar una patada de grulla o algo. Vaya choni, y no paraba de hablar la tía
¿Cómo no voy a saber yo criar a mis hijos? Me cago en todo, si mi niña ha sacado sobresaliente en inglés, espera que te traigo las notas
No, no es nece...
Que sí, espera.

Me bebí tres sorbacos de cocacola y casi me asfixio. Me di golpecitos en el pecho y sentí los condones que me había metido en los bolsillos. ¿Te imaginas que me descubre con condones?

Mira, dice y abre la libreta en plan orgullo e madre. Yo hace rato que me quiero largar, tú. Espera que me limpio los mocos. [insertar sonido de mocos de abuelo aquí] Bueno, que mis hijos tienen problemillas ¿vale? Pero yo les tengo paciencia y nos sentamos y vemos las cosas y me dice "mami, no sé como se dice "entre" en inglés" y yo le digo "bitguïn" y ella "no entiendo" y yo "dónde están tus ojos...y tu nariz...pues la nariz está bitgüin los ojos" y ella "ay mami gracias, soy happy".
Claro, claro, miro el reloj, veryjapy
Es que tiene problemillas ¿vale? tiene el Trastorno de Déficit de Atención. Y el pequeño también. Y yo. Pero me medico ¿sabes?
112, ¿sí?, una pizza con queso y dos orfidoles. Pero, ¿medicarse en plan una pastillica y ya? ¿o en plan electroshock? - le solté, sí tio, ya total no la iba a tocar ni con un palo y sólo quería salir huyendo. Espera, rotonda, que esta mierda de barrio está petado de rotondas horribles.

Oye, que me tengo que ir en breve.
Ya, yo también he quedado aquí en el bar de abajo.
¿El de la esquina, el de las mesas de plástico?
Sí, ¿pasa algo?
No, ¿qué va a pasar?

Le di el abrazo ese de "hasta nunca", tío. Bajé sus escaleras horribles y oscuras y subi a mi coche más rápido que Michael Knight. Puse "casa" en Google Maps y salí escopetao. Ahora ya estoy por Getafe, que es horrible también pero al menos me lo conozco de cuando iba a la universidad...que va, paso, en cuanto llegue a casa le mando un mensaje de despedida, sabes que soy un gentleman aunque estén locas...¿dónde estáis entonces? ¿Bo-Ffin? Llego en media hora, pídeme una Guiness larga, me hace falta como el comer. Puto meetic, me doy de baja mañana. Te dejo que está la poli.