martes, mayo 09, 2017

No sé si soy

No sé si soy un buen bailarín.

De niño siempre fui el alma de las fiestas. Moviéndome como un gusano epiléptico al ritmo de una danza tribal cuando sonaba cualquier tambor. Nadie me superaba y me encantaba ver cómo mis amigos me observaban envidiosos desde el sofá de sus padres, comiendo arroz con leche de cumpleaños. Ahora no, ahora los bachateros y bachateras se mueven como salamandras en celo y yo los observo comiéndome las uñas, preguntándome si alguna vez (realmente) supe bailar.

No sé si soy un buen futbolista.

Mis tobillos ya no giran con precisión y si mando una pelota a la esquina del arco, termina en un lateral de la cancha o asustando a las palomas que dormían en algún àrbol de Moratalaz. No desbordo a nadie, no encuentro espacios y mi fondo físico es parecido al de Cassano cuando estaba en el Real Madrid. Duele pensar en la época en que me sorprendía a mi mismo con lo que hacían mis pies con la pelota, y la alegría al salir siempre de una cancha. Ahora sólo voy por la cerveza.

No sé si soy simpático

Últimamente descubrí que puedo sonreír más, gracias a Alice, que lancia in aria il mondo e lo riprende al volo, trasforma un pomeriggio in un capolavoro e mi fa stare bene quando io penso a lei . Pero cuando su luz se apaga me quedo pensando en que tampoco pasaría nada si no vuelvo a ver a esta gente del curro con la que me esfuerzo en quedar de vez en cuando, y a la que le caigo tan bien. Así que organizo cosas como un paintball carísimo, sólo para verificar mi tirón, y se apunta todo dios.

No sé si soy un sociópata

Yo siempre fui un grunge, pero acabaron los noventas y el hecho de no adaptarme a las normas sociales, la ausencia de empatía y el tener siempre en las fotos cara de modelo de Rembrandt pasó de ser cool a convertirse en síntomas de una enfermedad que yo asociaba a gente como El Chacal. El nihilismo encontró peligrosos sinónimos en google y los enterados de twitter usaron mis posts para analizarme y recomendarme un psicólogo argentino. Fui. Y sólo obtuve como gran recompensa conocer un bar perfecto al lado del metro Diego de León.

No sé si soy buen hijo

Visito a mis padres una vez por semana y les llamo unas cuantas más. Me gusta aburrirme con ellos, tumbado en su sofá viendo Netflix o pateando mercadillos cutres de Madrid. No les he comprado una casa ni un coche ni nada en los 8 días fantásticos del Corte Inglés. No les he dado nietos ni otro tipo de disgustos. De vez en cuando les pido que pasen por casa porque me vienen a instalar la fibra y mamá aprovecha para organizarme el cajón de calcetines. Dejando siempre a la vista mi cajita de piel donde guardo los condones.


No sé si soy buen amigo

Hace mucho que no hablo con mi amiga, la de New York. Me aburro como un padre de familia  más cuando visito a mi amigo con hijos y con el que no los tiene sólo hablo de fútbol o el crecimiento del IBI. Ya no intento forzar cenas o tardes de cervezas y abandono grupos de whatsapp como quien se va de un bar lleno de guiris. Los escucho cuando me cuentan sus cosas, y opino, pero no hago likes en sus tweets ni los sigo en instagram.


No sé si soy un buen Escritor

Pero si has leído hasta aquí, puede que vaya bien encaminado.