viernes, agosto 21, 2015

Cachetada de payaso

Falso es el Patek Philippe que llevo brillando en la muñeca, y falsa es su hora.

Falsan son las extensiones de la morena de vestido verde que baila eso de yo yo, yo me paré un taxi yo yo, yo me paré un taxi, mientras camina hacia mí (para pasar a mi lado, sin verme, como hacen las mujeres con las columnas de los parkings) con una copa de color naranja fosforito. Falsa como su vaso de plástico. Falso como el sonido surround de este bar de mala muerte.

Falsa es la risa de un señor, que viene hacia nosotros para presentarnos a su sobrina pechugona. No me creo que sea su sobrina, digo, y cuando pregunta que por qué respondo que porque la acaba de besar en el cuello, y eso, estimado señor, mis tíos no me lo han hecho en la vida. Así que o en mi familia son muy raros o usted es el chulo de esta fresca, o quiere llegar a serlo. Su reacción no es falsa, se va con su tema a otro lado. Minutos después la sobrina está ya colgada del cuello de otro incauto. Yo, cuando me mira, sonrío, falsamente.

Falso es el sí que le he dado a Vicky, cuando me ha preguntado si hay química entre nosotros. No hay ninguna, nos enrollamos y ya. Pero he respondido con falsedad porque su pregunta también venía con falso ímpetu: a ella se la bufa tanto como a mí, y sólo quería saber si me importa que se haya follado un irlandés el jueves, haya dormido en casa de un toledano el viernes y haya dejado plantado a un pobre desgraciado el domingo, mientras yo estaba en la playa. Le dije que no, sin falsedad, y nos reimos desencajando la mandíbula, golpeando una mesa de falso aluminio.

Falso es el abrazo que le di al idiota del curro, en su último día de trabajo. Falso es el mail que mandó, despidiéndose de todos, falsos fueron los 3 euros que no puse para su regalo y falsa fue mi presencia en su despacho, cuando la mongola de la oficina se puso a inflar globos y le entregó dos muñecos y una tarjeta firmada por todos. A lo que él, reaccionó agradecido y nosotros nos conmovimos falsamante.

Falsas son las esperanzas de ver nuevamente a un ligue, tras nuestro polvo de una noche, y falsos son los motivos que se dan para no volver a quedar. Cada excusa parece sacada de mi manual de veinteañero y no muy falsas son las risas al verlas llegar.

Falsa es mi ex, que dice que nació para ser feliz no para ser normal, y se folló a un niño bien en cuanto la dejé, y luego dejó a este por un policía salsero de Barcelona, al que dejará cuando le dé por visi.tar Siberia y se folle a un esquimal.