lunes, abril 30, 2007

I am the walrus




Nadie (de mi entorno, fans de Bisbal mayormente) la conoce. La primera vez que la escuché me pareció alucinante, el juego de voces, los arreglos, las voces de fondo, los cambios de ritmo, todo. Y ya cuando busqué la letra en Internet, flip-out. No tenía ni pies ni cabeza.
Magical Mistery Tour fue un proyecto personal de Paul McCartney, y sus tres amigos, en pocas palabras, le hicieron la taba, Ringo hizo como que tocaba la batería, George puso su gesto de anteriores discos y tocó la guitarra, y John, fue el genio de siempre por el que Paul babeaba.

Un joven, que estudiaba en el mismo colegio de la infancia de John, le escribió (sus cartas se subastaron hace poco en Internet) pidiendo ayuda, ya que su profesor de literatura había desarrollado su clase descifrando “mensajes ocultos” en las canciones de los Beatles. John quedó fascinado, y respondiendo al muchacho, le prometió que escribiría una canción que “esos cabrones” jamás podrían descifrar. Tenía ya dos estrofas, sin ninguna relación entre sí, y que sólo un genio como él podría juntar en una canción, le agregó retazos de una canción infantil, palabras inventadas, ojos de cuervo dormido, colas de rata y ratón, y unos colmillos molidos de un jabalí cachetón.

La morsa, que según Lennon era un personaje de Lewis Caroll, representaría en el cuento “La morsa y el carpintero” la avaricia, el consumismo y el capitalismo (por eso John diría: «Oh, mierda, me he equivocado de personaje».) Y la canción, para mí, es una de las más interesantes de la discografía Beatle, y debería haber sido incluída en el “Sgt. Pepper’s…” pero no le gustó a George Martin, y se descartó, publicándose luego como single junto a “Hello, Goodbye”.

Después de toda esta parrafada (hay más en Internet), sólo me queda recomendar la canción, disfrutar del genio de Lennon, y divertirse con el video, incluído en la película “Magical Mistery Tour”. Así, la próxima vez que alguien se quiera hacer el culto y diga "me gustan los Beatles" pregúntale si conoce esta canción.
Dedicada a tí, mamón, que sólo conoces "Yesterday"

martes, abril 24, 2007

Vacaciones de novela


Lo que más recordaré de mis últimas vacaciones, además de mi conjuntivitis infecciosa, será el submundo de las telenovelas. Ni el sol, ni el excelente arroz negro del restaurante Canela (C/ Quart 49) me harán olvidar que de 8 a 10 de la noche, en la tele no había más que esas historias bastante inverosimiles, pero divertidas. En una de ellas, (la de las 9, no me acuerdo del nombre) una mujer de 37 años hacía el papel de una chica de 20, con visibles muestras de envejecimiento que para cualquier persona normal (las que no ven telenovelas como life style) quitarían credibilidad a un personaje, bastante risible ya. La señora-chica hacía de campesina pobre que se enamora del patrón (of course), rico heredero que, contradiciendo todas las leyes de la física, no se tira a su fiel trabajadora, sino que se enamora de ella, pierden la virginidad juntos y le jura casarse con ella cuando vuelva de estudiar en Londres (capital de Inglaterra), ella angustiada en su espera, y embarazada a la primera, conoce a un fotógrafo que le promete fama como modelo, pero que la vende como prostituta de lujo y la pobre llega a Europa, sí, pero a los peep show de Montmartre en París (capital de Francia, como ella siempre dice, para mi descojone). Mientras su novio vive encerrado en su super piso y no se quita se camiseta de Cambridge ni pa' mear, no vaya a ser que no nos creamos que vive en Londres (capital de Inglaterra).

La novela de las diez es más interesante por una simple y sencilla razón: sale Gaby Espino, dalina de Nubeluz que me hizo olvidar con rapidez a Almendra Gomelsky y que desde entonces forma parte de mis sueños nubecinos. Aquí Gaby hace de niña bastarda de un hombre rico, que no encuentra mejor forma de acercarse a su hija que meterla a trabajar como sirvienta en su casa. Lo que provoca que las fieras (Por eso se llama Mundo de Fieras), se encargarán de hacerle la vida imposible. De forma paralela, se desarrolla la historia de dos amantes que se enamoran en Venecia (a pesar del olor a desagüe, perenne en la ciudad) sin siquiera saber sus nombres, pero ella al ver que una le dio a su querido un besito simpaticón, rompe a llorar y huye, sin dar explicaciones, a otra ciudad; él, desesperado la busca por tierra, mar, bares y mercadillos hasta que averigüa que está en Barcelona y va a buscarla (sin saber ni su nombre, ni su dirección), entonces, mientras caminaba por la plaza Catalunya y cuando estaba a punto de ser asaltado por unos árabes, la ve (¡qué casualidad!) y la besa con fuerza. Ella, fiel a su estúpida posición, lo abofetea y huye una vez más, dándole largas a ese amor imposible, e ignorando también que su amado es su hermano, pero no importa, ricurita, porque eres adoptada, pero hasta que falte un mes pa’ que acabe la novela, no lo sabrás.


Lo ideal sería que las dalinas, todas, hicieran una novela, en la que el galán fuera yo, y cada dos meses, me enamoraría de una, para al final casarme con Gaby, que de niña sufría parálisis, pero que gracias a un accidente de avión, de la que es única sobreviviente (cayó sobre mi piscina) se recuperó. Soñar no cuesta nada, aquí en Madrid (capital de España).

miércoles, abril 11, 2007

¡ Santos hikikomoris, Batman !


Los hikikomori (en japonés ひきこもり o 引き篭り) son adolescentes y adultos jóvenes que se ven abrumados por la sociedad japonesa y se sienten incapaces de cumplir los roles sociales que se esperan de ellos, reaccionando con un aislamiento social. Los hikikomori a menudo rehúsan abandonar la casa de sus padres y puede que se encierren en una habitación durante meses o incluso años. Según algunas estimaciones, puede que haya un millón de hikikomoris en Japón (uno de cada diez jóvenes). La mayoría de ellos son varones, y muchos son también primogénitos. Esto me lo copié de la wikipedia.


Y si me preguntan ¿qué hice en semana santa?, hice de hikikomori. Tirado en la cama viendo westerns: la versión remasterizada de Django, comprada en ebay; El Topo, capo lavoro, de Jodorowsky; Once upon a Time in the West, con Henry Fonda de malote (y el único que cepilla a Claudia Cardinale). Desayunaba magdalenas y zumo de naranja recién exprimido, casi no cocinaba y cuando me entraban ganas de comer algo consistente, un poco de pasta y sanseacabó. Volvía a la cama y ponía mis capítulos de Speed Racer, recién bajaditos y en inglés sin subtítulos. Esto último me provocó una pequeña crisis de ansiedad al ver que todos los malos que persiguían a Speed (Meteoro pa’ los amigos) volaban por los aires y caían de precipicios eternos, pero al llegar al suelo sólo sufrían roturas en sus ropas de piloto y algunas estrellitas les rodeaban la cabeza. Me curé de la crisis viendo a las chicas Gilmore, ¿con cuál me quedo, con la madre o con la hija?


Ya cuando llegaba la tarde, los tambores y trompetas de las procesiones me despertaron de mi siesta de recogimiento, busqué mis tapones para los oidos y me volví a sumergir en el sueño mientras pensaba en la forma de conseguir (by the face) la primera temporada de Mision Imposible, que ya vendían en las tiendas al módico precio de 48 euros. Al despertar, tenía sed casi siempre y volvía a beber del vino tinto que le regalé a mi hermano hace meses y que aún no ha probado. La próxima le daré un barril autoenfriable de cerveza y seguro que me nombra hermano del año, o algo así. Con la garganta mojadita, mojadita, le eché una ojeada al libro que me había regalado mi hermana (de casualidad: se lo habían regalado a ella, pero como del cosmopolitan no pasa…) sobre la misión al Nilo que envió Nerón en sus tiempos de emperador piromaníaco. Estaba en algodón, leí dos capítulos y puse un disco de Luis Miguel, que me volvió a dormir.
Tiempo santo, tiempo santo. Jesús había muerto ya y podíamos hacer lo que quisiéramos: sexo, drogas y rock & roll (diosito no nos ve, pues). Yo, en cambio, tuve que ir a casa de mi mamá (quiero quaker) porque ya la había rechazado dos veces en una semana y esta vez me amenazó con que si no iba venía ella, así que junté toooodas mis fuerzas y recorrí los 15 metros que separan su casa de la mía.
Me escapé en cuanto pude y quise ver la Pasión de Cristo, pero no la tenía en DVD así que me conformé con Raging Bull, y vi a de Niro engordar como un desgraciado, en esa especie de Rocky para inteligentes. Llegó la noche y había futbol, puse la tele y me dormí otra vez. Al día siguiente ya se acababan mis vacaciones y salí a dar una vuelta, esquivé las procesiones y me metí a un café irlandés a leer, tranquilamente, el periódico, en plan bo-bo (bohemian borghuese) con el último disco de Norah Jones de fondo. volví a casa y vi Annie Hall, haciendo tiempo para recoger a Solenne que llegaba en el vuelo de las 6 y media, qué buena película y los diálogos son geniales, para muestra un botón:


Loquero de Alvy: How often do you sleep together?
Loquero de Annie: Do you have sex often?
Alvy: Hardly ever! Maybe three times a week.
Annie: Constantly! I'd say three times a week.


Solenne llegó puntual, y de camino a casa me preguntó que qué hice esta semana santa. respondí que nada pero la respuesta real hubiera sido ando, ando, hikikomoriando.