sábado, mayo 29, 2010

Three Forasteros


Lucio, Chencho y yo, entramos en un bar de La Velilla, haciéndonos notar.

- Tíos, tengo todavía el ojo rojo por la puta conjuntivitis. No os quitéis las gafas porfa, así no seré yo el único gilipollas.
-Ok, niño; será un homenaje a Reservoir Dogs.

Dejamos el Seat León de Chencho (con baca superior incluida) aparcado en la puerta del bareto y entramos imaginando que Tarantino musicalizaba nuestros pasos. Dentro, algunas familias jugaban con un futbolín, otras se reunían en torno a una mesa con parroquianos jugando al mus, y unos niños correteaban en cinco metros cuadrados.

- Va ser que no tienen puros, colega - dijo Chencho, acomodándose las gafas oscuras.
- No tiene mucha pinta, no - respondió Lucio.

Desde detrás de mis nuevas Ray-Ban vi que un lugareño se acercó hasta la que seguramente sería su novia y, sin muchos susurros de por medio, le dijo algo así como "vámonos pa' la casa, Jacinta" a lo que ella, parroquiana solicita, no pudo más que responder "pues vamos pa' allá". Los hombres de la mesa de mus nos miraron desde sus posiciones y las muecas de sus bocas me confundieron sobre manera. Lucio me iba traduciendo cada una de ellas, porque yo, al no haber hecho el servicio militar, nunca había jugado a este juego:

- Se muerde el centro del labio inferior, tiene reyes, dos.
- Mira ése ha levantado las dos cejas, tiene dos parejas, duples.
-Ese te ha guiñado un ojo, una de dos, o tiene 31 puntos en cartas o es maricón y le molas.

Salió, al fin, el camarero a nuestro encuentro, embutido en una camiseta amarillo patito con la inscripción "Peña Los Flanes" a la que hacía honor de forma onerosa con su nunca bien moldeada panza, y nos preguntó que qué nos servía. Lucio le preguntó si vendía puros, o mejor dicho, le dijo "vaser que no tienes puros, ¿no?" a lo que el Flan amarillo patito respondió con una seña que en mus habría significado que tenía dos ases: arrugó la nariz. Chencho le preguntó que dónde podríamos conseguir puros, y el de las muecas nos dijo que, girando a la derecha en la esquina del burro (¿?) estaba EL estanco del pueblo, que igual allí había algo.

- Antes de irnos - propuse - nos tomamos un orujito del pueblo ¿no?
- Vale - respondió Lucio y añadió - pon nos tres orujos de hierbas, anda.

Llegaron tres vasos con un líquido rojo y un flash de la fiesta de Iván vino a mi mente. En él, yo me acercaba a un grupo de tres tíos y una tía y le decía a ella, "mira, la vaquilla me ha hecho esto, hello, I love you, won't you tell me your name?". Avergonzado por el recuerdo bebí el orujo de un trago y me gané el respeto eterno del maricón de la mesa de mus. Comprobé que ya no había mujeres en el bar. En la tele, una reportera entrevistaba a gente que hacía cola en el Santiago Bernabeu para ver la final de la Champions League. Venga, vamos a por los puros.

Subimos al coche, y, al llegar a la esquina vimos a un burro de trescientos años atado a un arbusto. Pensé que, si se lo propusiese, el viejo burro podría huir sin más de esa mierda pueblo con menos casas que mi belén de Navidad, pero imaginé que si huyese, el pobre daría la vuelta después de vagar por kilómetros y kilómetros de carreteritas comarcales y comprobar que todos los pueblos de los alrededores eran iguales a ese. Lo vi, entonces, volver a su arbusto seco y a punto de ser desprendido por una suave brisa para atarse el mismo con su boca de burro mientras pensaba, en mi imaginación, "Virgencita, que me quede como estoy".
Giramos a la derecha y vimos el letrero "Tabacos" que anunciaba el punto en el que estaba el estanco. Como más tarde Lucio no se cansaría de contar en la boda de Dario, el sitio no era sólo un estanco, sino también tienda de alimentación, farmacia, juguetería, y almacén de confección ligera. Preguntamos, creo que por joder, si tenía puros Montecristo, pero el dueño, que en ese momento despachaba una copia pirata de la moto de Valentino Rossi a escala 1:500, nos dijo que no, que estos puritos nomás...si eso. Quise pagar con tarjeta y el hombre cogió mi Visa, leyó incluso las letritas que vienen detrás y que sólo sirven para comprar billetes de avión, la olió, la mordió un poquito como si fuese una medalla de oro de las olimpiadas, y después me la devolvió diciendo que, en La Velilla, todo se pagaba en efectivo, que así nos entendemos todos mejor.
Lucio me hizo stop con la mano y sacó un billete de 20 euros. El tipo nos dio dos cajitas de puros de café y salimos con la certeza de haber estado en escena de el Show de Benny Hill.

- Vaya mierda de pueblo, tio.
- O sea, ni siquiera pude pagar con tarjeta.
- Yo creo que aquí no tienen ni TDT. Como mucho una T.
- De televisión española.
- ¿Te imaginas? Sólo poder ver "Saber Vivir" o "España Directo"
- Yo creo que "Saber Vivir" ya no lo echan.
- ¿Ah no? - acomodandome las Ray-Ban - buah, da igual.
- Debe ser una mierda cuando quieres ligar, tio.
- Ya, aquí habrá una tia buena y será más estrecha que el carajo.
- O no. Igual es más perra que Niebla.
-O no.
- ¿Os imaginais? "Tío he roto con Marta" y el otro "ya, a mí me pasó lo mismo hace un año, qué putada paisano".
- Jajajaja, porque la Marta esa sería la única tia buena del pueblo. Muy bueno, niño.
- Yo creo que ese cartel que ponía "Tejera del Fausto" es a donde íbamos.
- ¿En serio? - freno en seco, qué coño importa, la carretera está desierta - vamos marcha atrás entonces.

Dejamos el seat en la sombrita y una nube de polen nos envuelve. Creo ver a un lobo que nos acecha desde la cima de una montaña pero achaco la visión a los estragos de mi conjuntivitis. Aparece Raquel, monísima, con su novio, italianísimo y nos preguntan que dónde estábamos. Fuimos a por puros, respondemos, y Lucio empieza a contar la historia: "Llegamos a un pueblo de mierda que, creo que se llama Melilla y...


domingo, mayo 23, 2010

Fiebre de Sábado, Noche


Yo, lo juro por mis hijos, había calculado el tiempo para llegar a La Pedriza o'clock. Pensaba incluso pasarme antes por el Factory para buscar un par de gemelos para mi camisa y unos zapatos nuevos en Martinelli. Pero cuando vi que en el e-mail de Dario ponía Pedraza, me acojoné.

- ¿Si?
- Laura, guapa. Soy yo...esto...¿Dónde es la boda?
- Cómo que dónde, en Pedraza....¿Dario no le mandaste el mail a tus amigos?
- Sí, si lo tengo, Laura. Por eso llamo... es que creía que era en La Pedriza.
- Joer, tío, eres un desastre, jajaja.
- Ya. Pero don't worry, llego bien.
- Tú mismo, son 140 kilómetros.

Me puse la camisa volando sólo para comprobar que no me gustaba y la cambié por una Benetton que había comprado días antes. Nice. Cogí una corbata a juego y salí olvidando mis gotas y cremas conjuntiviticas para los ojos. Justin Timberlake animaba mi viaje, y creo que en mi recorrido habré violado más leyes que cuando salía con esta chica menor de edad de la que mis abogados me han prohibido hablar. Los coches pasaban volando junto al mío, al que sólo le faltaba sacar la lengua como al caballo de Gandalf. Unas chicas en un Porsche me hicieron hola y les devolví el saludo, justo antes de verlas desaparecer como si fueran montadas sobre una avispa cabreada. Muchos kilómetros después, y tras pedir indicaciones a un pastor, dos lugareños, una chica que iba demasiado arreglada para pasear un carrito de bebe y un burro, llegué a Pedraza. Un minuto después de aparcar, Dario me llamó para decirme que ya había terminado la ceremonia. Cabreado, llamé a Susana para felicitarla por su cumple.

- Hola tesoritos, Happy Birthday.
-¿Qué tal golfillo?
- He llegado tarde a la boda de mi amigo, me equivoqué de pueblo.
- ¡No jodas! Tío, ¿tú de qué estás hecho?
-Qué buena pregunta. No tengo respuesta, como siempre, me avasallas. ¿Qué haces hoy para tu cumple?
- Poco, saldré a cenar y luego a tomar algo.Muy tranquilo.
- ¿Nada de fiesta?
- Uy no, no, paso. Ya hice una cuando cumplí los 30. Alquilé un boat en el Támesis para celebrar allí con mis amigos. Super cool, bailamos, bebimos y terminamos vomitando todos por la borda.
- ¿Alquilaste un barco en London? ¿Por el Támesis?
- Sí, por mi cumpleaños número 30. ¿Eres tonto, o hay que repetirte las cosas?
- A ver si vas a ser una niña rica.
- Uy no.
- Te dejo, baby. Por allí vienen mis amigos, pásalo bien.
- Tú también, ojalá y te ligues a una macizorra...que nos conocemos.

Dario, Chencho y Lucio me guiaron hasta la casa rural donde iba a ser la recepción. Allí bebimos comimos, reímos y descubrimos que todas las chicas tenían novio. Qué putada. A eso de la medianoche decidí que era hora de volver, me despedí del novio y salí buscando la carretera de vuelta, pero después de varios intentos fallidos, tuve que parar en el primer pueblo que encontré y llamar a mis amigos para que me recogiesen, humillado y frío, mientras esperaba al lado de un puente de un lugar llamado Velilla.

Al volver encontré a Lucio discutiendo con un italiano, que le decía que Italia era superior a España en todo: arte, comida, vinos,historia, fútbol, y no sé cuantas mierdas más. Era como ver discutir a un soldado franquista contra uno del Duce. Desconecté y de vez en cuando le rogaba a Chencho (que era el único con GPS en el coche) que nos fuésemos de vuelta a Madrid. Le dio de la gana a eso de las 3 y media de la mañana.
Acojonado, lo seguí por caminos por los que no pienso volver en mi puta vida, rodeados sólo de maleza y una que otra señal luminosa que advertía de la presencia de venados saltarines. Como le pedí, Chencho me guió hasta que llegamos a la carretera de Burgos y minutos después puso la quinta y dejó en evidencia a mi Kia sufridor que, con sus 75 caballos, no podía subir las cuestas con la misma facilidad de los demás.
Un disco y medio de Calamaro después, llegué a casa reventado e intentando saber por qué cuando estaba allí, en ese pueblo de mierda, llamando a puertas que no se abrían, muerto de frío y casi sin batería en el móvil; por qué cuando quise volver a casa y me encontré solo y perdido entre carreteras comarcales oscuras y sin ninguna señalización, el único miedo que tenía era no volver a ver nunca más a Sol. Recordé entonces, al acostarme, a Susana y a su gran pregunta ¿Tú, de qué estás hecho? Y sin saber la respuesta, me dormí.

miércoles, mayo 19, 2010

Absentismo laboral


- Hola, soy Julio y este es mi amigo...

Sillas verdes, mesa, amigas de Iván, mu rico todo, música de David Ghetta, recuerdos del Bernabéu pintado de la final de Champions League, yo creo que a esa tía la conozco, Pídeme una camiseta talla M, si a ti te queda ajustada a mi me irá bien, blur, blur, blur, bolitas de queso, una alemana que sonríe, una californiana que no, una gordita que me mira, una flaquita que no, ¿perdona, tienes fuego? Dos cañas que llegan, dos que se van, la vida sigue igual, salimos, Ray-ban sobre mis ojos, me siento, me paro, me vuelvo a sentar. ¿Llamamos a Marie-Flore? Je veux une photo, coquin, se la mandamos, SMS que vuela. No, yo no trabajo en Accenture, Sí, hablo un poco de francés. Muchas gracias, a ti también te sientan bien tus gafas Carrera.

- Tíos, no os podéis quejar. Pero no os acerquéis a la alemana, esa tiene muchas fichas hoy.

¿Quién cambió mi cerveza por este mojito? Sí, paella, sí, gracias. Arena abierta, una vaquilla con un cuerno pegado, creo que es de plástico, Ay pobre, si debe estar pasándolo súper mal, osea. Claro, yo cuido la garrafa de mojito, tio, don´t worry mi estimado "Little Houses". Foto pa'aquí foto pa'allá, un pasito pa' lante vaquilla. Ah que bien sabe el mojito con este sol. ¿Dónde estabas Julio? ¿KPMG, dices? Mira a ese idiota como lo ha pillado la vaquilla, que huevón. Rubia, odontología, morena, pediatría, otra morena, habla italiano, una rubia que debe matar a su peluquero, me pide fuego, no fumo, yo tampoco, mu rico, sí, pero vete que no estoy de humor. Gilipollas. Fea.

- Mirad, chicos, este licor está que te cagas.
- Sabe a caramelo.
- Sí. Ta-pón, ta-pón.
- Yo voy - digo - ponme tres, mariconadas las justas.
- A mi dame también, que comparado con el aguardiente de mi país esto no es nada.
- ¡Ostias tíos, no os lo bebáis así.....QUE ES ABSENTA!

BUM

Es de día, creo. ¿Porque estoy sobre una mesa? Mucho gusto, ese es mi culo. No era mi intención, creo. Me llevo la impresora, Por qué, Porque tu no la usas mucho, Si es por eso déjame tus tetas. Saltamos, me caigo. Creo que voy pedo, tía, A mí que me me cuentas. Me gustan tus ojos y tu boca, huyamos juntos. ¿Porque estoy tirado sobre la arena? Ya es de noche, me llamo...¿qué bus? Que subamos, espera que busco a mi amigo. Barriles, parejas, un gordo dormido sobre una planta de aloe, Déme dos cajas de Viscofresh 0.5 y una de Control Durex con Retard, ¿Julio, eres tú? Ay, déjeme, déjeme ya yo después lo alcanzo. Es de día otra vez, ¿por qué? Déjame que te eche Betadine, ¿por qué? ¡que te dejes coño!, tú no eres Laura no me gustas, mira mis abdominales, Que sí, que estás como un queso pero tápate eso. ¿Cómo es como un queso?.

BUM (no, lo siguiente)

¿Noche? Ya da igual, el Bernabeu de noche es igual de feo, ¿Birras? yo te sigo morena. No, no llevo conmigo, sorry, en Lima si llevaba, para mis amigos, yo no consumí nunca ni lo volveré a hacer. ¿Por qué me pitas gilipollas, si el semáforo estaba en rojo? Uy, todo se ha vuelto azul. Mi camiseta blanca también, ¡qué paja! I know you want me, You Know I want you, tatatá. Vaya mariconada. Anda, allí esta Julio, vaya tetas tiene la tía, Hola soy amigo de este, Que me deje, Si me das veinte euros me voy. Tome y váyase ya. Johnnie Walker y Coca-Cola Light, Light porque tengo que cuidar estos abdominales, ¿la herida? la morena ésta dice que me ha pillado una vaquilla pero no lo creo. Ya, seguro tiene nombre, pero ¿a ti te importa? pues a mi tampoco. ¿sabes qué? me voy. Taaaaxi.

CATAPUM

- Mierda, mis Ray-ban - grito.
- Yo que sé donde coño están tus Ray-Ban, déjame dormir.
- ...
- ¿Me traes un vaso de agua, porfis?
- Claro, claro, pero....esto...no es por nada, pero... ¿tú quien coño eres?

viernes, mayo 14, 2010

Dos para el camino


L'ecole de credit (en la que Julio ha sudado como si lo persiguiesen 20 perros hambrientos) acaba y Laura y Susana salen, al fin, habiéndose quedado con el 30% de lo que han visto en clase. El cielo de Madrid amenaza lluvia y Laura se ha traído el coche desde casa porque, esta noche, ha quedado con unas amigas: una que se va a China (con mi lista de la compra) y su tía salida de cincuenta años que (Laura no lo sabe aún) les va a proponer bañarse en pelotas este verano en el Mediterráneo.

- Te llevo rubia - le ofrece - te acerco al metro y así llegas antes a ver a tu churri.
- Gracias tía - responde Susana - sí, mejor, porque paso de ir en chonibus, el otro día, ¡qué momento! se me sentó una choni al lado, la de la mochila verde esa, la gorda, que su mochila es enana y parece una tortuga que ha crecido pero que su caparazón no ha crecido, y casi me deja sin aire, tía. Muy fuerte.

Bajan por una de las calles del polígono asqueroso en el que trabajamos y Laura va ya preguntándose si la calle que coje Julio cuando (amabilísimamente, sí señor) se ofrece a acercarla al metro, es la de la derecha o la de la izquierda. Ya se verá, piensa, abre el coche, se sienta, se pone el cinturón, suenan los 40 principales (muy bajito porque a Susana no le gusta el ruido) , enciende el coche, pone la primera y salen. En la primera rotonda se equivocan y, sin saberlo van rumbo hacia San Sebastián de los Reyes.

- Laura, tía, no es por nada pero creo que no vamos bien.
- ¿Tú crees? Pero si cuando hice la entrevista hice este camino dos veces y no me perdí. Tu confía, ya verás cómo llegamos en un periquete.
- Bueno, entonces, como te decía: no sé por qué nuestra jefa tiene esos prontos, tía. No sé, es como que le da algo ¿sabes? al principio como que es muy polite, ¿sabes? Pero después sale y me trata como si fuera una inútil y yo, o sea, no soy una inútil pero si nadie me dice cómo hacer mi trabajo pues no me lo voy a inventar ¿sabes? Y con los chicos es súper maja, especialmente con Chris...¿segura que vamos bien, tía?
- Sí, que sí. Que yo controlo.
- No sé tía, pareces como desorientada.
- No me digas lo que parezco -sonriendo, pero cagándose en sus muertos - ¿vale?
- No, no, si te lo digo de buen rollo. Pero, ahí pone San Sebastían, tía.
- Venga, creo que me he pasado, damos la vuelta. Pues a mi la que me cae mal es Natalia, tía. No sé, odio que siempre me esté mirando, como vigilandome ¿sabes?
- Eso es porque eres amiga de los chicos.
- Ya, eso creo yo también. Puta perra.

La carretera de Burgos tiene una pequeña salida en la que, si estás atento, puedes ahorrar kilómetros de camino. Laura y Susana tendrían que haber cogido esa salida, pero ¿por qué lo harían? ¿Para qué simplificar la vida si podemos pasarnos la salida y seguir por esta carretera tan bonita y con tantos cochecitos? Mira Susie: Sanchinarro. Mira Lauri, las torres de Florentino Pérez. Mira Susie, Chamartín. Mira Lauri, me cago en tus muertos, que me están esperando.

- ¡Un avioncito!- apunta Susana - eso el aeropuerto tía, yo voy para allá, o casi. Pero si eso me quedo allí.
- Yo iba para Campo de las Naciones,¿está cerca?
- No sé tía, pero vamos hacia el avioncito anda, focus Laura, focus, avioncito, avioncito.
- Ok, ok, pero no me des órdenes ¿vale? - sonríe, ya ha asumido que su orientación es la de una cobaya - vamos al aeropuerto, entonces.

Sin saber cómo, se meten por la carretera de peaje. Diez pavos, piensan en voz alta y Laura dice, ya cabreada, ni de coña, yo no pago, y da un volantazo para volver a la autopista gratuita sin ver que, detrás, venía un coche a más velocidad que la suya. Freno, casi choque, volantazo again, bocina al máximo de su potencia, Susana grita con los brazos extendidos y los ojos cerrados. Cuando al fin han conquistado el carril que buscaban, Laura ve por el retrovisor a su nuevo amigo que despliega todo su arsenal de insultos, y ellas, aunque no lo oyen, intuyen lo que les haría si las pillara.

- Susana tengo miedo.
- Anda que yo... no te jode.
- Oye, que no ha sido mi intención ¿vale? Que nos hemos perdido, vale, pero ya vamos por el buen camino.
- ¿Ah, si? llevamos media hora en el coche, tía. Además, no quiero ser borde, pero...en esa señal pone Paracuellos del Jarama.

Paracuellos del Jarama es un municipio de Madrid, a veinte kilómetros de donde mis amigas querían estar. Fue allí donde se instalaron los primeros instrumentos de control aéreo, en 1950, pero no creo que eso le importase mucho a Laura, que, en ese momento, sólo estaba cagada de miedo porque la agujita de la gasolina se acercaba peligrosamente al fin de su camino.

- Damos la vuelta en la próxima rotonda ¿vale?

Suena el teléfono de Susana, y ella, sin dar crédito, le cuenta a su churri que está en un pueblo de mierda, que ya llegará, que la espere si eso. El teléfono sonará un par de veces más antes de que, al fin, Laura encuentre el camino de vuelta y deje a Susana en la primera parada de metro que verán por el camino.

- Lo siento mucho, tía, de verdad.
-Que no pasa nada, mujer. Ha sido una aventura. Hemos hecho en cuarenta y cinco minutos un recorrido de diez, pero mira... tampoco es para tanto. ¿Nos vemos mañana, vale?

No sé qué pensó Laura hasta que dejó el coche a dos kilómetros de su casa para no pagar el parking (no le gusta que me imagine lo que piensa) pero sé que me llamó cuando yo estaba viendo un capítulo aburrido de Fringe y cenando, solo, as usual.

- Tío, jajajajaja, es que Susana y yo...es que no te vas a creer lo que nos ha pasado.
- Espera - le digo - paro esta mierda y hablamos con tranquilidad, baby.

Hablamos hasta que llegó a casa de su abuela. Me reí de sus desgracias, y le pedí con el mayor de mis descaros (que le encantan) que le dijese a su abuela que me gustaban sus ojos y su boca; me mandó a paseo y lo último que escuché por el teléfono fue:

- Anda que se te ve el pelo a ti.

Asumí que la abuela se refería al pelo de Laura, y a su flequillo. Pensé: esto tengo que ponerlo en el blog, me importa una mierda cómo quede.

martes, mayo 11, 2010

Mis imágenes.


Nilton me dijo que cogiese la cámara, porque su fotógrafo estaba preso en la comisaría de Atocha tras haberse dormido en la línea 6 del metro.

- Qué pendejo - no se cansaba de exclamar - ha llamado a su mujer para decirle que estaba conmigo. Haciendo fotos a un salsero.
- Pero, Nilton - objeté, más por salvar el honor que por otra cosa- yo no soy fotógrafo, soy informático. Tengo que hacer la web de la revista, y voy muy atrasado.
- Vamos nomás chato. Vamos a ver a Thalía.

Thalía, siempre, me gustó mucho. Su voz de niña era, para mi, como el sonido de unas uñas arañando una pizarra, pero mis amigos y yo estábamos de acuerdo en que era la que estaba más buena de todas las cantantes salidas de la fábrica de Televisa. Rubia, guapa con una sonrisa que te derrumbaba, sólo Luis Miguel se resistió, y dicen que lo hizo porque estaba demasiado colocado de cocaína. "Menos mal que nos quedan las tetas de Thalía", soltábamos siempre, mis amigos y yo, cuando las cosas iban mal. Y por eso, cuando Nilton mencionó su nombre, me levanté como impulsado por un resorte.

La presentación del disco era en la trastienda de unos almacenes. La organización había colgado una de esas sillas que algún diseñador dibujó tras años de investigación y, que al final, se parecen a un huevo vacío. Me senté, por joder, y me pareció súper incómoda. Un ayudante de Sony Music Entertainment vino a decirme, muy amablemente, que, o me levantaba, o me echaban a patadas. Me paré entonces delante de todos los fotógrafos, con mi reflex lista. Cuando al fin salió Thalia, mis rodillas se convirtieron en gelatina como con Shemi y la envidia femenina ebullicionó:

- ¡Uy!, ¡Qué pequeñaja es!
- Pues esa nariz es operada.
- Mírala, si es que sin esas botas y ese culito y esa sonrisa ¿qué queda? - "¿tú?", pensé.

Thalía nos miraba desde su huevo rosa y blanco y Nilton y yo disparábamos flashes sin razón. Flashes que sirvieron de poco, al menos los mios, porque al volver a la revista comprobamos que mis fotos eran del suelo, de un foco, y de la gorda que no dejaba de comer donuts a mi lado. Cuando acabó la presentación, Nilton me retó a acercarme y a pedirle a la cantante que se hiciera una foto conmigo. ¿O era al revés? Acepté el reto, y cuando mi rótula gelatinosa recuperó el orgullo bajé hasta ella y, con el mayor de mis aplomos le solté:

- ¿Me-me-me puedo tomar una foto contigo?
- Claro mi amor - respondió sonriente y, en ese momento me tragué el calzoncillo. True story.

Rodeé su cintura con mi mano de mierda y le di dos besos. Olía a fresas y a avión. Su pelo volaba como en un anuncio de Pantene y el mio parecía una colmena de abejas en la que la reina había abdicado. Sus ojos eran del color de la miel y los mios estaban detrás de dos gafas opacas de miope. Su risa esa perfecta, la mia, como es.

- Mira pa' acá chato - me devolvió al mundo Nilton- sino la foto no sale.

Le señalé a Thalia el objetivo y ella, superstar millonaria conquistó a la cámara mientras yo le suplicaba al señor Kodak que ocultara al máximo mis múltiples defectos. El hijo de puta no me escuchó. En la foto se me ve sonriente, como si alguien me estuviese practicando un tacto rectal inesperado ante el que no me queda más honor que una sonrisa de resignación. Detrás de la pluscuamperfecta Thalía se ve a la gorda come-donuts que la mira con asco.

Por eso, ahora que alguien me mandó este video de Thalia (que comparto) he comprobado que los años han sido, también, mucho más benévolos con ella que conmigo. Ha aprendido a cantar y ya no chilla como las uñas en una pizarra, ahora su voz es de uñas contra una espalda de hombre. No la mía, desgraciadamente. No subo mi foto, por respeto a ella y por vergüenza conmigo mismo. Pero si digo que la guardo bajo siete llaves, junto a la foto que Vero me regaló en mi cumpleaños y que, ahora que lo pienso...no sé dónde coño está. ¡Mierda!



jueves, mayo 06, 2010

Letter to Hermione


No he dormido bien porque me he despertado como un imbécil, a eso de las 3 y ya no pude dormir. Sólo atiné a hacer dos cosas: mandarte un sms y actualizar mi facebook contándole al mundo que estaba "Insomniac". Sorry about that. Me sentía culpable un segundo después de haberte mandado el mensajito, y comprendí el significado de la palabra impotencia. Me preocupo mucho de mi imagen y no me hacía mucha gracia despertarte sólo para que comprobases lo patético que puedo llegar a ser.
No lo soy. Soy un autómata mal calibrado.
Mis reacciones están predefinidas, como las funciones del DVD, y por eso mi primer impulso al despertar de noche fue buscarte, no estabas, sms que vuela.

I tear my soul to cease the pain
I think maybe you feel the same
What can we do?

Tirado en la cama y mirando al techo me pregunto ¿Dónde jugarán las niñas? E intento volver a dormir. Recuerdo, entonces, las preguntas de mamá (diarias) sobre si estoy bien, si como, si me ducho, si me afeito, si vivo. Le respondo lo mismo que a ti, no le cuento que comimos juntos, ni que te dije que sin ti estoy incompleto, no le cuento que respiro por un solo pulmón. No me cree, y por eso la insistencia de sus llamadas. Creo que debería llamarla ahora, que no duermo, y contarle que no estoy pensando en ti, ahora. Que pienso en otra persona.

I'm not quite sure what you're supposed to say
But I can see it's not okay

Y desde que he comenzado a pensar en ella (por una apertura de caja de Pandora que, te juro, Hermione, yo no busqué...pero recibí encantado y tiritando) he dejado de ver la librería Billy medio vacía, y he empezado a pensar en comprar libros para llenarla. He dejado de lamentar tu partida y mi consiguiente desfase horario para pasar a planificar un viaje a New York con dos tíos que acabo de conocer. He agregado al facebook a mis amigos de la infancia, quienes me han aceptado really pleased, usando la conexión de internet de la ciudad de New Jersey. He vuelto a mear en la calle, y mi odio por la gente se ha hecho selectivo, ya no mato ardillas en el retiro ni pateo a los patos que me interrumpen la siesta.

What can we do?
I'm not quite sure what we're supposed to do
So I've been writing just for you


Ojo, Hermione, daría mi vida por volverte a querer. Y que me quieras como antes ¡Ah, éramos tan felices! Caminando por las ciudades más bellas de Europa, y por Valencia también. Esos largos silencios que siempre odiaste y que interrumpías con tus historias que (mientras en mi cabeza, un mono hacía sonar dos platillos) lograban que volviera a la tierra desde el mundo de nunca jamás. Solo por ti, volvía. Pienso en las risas, en las cosquillas y en la complicidad mal aprovechada de poder hablar en un idioma que nadie más entendía. Ahora, maldita sea, sueño con un beso improbable.
When all the world is warm and tired
You cry a little in the dark
Well so do I

Ah, Hermione, vuelve el sueño aderezado con las tres (¿o cuatro?) cervezas que me he zampado. en inmejorable compañía. Cuento Mónicas Belluccis para dormir y compruebo que son ya las cinco y media. No me importa. Me inventaré una excusa y si mi jefe se enfada por mi tardanza se puede ir a tomar por culo, con el resto del mundo. Te echo mucho de menos. ¿O me echo de menos a mí, contigo?. Qué guapa estabas la última vez que te vi, la pobre chica del restaurante dejó de hablarme al verte entrar y darme dos besos. Minutos antes, era todo amabilidad y me sirvió un martini rojo(¿cómo TE llamas? ¿vives por aquí? ¿TE gusta , TE enseño el sitio?) después de tu llegada me trató como a un puto customer (su mesa señor, ¿LE apetece ver la carta de vinos?).

Me duermo...sorry por mandarte un sms. Pero es que soy un puto autómata, y tengo el ridículo configurado por defecto.

I'm not quite sure what I'm supposed to do
So I'll just write some love to you

Tuyo. Yo.

lunes, mayo 03, 2010

Me tienes contento

odio los "días de..."
odio las parejas que se llaman churri el uno al otro
odio a los niños que piden cosas como si estuvieran al borde de la muerte
odio a los abuelos que dicen "esta aquí al lado", cuando son dos kilómetros
odio a los pitufos
odio los cupones de descuento, que cuando los vas a usar, resulta que caducaron el día anterior
odio el traje de cesar (de hoy)
odio a los macarras
odio los seat amarillos
odio los niños que pelotean justo cuando quiero hacer la siesta
odio a los patos que me despiertan cuando me he dormido en el retiro
odio a las tías que huelen mal
odio a las tías que escupen en la calle
odio a las tías que dicen "no pasa nada" cuando en realidad piensan "ésta te la guardo, imbécil"
odio al metro cuando se va justo en el momento en que entro al andén
odio al panel de información del metro que me dice que el próximo tren pasa en 9 minutos
odio a los aviones que despegan tarde
odio a los aviones que despegan antes
odio la comida de los aviones
odio los aviones
odio a los feos que se creen guapos
odio a los guapos que van de feos
odio la ropa de Primark
odio la ropa de New Yorker
odio la ropa de Custo
odio a Custo
odio el aire acondicionado cuando hace frío
odio la calefacción cuando hace calor
odio a la típica friolera que no deja tocar el aire acondicionado en verano
odio sudar
odio a las peluqueras que no entienden "solo las puntas"
odio a las peluqueras que preguntan "¿te vas a lavar?", y te desnucan contra el lavabo
odio a las peluqueras que te esparcen los pelos con el secador.
odio a las peluqueras que, después de mis cinco minutos de silencio, no entienden aun que no voy a hablar con ellas
odio a las peluqueras
odio las flores en el pelo (¿quien eres, pitufo vanidoso?)
odio las botas que no son de piel
odio los jerseys que no son de lana
odio las camisas que no son de algodón
odio la falsedad de la vida
odio la educación religiosa
odio a los curas
odio a las monjas
odio al pingüino, de batman, (no se por qué me ha venido a la mente)
odio al papa
odio cuando la gente dice "si dios quiere"
odio cuando la gente dice "ve con dios"
odio cuando la gente dice "que dios te bendiga"
odio a dios
odio a dios, y la prueba de que no existe es que no me ha partido un rayo
odio las gafas de sol en el pelo
odio los zapatos marrones con traje negro
odio las camisas de manga corta con corbata
y me encantan tus ojos y tu boca
fin

sábado, mayo 01, 2010

¿Donde está mi disquito?, no lo veo


El disco "Amarte es un placer" de Luis Miguel lleva esperándome meses al lado de mi equipo de sonido. No lo pongo porque la canción nº 2 me recuerda a alguien que me ha dicho que no la recuerde así, y que si la vuelvo a mencionar en este blog me atacará con toda la furia de sus años de estudios de derecho catalán. Ok, cuerito, pienso, pero yo sólo iba en son de paz.

Ese disco me lo mandó Raquel (pirata) a Lima cuando yo vivía mis últimos años universitarios. Bajaba por la Albufera y un negrito me lo ofreció, dijo entonces, me acordé de ti y por eso te lo compro. Feliz Navidad. Creo, que fue el último regalo acertado que he recibido desde entonces, y por eso conservé ese disco pirata, incluso cuando hice mis maletas para volar a Madrid. Dejé atrás mi disco de Natalie Imbruglia y mi primera edición de "Cien Años de Soledad" pero el disco pirata de Luismi estaba en mi equipaje, a buen recaudo entre mis calzoncillos de la suerte y mi camiseta de Alianza Lima. Fue lo primero que escuché en casa de mi madre, en Moratalaz, una tarde de verano seco y cuarentagradístico de Madrid.

Cuando me compré el Kia, que era el más barato de toda la calle General Ricardos, puse el disco sólo para escuchar cómo el pobre se quedaba pegado, después de tantas batallas, mientras bajábamos por la avenida de Oporto hacia Plaza Elíptica. No, no, ahora no, no es justo, grité, y paré en seco sin poner ninguna luz de advertencia, intentando reanimar a Luismi que se había quedado diciendo:

soy yo, quien mira la llu-llu-llu-llu-llu

Un guardia civil me golpeó la luna del coche, y cuando le expliqué la razón de mi ataque de pánico no supo si reírse, multarme o darme un par de bofetones. En lugar de todo eso me miró y sólo escuché que al irse dijo si es que tenía que haberme pillado la baja hoy, cojones. Aceleré y en lugar de volver a casa subí hasta el Alcampo de Moratalaz, en donde compré, esta vez original, el disco de Luismi. Guardé el cadaver del disco pirata en la guantera por tres días y tres noches, con la esperanza de que resucitara de entre los muertos y viniera a sentarse, aquí, a la derecha de su dios padre, por los siglos de los siglos. No pasó y a la semana dejé que durmiera el sueño de los justos en un contenedor cerca del metro Franco Rodriguez, a donde había ido a hacer unos trámites asquerosos. Adiós, amigo, le susurré, gracias por amenizar mis tardes pederastas con la innombrable.

El nuevo disco se portó mejor y, además, traía la letra de las canciones que ya me sabía de memoria. Lo llevé siempre en mi mochila en mis últimos años de discman, hasta que alguien me dijo que eso de llevar una cosa redonda y abultada al gym estaba pasado de moda. Ahora te puedes pasar la música al mp3, me soltó, y no tienes que cargar esa mierda por todos lados. Le tapé las orejas al disco y le dije, no le hagas caso Luismi, tú no eres una mierda, pero te voy a pasar a mp3. Sólo para que no te rayes como tu hermano bastardo.
Eso hice, y desde entonces cada vez que quería cantar eso de Dormir contigo es el camino más directo al paraíso/ sentir que sueñas, mientras te beso y las manos te acaricio; cogía mi mp3 gris y me subía iba caminando por las calles de Madrid, con una gran sonrisa gilipollas en la cara, creyendo que formaba parte de un videoclip de 40 Latino. Una vez, una señora me paró en plena calle para preguntarme si estaba borracho y cuando le dije que no, que sólo estaba escuchando música, me pregunto que por dónde estaba la parada del 8.

Anoche, aburrido en casa y después de ver la sobrevalorada "Fargo" que Susana me había recomendado con gran efusividad (yo le di, en compensación, mi DVD de "Django") llamé a Laura sólo para comprobar que la fiesta argentina a la que me había invitado estaba más muerta que Rocio Jurado. Yo creo que vamos a durar poco, confesó, así que hacerte venir sería un poco putada. Dejé, entonces, de planchar mi camisa, le mandé a Laura un beso envolvente que te dure hasta el lunes y me tiré en el sofá, mirando a mi muñeco de Batman al que le gusta estar parado al lado de mi tocadiscos. ¿Qué hago, Bruce? le pregunté, y el me señaló con su batimano el disco de Luis Miguel, original, que yacía hace mucho al lado del equipo de sonido.

- Tienes razón - le dije, y me levanté decidido a escuchar y cantar todas las canciones.

Pero, al abrir la caja, el disco no estaba. Busqué por todos lados, en las otras cajas, en el disco de Calamaro, en el de Arctic Monkeys, en los de Ricky Martin y hasta en los de The Beatles. Nada. Luismi había desaparecido y estuve a punto de subir hasta Franco Rodriguez para escarbar en el contenedor verde en donde, años atrás, abandoné a su hermano bastardo. Me calmo, me resigno y me digo a mi mismo que ya aparecerá, cuando llegue el momento. Deseo, al meterme en la cama, que ese disco con el que recuerdo mil cosas aparezca en el lugar menos esperado. Antes de dormirme me pregunto qué habría pasado si hubiese entrado en el contenedor para navegar entre la basura y hundirme en ella como dicen que Alejandro se hundió en un río tumultuoso de la India para arengar a sus tropas, imagino que me hubiera girado yo también hacia el disco bastardo y le hubiese soltado "me cago en la leche, ¿os dais cuenta las cosas que tengo que hacer para que me tengáis respeto?"

Eso pasa poco ahora.