lunes, noviembre 14, 2016

Chris y yo

Al otro, a Chris, es al que se le ocurren las cosas. Yo vago por Madrid buscando amores y me pierdo siempre, queriendo, al oler la rosaleda del Retiro; de Christian me llegan cosas por correo, sus facturas, sus revistas y hace años lo que decían de él sus amigos en Facebook.
A mi me gusta la carne buena, el café, el impresionismo, el jazz, el cine y la prosa de Borges; a él, al otro, también. Pero él lo usa para intentar brillar entre los lodos de bloggers de pacotilla o mujeres low cost. No puedo decir que nos llevamos mal; yo me dejo llevar por la vida para que Christian pueda escribir sus cosas, para que su fábula me inunde y al final también yo me deje crecer bigote y beba brandy en una copa Pompadour. Ha escrito algo reseñable, no lo niego,  usando recursos literarios de esos que se le dan bien. Yo, en cambio, creo que mis letras no deben siquiera gastar medio papel de un tintorero.
Chris vuela, yo ando; Chris viaja, yo facturo; Chris ama, yo soporto; Chris vive,  yo existo.

Y no estoy seguro de quién escribe esta página.

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