lunes, marzo 07, 2011

Carnaval tiene la culpa


Otro carnaval más que pasa y yo que no voy a la fiesta del Círculo de Bellas Artes. Siempre he querido ir en plan disfraz veneciano, con mi máscara blanca y bailar en el salón de actos como si formase parte de "Eyes Wide Shut". Pero , este año tampoco ha habido nadie con quien me apeteciese ir.

Yulia, Cris, Vero y Bea salieron rumbo a un pueblo perdido de León para ponerse ciegas de comida y alcohol, intercambiando disfraces y ánimos hasta terminar exhaustas y roncas de tanto...todo. Me llegaron algunas fotos del evento, una con una tabla de carnes en la que calculo que hay un jabalí entero y otras en las que mis compañeras de oficina están disfrazadas de viejas. Coincido con Carlos en que, viéndolas así, no nos enrollábamos con ellas ni hartos de vino. Adorables viejecitas: ¿me dais la paga?

Mi carnaval empezó en Boggo, un restaurante de la calle Velázquez, bebiendo cuatro copas de garrafón con Julio e Iván. Hablamos de todo y todas y mientras Iván y yo compartíamos proyectos futuros Julio me mandaba un whatsapp, en el que ponía "mira, a la tía de tu izquierda se le ve el culo cuando se mueve. Y tiene una verruga en la nalga". Miré sin disimulo, pero no pude llegar a la misma conclusión. Pedí una copa más y me la bebí casi de un trago porque Iván ya se iba a casa, y había llegado a vernos en su moto BMW y con el viento, tío, y medio pedo, no me arriesgo y su putamadre. Yo ya quería fiesta. Voló en su megamoto rumbo a su chalet en Barajas. Yo, confiado en mi instinto, doblé a la derecha en María de Molina y cuando quise retomar mi izquierda para buscar Príncipe de Vergara, me distraje y (aún hoy no sé cómo) terminé en Nuevos Ministerios. A las diez y media estaba ya en casa y le mandé un mensaje a Iván para saber si había llegado bien. Me wassapeó tres caritas felices.

El sábado subí a Alcalá a comer con mamá, que me había invitado comme d'habitude. Después de una siesta de tres horas, desperté con ganas de fiesta y salimos a ver el desfile de carnaval. Nos encontramos con veinte pitufos en la plaza de Los Santos Niños y cuando bajamos por la calle Mayor vimos también a los extraterrestre de "V", a un equipo de fútbol americano y a seis barbies dentro de sus cajas. En la plaza Cervantes escuchamos el pregón dado por una karateca campeona del universo a la que nadie conocía y cuando ya me empezaba a sentir seco propuse bajar a un bar a meternos unos cuantos tragos. Descubrí entonces que mi adorado Tony Roma's se había convertido en una taberna de barrio y que los "chicken fingers" que ya saboreaba tendrían que ser reemplazados por tosta de lomo o hamburguesa Rusty. Vimos el partido del Barça y salimos a ver si seguía la fiesta. Raquel me wassapeó y me dijo que si quería quedar con ella, sobre la 1:30. Esta se pincha, susurré, a esa hora no quedo con nadie.

En la plaza ya tocaba la orquesta de turno y el público seguía disfrazado. Papá vio con poco asombro cómo yo me acercaba dando vueltas hacia una Pantera Rosa que giraba como Bisbal. Bailamos "Esclavo de tus Besos" y cuando sonó el Waka-Waka terminamos nuestra relación. El aire invernal me pegó en la cara de golpe e imaginé a la pobre Yulia tiritando en León, con sus piernas bonitas al borde de la congelación. Vamos a ver al Aleti, ¿no? propuse, y mis padres secundaron la moción.

En casa, tirado en el sofá, recibí la llamada de Rubén que decía que se rajaba, que pasaba del cumple de Vero. Mierda, Rubén, contesté, sabes que no puedo ir solo. Pilar apareció en el chat del facebook y dijo que tampoco salía, que mucho frío, que Raquel estaba loca por querer quedar a la una y media. El Aleti ganó 3-1 y, pasada la medianoche, decidí que ya tenía bastante de carnavales. Cogí las llaves del mercedes y me despedí de mis padres. Mamá me pidió que le avisara cuando llegase a casa para saber que estaba bien. Lo hice: le envié por wassap tres caritas felices.

No hay comentarios: