lunes, enero 16, 2006

Vuelvo a las andadas


Volver de vacaciones es duro, (anda, qué descubrimiento, dirán ustedes al leer esto) pero volver con la cuenta en mínimos es peor y el descubrir Finisterre, y caminar por las costas de Brest y Pont L'Abbe además de las encantadoras callecitas de Quimper (en la foto) y Rennes, allá por las Francias, hace que la vuelta al trabajo sea especialmente ruinosa. De cólico menstrual.
No hay punto de comparación entre mi voluntarioso y barbado coordinador y las sonrisas francesas (femeninas) y ya, si nos ponemos más sádicos, y ahondamos en la herida, es bastante jodido que tras haber acostumbrado el oido a un volumen de voz normal en la raza humana, tengas que ayudar, por teléfono, a una anciana andaluza, a configurar su touchpad (o como ella lo llamaba: "el rató tásstil ése). Y eso no hay sueldo que lo pague, ni cuerpo enclenque que lo resista.
Lo gracioso, o decadente según se vea, es que mientras pasaba una semana en Francia, en vez de disfrutar al máximo, me sentía extraño, raro, autista a la fuerza, y todo por el terror que me daba hablar en francés. Y eso que llevaba meses entrenando: me bajé de Internet (sin la piratería, inculto yo sería) un curso interactivo de francés, pero terminé mejorando mi inglés, ya que el curso lo había elaborado el British Institute de no sé donde. Aproveché al máximo la televisión por cable y cada vez que podía sintonizaba TV5 para intentar comprender algo, pero sólo me moví como pez en el agua cuando, en un noticiero, entrevistaban a Vargas Llosa, que hablaba (francés con un acentazo arequipeño) sobre su último libro, que si sigue la tradición de los anteriores, llegará a mis manos, como mínimo cuatro años después de su publicación. Cholo terco, vi cine francés hasta aburrirme, pero con títulos como La Haine, Dobberman o Zazie Dans le Metro , sólo aprendí frases hechas: "tu es la bite" "baise moi" o "mon cul", que no me sirvieron demasiado en mi inserción social. A pesar de mi autismo, logré que mis bretones anfitriones creyeran que yo era muy amuse y recorrimos juntos las calles de Rennes, botella de champagne en la mano, para recibir el año nuevo, y de pasadita, un frio que te congelaba los huevos.
Pero, si la vuelta casa es traumática, lo es más comprobar que todos tus conocidos tienen propósitos para el nuevo año, y como siempre, son los mismos del año pasado, osease, ir al gimnasio, dejar de fumar, ser mejor persona, levantarse a la jefa que está tan buena y tiene unos ojos azules (bizcos, pero qué mas da) y unas..., leer un libro completo, ver una película de Clint Eastwood completa, etc, etc, etc. Por eso, mi propósito a sido retomar mi costumbre de escribir de vez en cuando, a pesar de que en mi laptop, hayan saltado las teclas "y" "u" "esc" "inicio" y las que quedan funcionen cuando les da la puta gana (perdonen la vulgaridad, pero esta vaina calienta).

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