miércoles, noviembre 15, 2006

Bon Mariage


Delphine y Raphaël se casan.
Lo hubiera sospechado de cualquiera, menos de ellos dos. Ella trabajó como comadrona durante más de año en una pequeña isla, él estudiaba en un colegio de ingenieros. Solenne siempre los usaba como ejemplo cuando yo decía que nuestra relación (a distancia) era una mierda, y me contaba como ellos aprovechaban al máximo el tiempo cuando se veían, no como nosotros, que nos pasábamos peleando cuatro de los seis días al mes en que podiamos vernos.
Soy testigo de esa efusividad: una noche, cuando quedamos en París para disfrutar de la réveillon, a ellos les tocó dormir en el suelo, mientras que nosotros, a un par de metros, dormíamos en la cama; pero, entre el silencio de la noche pude escuchar unos pequeños jadeos, como de gatito abandonado en el techo, esos jadeos se prolongaron por casi un minuto y acto seguido Raphaël y Delphine fueron, uno tras el otro, al baño. Solenne se indignó en silencio y yo, como casi siempre condenado a la abstinencia, los envidié en un morboso mutismo.

Dos años después los volví a ver, él ya terminaba su carrera y estaba decidiendo el tema de su proyecto final (que coincidía mucho con el mío, espero que no fuera igual de inútil que mi "Estudio de las TI en la Administración de recursos humanos), ella seguía trayendo niños al mundo, y ahora ya me miraba a los ojos (es muy tímida) y me confesó que mas de una vez le dio miedo que uno de esos engendros se le resbalara y cayera pesadamente al suelo. Cómplice, le dije que si se caían, no sería necesario darles una palmadita en las nalgas para hacerlos llorar.
La relación entre Solenne y yo pasaba esos días por su época más fría, y hasta los patos que veía desde la ventana de Sandrine y Fred tenían más actividad sexual que yo. Y encima, volaban. Por eso, cuando me enteré que pensaban casarse, me sorprendió muchísimo, y quise felicitar a Raphaële pero, por culpa de mi terrible francés no entendió el mensaje y Sol tuvo que traducir mi emoción, sin mucho éxito me imagino. Planean hacerlo en verano, y disfrutar asi de los beneficios fiscales del matrimonio. Yo los veo desde muy lejos, y a veces (por intervalos de pocos segundos) los envidio por tener su vida casi decidida. Viven en París, caminan a orillas del Sena, etc. Algún día (lejano, creo yo) Sol y yo nos decidiremos, pero por ahora, lo más importante es decidir si me deja comprar el pack completo de las películas de Superman (58 euros).

Felicidades.

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