viernes, junio 18, 2010

Ocho rayadas de un feriante cabreado


UNO
Cansado de la incertidumbre y de andar con ojos rojos me bebo el colirio de un golpe. No muero. Se me queda un sabor a hierro en la garganta que hace mis despertares más (si cabe) amargos. Ya no compro naranjas para exprimir por las mañanas, tengo suficiente acidez incorporada. Muerte al Tobrex, vivan los caramelos. Mi oftalmóloga carísima me recomienda unas gotas con flúor para recuperar mi mirada matadora. Se parece a Aramis Fuster. Me dice, "estás curado, a ver cuánto dura". Bajo por Doctor Esquerdo y, sintiéndome imbécil, compro otro frasco de gotas. Ahora lo uso todas las mañanas, como si fuera Listerine. He descubierto que me coloca un poco.

DOS
Llamo a María. Me arrepiento, cuelgo. Me voy al cine y veo la versión gorda de Robin Hood y casi me duermo durante la quema de Nothingham. Me ha llamado María. La llamo, me arrepiento y cuelgo. Al día siguiente me llama mientras estoy en el gimnasio. Paso, estoy en mitad de la segunda serie de Peck-Deck, que le den por el culo, y no seré yo. En la tele del Gym echan un programa para fans de Playstation. Me cabreo. ¿Porqué no ponen música? No todos los tíos somos mongolos adictos a Resident Evil. Me ducho, salgo y veo que una rubia perfecta hace abdominales en pleno pasillo. Perdona, me dice, es que arriba está todo lleno. Comprendo entonces porqué hay algunos tíos que están siempre peinaditos en el gym. Subo las escaleras y le digo adios, forever maybe.

TRES
Te encuentro en el chat. Me preguntas qué haré en verano. Ni siquiera yo me lo había planteado y, as usual, me quedo sin respuesta. Entro entonces en Ryanair y encuentro un viaje a Girona por 35 pavos. Me dices que sería raro vernos allí, digo que sí, que sí a todo. Qué ganas de mandar todo a tomar por culo. No soy la mejor persona para convencer a nadie, pienso. Mientras tú me das mil razones (que paso de leer) por las que no podemos vernos, pongo un vídeo de Luis Miguel en youtube y él canta "¿Y que has hecho del amor que me juraste?, ¿Y qué fue de aquellos besos que te di?" Ya me veo en la puta playa, solo, y pidiéndole a unos jubilados que me cuiden el Ipod y los Ray-Ban

CUATRO
Discuto con Laura. O peor, se enfada conmigo porque le digo lo que pienso. Qué razón tenía mamá cuando me dijo que callado estaba más guapo, el día que le dije a mi tía que estaba gorda y que a su marido le apestaban los pies. Pues más o menos fue lo mismo. Yo que creía que Laura estaría feliz al confirmarle que le daría lo que ella pidió y nada más y resulta que se pone triste y poco más y me desea que me folle un pez espada. No podría soportar tamaño castigo, mis orificios rectales no han sufrido más exploración que los supositorios que el doctor me obligaba a consumir a los cinco años. Curiosamente, días después de confesar mis sentimientos a mi tía y a los pies de su marido. Quiero que Laura vuelva a sonreirme pero estoy cansado de la vida, y mi modo payaso se me cala.

CINCO
Me autoinvito a una fiesta en París. Las reacciones son diversas y me quedo inquieto. Françoise me dice que en España ese tipo de espontaneidad no es mal vista. Le digo que en Lima eso es un acto de desesperación y que mi orgullo ha quedado muy tocado. Me dice, con gran acierto, que en el peor de los casos, puedo crearme un finde en mi ciudad favorita, y que si los fiesteros no me aceptan que les den por el culo. Busco la dirección del Museo Picasso, y me veo ya en Gibert Joseph comprando discos sin pagar el 18% de IVA. Pienso en llamar a Vincent, a Delphine y a Mariola. Julio me dice que espera que no babee mucho con las francesas delante, que no quiere avergonzarse con mis actitudes de salido. Me cabreo, pero a la vez me río de él en silencio. Piadoso como nunca no me burlo recordándole quién de los dos fue el que triunfó en la fiesta de Iván. Fuckin' Fat Loser.

SEIS
Hago cola en el supermercado con mis gafas de sol puestas y veo, de reojo, a la típica abuela que sólo lleva dos cosas, y te mira para que la dejes pasar. Me hago el loco, la música de Beyoncé (que escucho más desde que discutí con Laura) me ayuda a ignorarla. La vieja carraspea, yo, a mi bola. La vieja intenta un adelantamiento mortal por la derecha, le cierro el paso y queda atrapada entre el papel de cocina y el líquido limpiasofás. La vieja mira, derrotada, hacia otra cola, y logra colarse delante de un matrimonio joven que ni se entera porque el niño que llevan en el carrito ha tirado al suelo todos los chicles. Veo, de refilón, a una maciza que lleva en la mano una botella de Aquarius, ¿quieres pasar? le pregunto y ella me agradece con una sonrisa que sólo me confirma que no me la follaré jamás. La vieja, ya desde afuera, me maldice con la mirada.

SIETE
Me aburro en casa. Escucho "Oh, You Pretty Things" y decido comprar un piano. Entro en Ebay y encuentro uno muy barato: 200 pavos. Lo venden por mudanza. Pago y compro también un póster de "El Bueno, el Feo y el Malo" para darle a mi habitación un aspecto más masculino (recomendación hecha por Susana, que se burló de mi cuando le dije que echaba de menos la reproducción de Le Moulin de La Galette que se llevó Sol consigo). Unos días después llega el piano y, cuando me siento a intentar sacarle alguna nota descubro que está cojo, con la madera casi podrida y que le faltan tantas teclas que al verlo desde arriba me recuerda a la sonrisa diezmada de mi tia Gladys. Pongo una reclamación en Paypal y el vendedor responde diciendo que avisaba que el piano "tenía algunos daños". Pido a mi banco la devolución del recibo, aduciendo estafa y a la hora tengo los 200 euros de vuelta en mi cuenta. Estoy pensando ahora en comprarme un Porsche y usar el mismo método para no perder mis ahorros.

OCHO
Me siento en el jardín de Marie-Flore con un whisky en la mano. Desde donde estoy se oye el ruido de la piscina y a los niños pijos correr de un lado a otro. Llamo a mi casero y le digo que me baje el precio del alquiler, que ya sé que nuestra piscina no abrirá este año. El mamón me dice que está conduciendo, que si no me importa llamarle luego. Cuelgo. Marie-Flore está hablando en francés con una mujer que lleva a un niño en brazos. Le dice que puede hablarme en francés, y ella me pregunta que por qué no estoy viendo el partido. ¿Quelle match? pregunto, La France, mon ami responde. Buah, digo, c'est pas interesante, y vuelvo a mi whisky mandandole un beso. Cuando Marie-Flore vuelve a sentarse a mi lado me dice que su amiga es la directora general de Clarins. Le pido que me consiga descuentos en cremas masculinas.


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