martes, febrero 20, 2007

She's my cover girl


Se llama Elena, y si no me enamoré de ella es porque a estas alturas, ya me da flojera.
La conocí por primera vez, una de esas noches de sábado en que veía películas españolas, en vez de disfrutar la noche madrileña. Interpretaba a una chica de pueblo costero, de vientre voraz, que se enamora de un vividor cubano. Cuando alguien me preguntaba por la española más guapa, siempre decía: “Paz Vega”, pero pensaba en secreto en ella, sobretodo después de que en más de tres ocasiones, al de decir su nombre la gente me miraba, extrañada, antes de preguntar “¿quién?”.
Y mi amor platónico me limitaba a verla en revistas, televisión, y una que otra película mala, como Van Hellsing, que sólo soportaba por ella.

Un domingo cualquiera, que amanecí con ganas de pasear, estuve por el Rastro, fui de tapas por la Plaza Mayor y la calle Toledo, y ya cuando me dolían los pies, propuse a Sol ir al cine. No me quedaban fuerzas para visitar la exposición de Liechtenstein en la fundación Juan March, menos para hacer dos horas de cola intentando ver algo de Tintoretto, en el Prado. Caminamos por la plaza Benavente, frente a nuestro cine favorito (uno de los pocos que proyectan películas en versión original) y al teatro Calderón, que ahora se llama Haggen Daaz, por culpa de una marca de helados que lo patrocinará dos años.

- Quiero ver el precio del musical “We will rock you” – dije, y me dirigí a la taquilla.
- Si quieres – me respondió Sol.

Comprobamos que el musical duraba dos horas y cuarenta minutos. Sólo podría verlo sin remordimientos un sábado por la noche, y ese día, convenientemente para los heladeros, el precio de la entrada subía a 50 eurazos. Ni que fuera una semifinal de la Champions, pensé, y, derrotado, cambié de rumbo hacia el cine, deseando fervientemente entrar y hundirme en sus cómodos sillones por lo menos durante un par de horas. Sol intentaba consolarme, cuando un perro travieso se enredó entre sus piernas. Lo esquivó como pudo, e intentó fulminar con la mirada a su dueña, que acompañada de una amiga, cruzaba la calle justo en sentido contrario al nuestro.
Era ella, la cover girl de mis sueños, la chica de los ojos profundos que para mi era la más guapa del cine español y balnearios.
- E-lena, es Elena Anaya – balbuceé.
- ¿Quién? – preguntó Solenne. Y yo decidí esperar a llegar a casa y enseñarle alguna de mis revistas, y gritar, ella, carajo, ¿es que sólo yo la conozco?.

Mientras Kate Winslet luchaba por su felicidad en “Little Childrens”, yo pensaba en ella, corriendo por Madrid, con su perrito al lado, ignorando para siempre que me había dejado tirando cintura, con dos cocacolas en el bolsillo, y atolondrado, en una sucia butaca del cine Ideal.

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