lunes, enero 14, 2008

Hagamos amigos


Sol quiere que tengamos más amigos. Pero eso no es algo que se pueda forzar, digo yo. Mi forma de hacer amigos es bastante más rara que la suya, pero así me evito darme contra la pared. Una vez, estuvimos en Roma y fuimos a visitar a una amiga suya, llamamos al timbre y una voz (misteriosamente bastante parecida a la de la chica que buscábamos) nos dijo ¿Marta?, ha andato a la palestra; cioè, tornerà troppo tardi, tardísimmo, clic. Indignado, le sugerí irnos y mandar a la mierda a esa putana, pero ella, fiel e inocente, quiso que volviéramos a las diez y media de la noche, que era cuando Marta solía volver del gimnasio. La acompañé, pero cual diablillo del hombro izquierdo, fui diciéndole que esa no era amistad, que tenía razón yo al ser sociópata, que vaya mierda de persona era esa Marta, volvamos al piso y veamos una película de Mastroianni o “Mira quién baila” versión italiana.

Cada vez que me pide que sea más flexible al escoger a mis amigos, le recuerdo esta anécdota cruel. Pero esa tarde, sentados en el Starbucks nuevo de Alcalá de Henares, me mordí la lengua, e hice como que no había oído nada mientras ojeaba mi Libro-DVD de Hitchcock. Si no fuera más selectivo seguría viendo a Iñaki, y volvería a casa cabreado y deprimido como lo hacía cuando quedábamos a tomar unas cañas y me hablaba de prejubilaciones, despidos, sindicatos, lo malo que era el mundo y lo injusta que es la vida porque yo debería ser alto y guapo y no, como soy. Esas noches (3) yo intentaba animarlo, pero ni con cuatro Prozac lo hubiera logrado; al final dejé de contestar sus llamadas e incluí su mail en la carpeta de spam. A veces, cuando voy a tomar unas cañas, lo recuerdo y deseo que ahora sea más positivo y haya conseguido pareja, que era lo que en el fondo deseaba a morir. No sé de qué sexo, pero de que necesitaba una pareja, no hay duda, hasta la loca Rosalía le hubiera servido.

De niño se me daba bastante bien, pero es que por esa época no había miramientos, además siempre se me pegaron más las chicas que los chicos (thank god!). Mi viejo y su pandilla, creían que yo era marica, lo bueno era que algunas chicas también, y se acercaban sin miedo, luego, ya no había marcha atrás para las pobres. Ahora, no sé porqué, me es más difícil conservar la amistad, cuando alguien me dice que no puede quedar conmigo, por lo que sea, ya creo que me está evitando (como hice con Iñaki) y no insisto más. Pero por ella, esta vez creo que lo haré. Quizá el próximo fin de año ya tenga amigos, y no necesite irme hasta París para celebrar el año nuevo. Aunque un viajecito a la ciudad más bonita del mundo, nunca está demás.

No hay comentarios: