martes, febrero 10, 2009

La suerte de la fea, la bonita la desea


Skipe es una máquina de chismes por IP. Te conectas y, con un buen micrófono, el ciberespacio proyecta tu voz mejor que un teléfono. Y más barato. Pepe me llama y me cuenta que la chata esa, ¿te acuerdas? la de la esquina, la que era amiga de tu tía, la de ojos verdes, esa pues huevón, ha tenido un hijo.

- No jodas - digo,sin saber todavía de qué está hablando mi amigo lejano.
- Si huevón, - respira - no te imaginas huevón - bebe algo que debe ser Pepsi - se ha casado huevón.

Pienso que mi amigo huevonea mucho al hablar, pero no lo interrumpo, total, debería estar agradecido de que me volviera a dirigir la palabra a pesar de que ni siquiera le dí un toque cuando estuve paseando por su Brooklyn hace unos meses. Cuando se enteró me mandó un e-mail fulminante y ridículo en las mismas proporciones; en él me decía que siempre me escribía y yo no le contestaba, que eso no era de amigos, que si no quería seguir con nuestra amistad debería mandarle poco menos que una carta notarial besada por el Papa para acabar con lo nuestro, que así no es pe' causa, que has pasado por mi barrio y ni me has avisado, huevón. Un escándalo mayúsculo, recuerdo. No sé por qué la gente exagera tanto cuando los pierdo de vista. Un tal Iñaki hizo lo mismo cuando dejé de quedar con él y, también via e-mail, me hizo saber su desazón ante mi alpinchismo. Eres un pasota, colega, me escribió, deberías valorar más la amistad que es un bien escaso, sentenció. Reconozco que me esfuerzo muy poco en mantener el contacto, le escribí, pero por eso tengo un blog, que usan mis amigos (mayormente) y cotillas (en algunos casos) para saber lo que me pasa.

Pero Pepe me había perdonado, y por eso ahora compartía detalles conmigo, que, confundido,no pude más y pregunté con el mayor rigor científico posible: ¿de quién mierda me estás hablando? Después de eructar sonoramente y gritar ¡In my bedroom for chrissake! How do you say bedroom in polish, you idiot? volvió a mí. Me aclaró las dudas y me explicó que una tarde estaba aburrido y se metió al hi5 a ver las fotos de los amigos de sus amigos.

- ¿Eso se puede hacer? -pregunté -, en Facebook sólo tus amigos pueden ver tus cosas.
- En hi5 ves todo, huevón, es la cagada. Entonces, resulta que veo que la gringuita esa estaba como amiga de una amiga.
- Y dijiste aquí voy.
- Claro, huevón, ni cagando me iba a quedar con la curiosidad.
- ¿Y ? - pregunto ya un poco aburrido. Pongo un disco de Genesis - ¿qué había?
-Fotos de ella, y de su marido, te mando una.

La recibí en segundos y cuando la abrí reconocí a la niña que tenía locos a mis primos por culpa de unos ojos verdes (¿quién me los quiere comprar?). A la hermana del zurdo con el que emborraché en una playa de Miraflores. A la amiga de mi tía, con la que tiraba rabanitos a los chicos. Y todas eran la misma persona.

- La conozco, huevas -exclamé - ¿ese es su marido?
- Si huevón. Parece un salsero ¿no? uno de esos que tocan las maracas en una orquesta de pueblo. Mira esa camisa, parece un panadero hincha del Sport Boys.
- Don't be cruel.
- ¡Cruel my ass!, ese gordo care'balde tendría que estar con una gorda fea como él. Por lo menos.

Recordé entonces una conversación con Ruth, una tarde de verano. Nos encontramos por casualidad, y, superando toda improbabilidad, nos sentamos a hablar en un parque mugroso .Me dijo que estaba harta de Lima, de la gente, de la hipocresía, de su familia, de su casa y de su pelo rubio, que pensaba teñir de negro. Yo miraba sus ojos verdes y sus piernas doradas. Me habló de mi tía, y le mandó besos. Yo soportaba, estoico, el viento fuerte que provocaban sus pestañas al moverse. Me dijo que mis amigos eran unos cerdos, sobretodo Pepe, que había salido con ella una vez y esa misma noche se la quiso llevar a la cama, y eso sí que no, cholo, yo no soy tan fácil. Asentí y le dí toda la razón mientras admiraba su lindo ombliguito.

- ¿No estarás dolido, compadre?- pregunté, y un silencio de varios segundos me dejó escuchar perfectamente la voz de Peter Gabriel en I Know what I Like.
- Puede ser - resucitó Pepe - pero eso no me quita la razón. Como dice la Chimoltrufia "hay cosas que ni qué".

Llaman a mi puerta y sé que son unas amigas que vienen a cenar, te tengo que dejar, brother, le digo, y él me dice que ok, que de todas formas tenía que bajar a Manhattan a comprar unas cosas para su restaurante. ¿Tienes un restaurante?, pregunto, interesado, y él contesta que claro, huevón, cuando vuelvas a Brooklyn te invito unas chelas, pero eso sí, como vengas con las fachas del compadre ése mejor ni se te ocurra, porque te meto un plomazo en los huevos. Le digo que no se preocupe, que me pondría mis mejores galas. Pero miento, porque sé que aunque llegue en sandalias mi amigo siempre me tendrá reservada su mejor mesa. Cierro la sesión de Skipe y no pierdo ni un segundo en mandarle un mail a mi tía: ¿Ruth se casó, sabías? Y su marido es más feo que el tuyo, escribo. Abro la puerta y allí están mis amigas, preciosas, como siempre.

- ¿Qué has cocinado? - pregunta la pelirroja.
- Arroz caldoso- contesto - pero me faltó tiempo para agregarle el conejo.

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