lunes, enero 10, 2011

Lunes in red


Soy un hombre sin coche. Y lo soy desde que el pasado miércoles mi Mercedes muriese como murió, como diciéndome que no le gustaba esto del año del murciélago. Se paró de golpe al entrar en una rotonda de la Moraleja y yo, incauto creía que se trataba de un pinchazo, sin importancia. El mecánico me ha dicho que serán más de 1000 euros, importantes, los que me cobrará.
Hoy vine a currar en el coche de mi hermana: pequeño, rojito, aromatizado, con muñequitos y discos de shakira. Me lo prestó después de duras negociaciones y sólo después de que le jurase (en vano) que le pondría siempre el seguro ese en forma de bastón que ella suele poner entre volante y embrague. No sé pa' qué, porque el coche tiene bloqueo automático si le quitas la llave. Le di la primera vuelta el sábado por la noche, respondiendo a una invitación de Yulia a tomarme una copa en un bar cercano a casa. Dos cervezas después, estaba ya en mi cama leyendo a Saramago y pensando en el partido del día siguiente (en el que no marqué ni un solo gol)

Volviendo a hoy, mi primer lunes del año, con coche rojo y música de Shakira (que no pude quitar porque no sabía dónde coño estaba el botón para pasar al disco siguiente) había atasco en la carretera, niebla, chicas maquillándose y gordos sacándose los mocos dentro de sus coches. Llegando a Chamartin estuve a punto de bajarme y abandonar todo, total, what if?. En eso, me sangró la nariz, imagino que por el frío one more time. Consciente de que podía manchar el cuello de mi camisa celeste, que me había pasado la tarde anterior planchando, me taponee la nariz con la mano. Mi guante de piel se manchó. Llegué al polígono asqueroso donde trabajo, aparqué, me limpié la nariz y me cagué en todo.

Entro en la ofi, me quito el abrigo y la mitad de la people ha venido a currar con un jersey rojo. Como yo. Parecemos los mecánicos de Ferrari. La directora de RRHH me pregunta que si ido de rebajas este finde. Esto, no, como mucho le sujeté las bolsas a mi madre en Cortefiel. La directora de Riesgos me hace una foto con su Blackberry, una más para su colección, según me ha contado Julio que la oyó hace poco alardear de sus dotes de paparazzi. La directora financiera me ve pasar, no dice nada, me acerco a hablar con alguien de su equipo y sale como una loca de su despacho sólo para gritarme, en francés: "No distraigas a mis chicas, tienen mucho trabajo, te lo digo en serio". Je flippe.

Voy a mi sitio y mi compañero, al que creía de vacaciones, está sentado ya con su camiseta guarra y sus vaqueros roídos por un gato. No puedo evitar pensar en Paquirrín cada vez que lo veo, una vez incluso le dije "las camisas no pican, ¿sabes?" Hoy no fui tan cabrón. Marta, la de marketing, viene a saludarlo y de paso lanza un hola que contesto. Él es uno de sus mejores amigos y como la semana pasada no estaba la pobre se refugió en mi grupo de colegas. ¿Qué pasa Martita? le dije ¿ya eres amiga nuestra ahora que estás "gañán free"?. Los vi bajar a desayunar juntos, mientras le pedía a Julio que me acompañase a tomar un café. El pobre dijo que no con el mayor de los apuros: la directora financiera, su jefa, salía ya de su despacho con el hacha, encore une fois.

Bajé con Elena. Y comprobé que he podido al fin controlar mi babeo en su presencia.

Me siento a leer mis mails y veo que la empresa ha organizado una reunión con un jefe jefazo de Francia que vendrá a a motivarnos en un bar poligonero. La reunión es a las 6 de la tarde, justo la semana en que salgo a las 5. Me levanto y le digo a la jefa de RRHH que no iré, que tengo cita con el narizólogo y que si eso me lo cuente el miércoles por la mañana, mientras tomamos un café. Me mira, sonríe y me dice que mi jersey es muy bonito, es de Gant¿no?. (¿WTF? ¿qué coño les pasa a las mujeres de esta oficina?). Miro hacia otro lado, huyo y entra Patri, tarde como siempre, y me coge del brazo, descojonada. Me cuenta que ha recibido una llamada de Antonio y que creía que era su hermano y le ha dicho que no le toque los cojones, que se deje ya de gilipolleces y que a ver si de una vez por todas se da una ducha, joder. Minutos después de silencio telefónico ha descubierto que quien le llamaba no era Antonio, su hermano, sino Antonio, su becario.

Pienso: y eso que aún no son ni las doce. Vaya año del murciélago mespera.

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