viernes, enero 19, 2007

La Jaqueca del Rey


La copa del rey es una competición menor, en la que equipos de segunda, y segunda B se enfrentan a equipos de primera división y, a veces, les ganan. Los equipos chicos, la juegan de mala gana, porque mas les cuestan los traslados que lo que ganan por derechos de transmisión. Los grandes, la aprovechan para foguear a sus suplentes, castigar a sus titulares y apostar por ella cuando ya han perdido esperanzas en ganar la Liga o la Champions. Pero, si eres el Real Madrid, nunca admites esto. Y menos durante la última semana, en que todos putean a todos, ma non troppo.
Beckham, que negociaba su renovación, había firmado por lo bajo con un club gringo, para poder ser vecino de Tom Cruise y ganar más dinero en un mercado poco explotado por su imagen (aquí, en Europa, lo vemos hasta en las paradas de autobus).
Cassano, le dijo la verdad a la cara a Capello, y como premio a su sinceridad y hombría, fue descartado por el técnico y condenado a engordar en el ostracismo.
Guti, ninguneado por el presidente, Robinho, según los rumores, gusta del alcohol y las noches de Madrid, y Gago fue comprado por 25 millones de euros cuando meses antes se había ofrecido a otro club español, él solito, por 5 milloncitos namás.
Así era el club que iba a ver anoche. Y se enfrentaba al Betis, penúltimo de la Liga, que dándole la importancia que se merecía el partido, jugo con suplentes. Y aún así empató y eliminó al Madrid.
Menos mal que no fui, presentí el desastre en el metro, y ayudado por un inesperado dolor de cabeza, giré a la derecha en Albuquerque y me fui pa’ casita sin sentirme culpable. No se lo diré nunca a Julio que me regaló el pase para el estadio, porque lo decepcionaría y me cerraría puertas, quizá para futuras visitas al Bernabéu. Pero ayer, no me perdí nada, sabía que Ronaldo no jugaría porque está negociando su salida al Milan, que Casillas (que vale 9 millones de sobrevalorados euros) estaría sentado mientras Deiego Torres suda los 300 mil euros anuales que se lleva. Sabía que Capello sería insultado al máximo, y que como pasó, algunas botellas de agua pasarían rozando su cabeza. Y mientras yo estaba en mi camita, leyendo algo sin importancia, el presidente del Madrid, Ramón Calderón, estaría viendo el partido escuchando resonar en su cabeza la frase que sus jugadores le dijeron por la mañana: “deja de soltar mierda por esa boquita”.

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