jueves, agosto 16, 2007

Mamá y los Doltons


Mamá explotó en los 70. Se rebeló, más, hacia sus padres y vivió la vida loca junto a sus amigas de colegio (Mirta y Yoni, mayormente). Se escapaban juntas e iban a discotecas a bailar los últimos éxitos de la nueva ola, pero por culpa de un perro traidor, que siempre la esperaba echado en la puerta de la discoteca de turno, mi abuela las encontraba fácilmente y se llevaba a mi vieja de las orejas, mientras de fondo a modo premonitorio sonaba “ahí viene la plaga, me gusta bailar”.
Ella tenía muchos grupos favoritos, pero uno que siempre escuchaba era Los Doltons. Ellos eran un grupo de Breña, y pocos saben que su primer cantante fue Gerardo Manuel que años más tarde tuvo el primer programa musical de la historia del Perú (y uno de los mejores) “Disco Club”. Ya cuando Gerardo Manuel se fue, lo reemplazó César Ichikawa, un chinito flacuchento que cantaba como a 33 revoluciones, pero que encandiló a todas las quinceañeras, entre ellas, obviamente, mamá y sus amigas.

Los Doltons tuvieron mucha suerte, ya que su música estaba basada en covers, como "´Last Kiss" (Wayne Cochran), "Solitary Man" (Hombre Solitario), y "Una Estrella en la Noche", versión de la canción japonesa "Yozora No Hoshi", que seguro que escogió Ichikawa, chino de risa. Sus discos sonaban en casa cada vez que mamá hacía algo, o sea siempre, y terminé por aprendérmelas, de hecho, creo que son las primeras canciones que me sabía de paporreta, sin pensarlas ni entenderlas, como el himno nacional que cantaba siempre medio dormido en el colegio, pensando: de grande quiero ser más guapo que Christopher Reeve.
Pero mamá no le hacía asco a las canciones en inglés y si en la radio ponían alguna, ella se inventaba la letra y la cantaba sin más preocupaciones, además tenía que hacerlo porque toda la música nuevaolera que escuchaba por esos días tenía influencia directa de los Beatles. Una vez, ya cuando habían pasado unos años, mamá estaba en un tren en Madrid, y esuchó sonar los primero acordes de “Let it Be”, entonces, se creyó Paul McCartney y se puso a cantar en su máximo inglés posible su versión particular de la canción: “verysí, verysí, verysí, veeerysí….nananana, verysí,iiiii” provocando risas mudas y admiración entre sus compañeros de vagón, por tamaña herejía fonética que bien podría ser usada como campaña de marketing de alguna escuela de inglés.


Los Doltons se separaron a principios de los 70, mi viejo decía que porque Ichikawa se había vuelto testigo de Jehová, y sazonaba la historia agregando que un amigo suyo lo había visto repartiendo Atalayas por la calle Capón, centro del barrio chino limeño. Pero sus canciones, como las de todos los nuevaoleros, siguieron sonando en las casa, combis y hasta en internet, porque así somos los peruanos, nostálgicos, que seguimos escuchando a Camilo Sesto y extrañando los goles de Cubillas y los pases al vacío de Cueto. Mamá, tiene CD’s de los Doltons, y yo de vez en cuando se los pido prestados para escucharlos limpiando mi casa, y bailar cantando “amor (amor, amor ...) / abre el tema Roberto / Pienso que el amor / es la mas bella cosa que (la ra la ra la)”. Pero sin mariconadas.

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