lunes, abril 21, 2008

La jarana y el apretón


Era una de esas tardes muertas de universidad, el Mongo y sus amigos seguían pasando las horas entre copas de vino barato. El salón solitario hacía de cantina, y de vez en cuando alguno traía una guitarra y se armaba la jarana. El Mongo cantaba y acompañaba con las palmas, mientras el Loco usaba la mesa como un improvisado cajón, y el Tatuajes tocaba la guitarra.

Quiero verte, para darte mi cariño bueno
Y encenderte los luceros que hay en mi cielo
Quiero hacerte, con mis besos
Prisionera de mi ensueño


El vino seguía pasando de mano en mano y el ruido se escuchaba hasta el patio central. Alguno más se unió y aunque nadie sabía quién era, su voz rota sirvió para darle otro color a la jarana criolla, que iba tomando forma.

El tiempo que te quede libre
Si te es posible, dedícalo a mí
A cambio de mi vida entera
O lo que me queda, y que te ofrezco yo

Las horas pasaban y la borrachera animó al recién llegado a proponer un nuevo repertorio, cantemos una de Nirvana, Polly por ejemplo, dijo, sin dejar de servirse el vino que no había ayudado a comprar. El Mongo y sus amigos lo miraron de reojo y tras una seña del Tatuajes lo dejaron solo en el salón de clases, murmurando algo acerca de que la canción era sobre un violador y su víctima. Poca gente estudiaba ya a esa hora, el Loco propuso ir a buscar a la Miss Contabilidad, está loquita por ti Mongo, le dijo, que se traiga unas amigas y la hacemos en el pub de enfrente. Era tentador, pero nuestro héroe no estaba para juegos esa noche, vamos a bailar salsa, dijo y caminó torcido hacia el pub, sabiendo que sus amigos lo seguirían. Un pequeño dolor apareció en su estómago, pero así como vino se fue.

El pub era pequeño, una barra con dos taburetes, luces azules y una pista de baile con mosaicos blancos y negros bajo una bola de espejos. El Mongo reconoció a su hermano entre el público,

- Salud, pues Monguito, por ese gusto, los dos hermanos juntos, carajo – dijo el Cariñoso, más maricona que nunca.
- Salud, compare’, perdona que no me quede mucho pero he venido con unos amigos – dijo el Mongo, y al señalarlos reconoció a la China y a la Negra, que bailaban juntas frente a dos babosos que las veían embelesados.

El Loco pidió una jarra de Sprite, con hielo, y sacó de su mochila una botella de ginebra que vació sin que nadie lo viera. Su hermano celebraba su cumpleaños aunque faltaban días para que oficialmente cumpliera 22, lo saludó afectuosamente y sus amigos le ofrecieron un trago de sangría. El hambre empezaba a hacer sonar las tripas, pero el bolsillo casi vacío impedía llevarse algo a la boca, no había ni para una hamburgesa del vendedor ambulante que había intoxicado a media universidad e inmunizado a la otra mitad. Sonó una del grupo Niche
Hagamos lo que diga el corazón
y vamos a entregarnos sin medida
y el Mongo, sin preguntar se llevó a la China al centro de la pista, le dio mil vueltas y empezó a besarla sin miramientos. Los babosos lo odiaron un poquito más y su hermano se largó del pub, para seguir su propia fiesta en casa. La nueva pareja bailó dos canciones más, una de Fito Páez y Slave-to-The-Music(Nananeaonlynananeoaná), hasta que la cosa se puso aburrida y el Mongo volvió con su pandilla. Bebió un poco más del preparado del Loco y sintió un alien comiéndole las tripas, caminó disimuladamente hasta el baño, abrió la puerta y encontró al Tatuajes sentado, medio dormido pero con la energía suficiente como para preguntarle, Mongo ¿tiés papel? La carcajada que soltó le hizo olvidar sus cólicos y al salir del baño se encontró con la Negra, que llevaba un top apretadito, as usual. Hola, le dijo, y él quiso pasar de largo, pero ella le dijo baila conmigo y lo arrastró de la mano hasta la pista.

She’s into superstition, black cats and voodoo dolls
I feel a premonition, that girl’s gonna make me fall

La Negra le contó que salía con Miguel pero que nadie lo sabía, que él quería llevar todo en secreto, como tú con la China, Monguito, que a veces se veían en el parque que hay frente al cuartel de bomberos. El Mongo, bailaba, y el dolor era cada vez más intenso, le dijo que él y la China no llevaban nada en secreto porque no había nada que esconder. Pero si he visto que la besabas, respondió, y el Mongo se encogió de hombros, y dijo porque teníamos ganas (cólico) ella me gusta y yo le gusto, así como también te gusto a ti ¿no? (cólico y patada de alien al duodeno). La negra se quedó muda y bajó la mirada, pocas veces se le habían enfrentado de esa forma, a ella que era tan vivaracha y zalamera y que de un tiempo a esta parte llevaba los tops como ninguna, así que seguramente pensaría ¿qué va a pasar? Y contestó sin miedo, sí, me gustas ¿y qué? Dos segundos después, resistiendo la hecatombe estomacal e intentando no vomitar dentro, el Mongo le dio un beso tan espectacular que sus amigos aplaudieron y gritaron cosas como bien carajo, ese es mi pata. Gritaron todos, menos la China.

De vuelta a casa, el Mongo quiso resistir hasta el último momento. El taxista no lo dejó cerca de casa, muy peligroso tu barrio, chino; y tuvo que caminar un kilómetro y medio. El Alien se había apoderado ya de todo su aparato digestivo, y llegando a la esquina de las Najarro se dejó vencer por la naturaleza, ¿quién va a saberlo? murmuró, son las dos de la mañana, todos están roncando. A cien metros de distancia, vio la luz de su salón encendida, y adivinó que de allí venían la música y los ruidos que escuchaba, al llegar comprobó que su hermano y sus amigos, además de unas tías, madrinas y amigas de la familia festejaban por todo lo alto el cumpleaños adelantado. Silbó y gritó, pero su hermano no lo escuchó. Entró lo más disimuladamente posible, directamente al baño, pero por alguna sencilla razón todos notaron su presencia. Bajo el agua fría de la ducha, y esperando a que su hermana le trajese otro pantalón se prometió nunca más beber del vino que trajera el Loco con el estómago vacío.

1 comentario:

lokita dijo...

JAJJAJAJAJA