miércoles, agosto 13, 2008

La verdad está allá afuera


Aburrido en casa, un viernes por la noche miro al techo preguntándome si no habrá algo más divertido que hacer. Es más de la una de la madrugada y no tengo sueño, hace dos horas estaba sentado en un teatro de Madrid viendo el musical “La Bella y la Bestia” y una vez más, he sentido más simpatía por los malos (Gastón, en este caso) que por los buenos. Pongo la radio, y hojeo una revista de cine, esperando quedarme dormido pronto. Pensando en ti, recordándote, descubro cada amanecer.
Musiquita de película de miedo barata en la radio y una voz conocida empieza a contar historias de misterio, que a mí, me hacen reír. Pero esta noche, cuando menciona la palabra OVNI, se gana algo de mi atención. El locutor cuenta la historia de un piloto de combate que, no solo ha visto un OVNI, sino que además ha combatido con él. Interesante. Ese piloto, se llama Oscar Santa María, es peruano y su aventura data de 1980. ¿Qué hacía yo en 1980? Tenía cuatro años, así que seguramente pasaría mis tardes viendo dibujos animados, es fácil que el episodio haya pasado desapercibido para mí, entonces.
Establecen comunicación telefónica con el piloto Santa María, y éste cuenta que efectivamente, se enfrentó a un objeto no identificado, en la base aérea de La Joya, departamento de Arequipa, el 11 de abril de 1980. El locutor, emocionado como con casi todas las chorradas que cuenta cada noche, dice algo así como país de misterios el suyo, teniente, ¿llegó a tener a tiro, alguna vez, a ese objeto?. Dejo la revista a un lado, la cosa se pone sabrosa. Así es, caballero, dice el piloto, era un objeto con una cúpula pavonada, como un foco partido por la mitad, con una base ancha de metal que hacía que todo brille, cuando me acerqué y cuando lo vi completo, me di cuenta que no tenía toberas, alas, ventanas, antenas, nada, era una superficie muy lisa por arriba y por abajo. Le disparé una ráfaga de aproximadamente 38 obuses, que son del diámetro de una botella de gaseosa. Pero el objeto quedó intacto.

Cáspita, Batman
, pienso, éste tío le ha disparado a un platillo volador. Qué huevos. El locutor, ya al borde del orgasmo, le pregunta que por qué no se publicó antes la historia, ¿Por qué tanto silencio, teniente Santa María, por qué, ah, por qué? El piloto, ya embalado, dice que se guardó silencio para evitar aglomeraciones periodísticas, pero desde la creación del centro de investigación de la Fuerza Aérea del Perú, allá por al año 2000, se han desclasificado los documentos y se me ha autorizado a colaborar con las pesquisas, y a hablar con los medios de comunicación. El locutor, imagino que sudoroso y arañando la mesa, repregunta, o sea, que hay más gente que presenció este encuentro, a lo que Santa María responde con un afirmativo, que me hace estallar en carcajadas.

Entonces, dice el locutor, los aparatos electrónicos de la base detectaron el OVNI, y Santa María responde que no, que el controlador de la base le dijo después que su Sukhoi 22 se veía en el radar dando vueltas, pero que no se obtenía eco del otro objeto. Impresionante, remata el locutor, entonces, es usted el único piloto vivo que ha disparado a un OVNI, pero el piloto FAP lo baja de las nubes y le dice negativo, caballero, hay un piloto iraní, de nombre, de nombre... oecareperro ¿cómo se llamaba ese iraní que le disparó al platillo volador?, (silencio) , no tengo esa información, ahora mismo, desconozco.

Me estoy meando de la risa. El locutor, ya en la etapa de reposo posterior al clímax, agradece al piloto FAP Oscar Santa María su participación en el programa, su valentía y arrojo, que nos permite a nosotros, esta noche, obtener un poco más de luz, sobre este, a veces oculto tema de los objetos voladores no identificados. El piloto, dice ya, ya, de nada, hasta luego. Y se corta la comunicación.

Recuerdo entonces, tras apagar la radio, el "Incidente Copello", por el que una cantante adolescente limeña, (que está buena) tuvo quince minutos de fama gracias a que en su videoclip aparecían extraños objetos voladores surcando el cielo "¡Puta, hay miles de huevadas blancas en el cielo!", dicen que gritó el director del videoclip, en vivo y en directo, en la radio nacional. Se generó una gran alarma social y hasta se creó un comité de sabios para analizar la situación. Ninguno de ellos llegó a mejor conclusión que un avispado periodista el cual, siguiendo los manuales del sentido común, volvió tras los pasos de ese incidente. Averiguó el día, la hora, y las condiciones atmosféricas en que se grabó el videoclip. Siguió ese rastro de migas de pan, y comprobó que los objetos voladores que surcaban el cielo, dibujando parábolas incomprensibles, y generando gran conmoción, no eran nada más que globos plateados que habían sido soltados en una ceremonia realizada en el Estadio Nacional, a plena luz del día. El Incidente Copello pasó a ser una anécdota, y dicen que el local usado por el comité de sabios para analizar el caso será pronto una pollería.

A este paso cada avistamiento, tendrá la misma veracidad que los gritos que soltaba el Chavo del Ocho para avisar a Don ramón que el Señor Barriga había llegado a cobrar la renta. Imagino al locutor radial saliendo por su ventana a escudriñar el cielo cada vez que escuche el grito “¡ya llegó el platillo volador!”.

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