miércoles, agosto 13, 2008

A veces llegan cartas


Leo tus correos, Marta. Pero son pocas esas veces. No es falta de cariño, te quiero con el alma, pero mis predicciones no fallan y cada vez que llega un correo tuyo, es un powerpoint. Ya ni los abro. Al principio lo hacía, creyendo que entre tanto spam habría al menos un par de líneas del tipo hola, cómo estás, pero nancy, ni una palabra tuya y leer mails con chistes de Alan García no bastarán para sanarme.
No voy a negar que cuando la cosa se calma en el trabajo abro uno que otro de tus correos. Últimamente con la crisis económica que asola Europa, (crisis europea, que significa ya no me voy de crucero, pero sigo tirando de tarjeta de crédito para vivir como vivía antes) tengo mucho tiempo libre durante mi jornada laboral. Entonces, busco como un perro hambriento en la papelera de mi cuenta de gmail y encuentro todos tus correos, que datan de fechas anteriores al Grammy de Gianmarco.
Casi todos comienzan con un RV:RV:RV: seguido a continuación de títulos como “Susurros” “¿Persona o Juguete?” o “ Si no me lo envías, yo entenderé”, terminando el asunto del e-mail con un, nada motivante, adjetivo calificativo esdrújulo y rimbombante: “Buenísimo!!!!!!”. Así, mínimo con seis signos de admiración.

Entonces, compruebo que no hay nadie a mi alrededor y abro, al azar, total todos serán iguales, uno de tus correos. A ver, ¿qué será bueno pedir?, mmm, no me decido, ah, ya, éste que pone “FW: : El borrachito,,ja,ja,ja,,” (sic). Una pantalla negra oscurece mi lugar de trabajo y, en letras verdes, Arial 54, se lee “EL BORRACHITO”. En mayúsculas, para que no haya lugar a dudas. Todavía no me río, pienso, y esas letras verdes sobre fondo negro, parecen más un cartel de chamán que otra cosa. Pulso enter, llaman a la puerta, ¿quién será?. Pantalla minimizada, hola ¿qué hay? Oye, ¿tienes tú la nueva EP4D? No, yo no, igual está en alguno de los cajones de Juanjo, pero está de vacaciones. Ah, vale, luego la buscamos. Ok, pero tranquilito ¿eh?, sin prisas. Sí, sí, que yo tampoco quiero jaleo.

Alt+tab, la pantalla negra vuelve a aparecer, pero ahora las letras son naranjas y la fuente ha pasado a ser Arial 18. La misma chola con diferente calzón. “Un borrachito entra en un autobús y empieza a gritar:¡Todos los tipos que van atrás son unos maricones!, ¡Los desgraciados que están a mi lado son unos cabrones! ¡Y los que van adelante son todos unos comemierdas!". Este chiste me suena, pienso, creo que lo ha contado Melcochita alguna vez. Enter. Mas fondo negro, más Arial 18, más chiste “El chofer, al oir eso, indignado, frena bruscamente, por lo que los pasajeros se desequilibran. El chofer para el autobús, agarra al borrachito por el cuello de la camisa y le pregunta, amenazador : A ver so hijo de puta, repite si te atreves, desgraciado...¿quiénes son los maricones, los cabrones o los comemierdas?" Mmm, ya sé el final de esto, le leo igual: “Y contesta el borrachito tranquilamente: ¡Qué coño voy a saber...¡con ese frenazo los has mezclado a todos!"

Hazme cosquillas.

Quiero escribirte, Marta, pedirte una vez más que me cuentes como está el barrio, quién le ha puesto los cuernos a quién, quién ha muerto, cómo estás, y sobretodo, cómo está mi madrina. Dirás, con razón, que si quiero saber todo eso debería llamar, marcar el número telefónico que es uno de los tres o cuatro que sé de memoria, e investigar cómo van esos retazos de mi vida que aún quedan en el Callao. No llamo por la simple y sencilla razón de que cada vez que lo hago, en lugar de alegrarme, me entra un depresión enorme, y me quedo varios días tirado en el sofá como si fuera un gato viejo, ciego, gordo, y cojo, que solo espera que llegue una gata con mortaja y guadaña a decirle ven minino, ya se ha acabado esta huevada. Por eso no llamo, Marta, porque la gente, no sé porqué, se emociona al oír mi voz, has llamado, qué milagro, me dicen, y me siento un mierda, un cabrón, un malagradecido, o sea, confirmo lo que soy. Por el teléfono me transmiten sus pesares, sus frustraciones, sus añoranzas y cuando preguntan que qué tal me va, solo puedo responder que bien, que normal nomás, cuando sé que, comparada con su situación, mi vida es estratosféricamente más tranquila, nos separan unos cuantos kilómetros, pero si vuelvo tendré la sensación de estar en otro planeta.

Desde el egoísmo que tan bien conocen mis amigos, te pido, amiga, que me escribas. Sigue mandándome esos chistes de mierda si quieres, aunque eso no me asegura que lo haces pensando en mí (la impersonal lista de direcciones que rodea la mía, me quita algo de exclusividad, la verdad), pero de vez en cuando mándame aunque sea dos líneas, un hola, cinco centavitos de felicidad.

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