viernes, agosto 08, 2008

Los secretos de my sister


Mi hermana y el Misterioso vuelven a estar juntos. Lo conocí una noche en que preferiría haberme quedado dormido en una hamaca, con un mojito en la mano derecha y una morena de ojos verdes en la izquierda, en lugar de estar en una de esas reuniones familiares de las que suelo huir como huyen los perros de las explosiones.
Era simpático y educado, y mientras yo me emborrachaba a morir para disimular mi aburrimiento, él hablaba con alguien sobre economía. Su interlocutor no tenía mucha idea del tema, y eso lo noté hasta yo, que ya llevaba varias copas fluyendo por mi torrente sanguíneo; me acerqué sin mucho sigilo y quise intervenir en la conversación. El Misterioso me miró interesado, quizá preguntándose cómo conseguía mantenerme en equilibrio, el interlocutor, molesto por mi interrupción, me espetó en la cara que yo no sabía nada de índices bursátiles o PBI’s. No suelo rebatir argumentos de gente que me menosprecia, casi siempre tienen razón, pero quién sabe porqué, en ese momento me animé a decir, tengo un máster en administración de empresas, justo antes de resbalar y caer sobre una de mis tías y bañarla de ron Cacique.

La relación siguió su rumbo normal, y una tarde mi hermana me pidió prestado mi coche para irse de viaje con el Misterioso. Yo no lo usaba mucho (ahora tampoco, la verdad, prefiero ir en transporte público y aprovechar para leer o escuchar música) y se lo di encantado, total, como decía uno de mis amigos en Lima: las hermanas no son pa' tí, son pal' pueblo. Al recibir las llaves, el misterioso abrió el capó del Kia, revisó el aceite, los bornes de la batería, las luces, los frenos, el embrague y después de asentir un par de veces para sus adentros se llevó a mi hermana con rumbo a un parador, en Cuenca. Dicen algunos que papá me odió un poquito por facilitar que su hijita desapareciera unos días en compañía de un hombre, pero cuando ese rumor llegó a mis oídos simplemente lo consideré como una raya más al tigre, total, papá y yo no somos precisamente un ejemplo de armonía ni lo seremos jamás. Nuestra relación es un ejemplo de que lo cortés no quita lo valiente, así que mientras no me haga una reclamación oficial, yo no me daré por aludido. Mi coche volvió sano y salvo, que era en el fondo lo único que me importaba, y cuando mi hermana se compró un Micra nunca me dejó, siquiera, que lo arrancara. El Misterioso se ha cansado ya de conducirlo.

Una tarde, Sol, que además es amiga fiel de mi hermana. Me pidió que dejara de mencionar al Misterioso en su presencia, pues habían dicho que hasta aquí hemos llegado, y my sister, como es normal, no quería que la sigamos bombardeando con nuestras bromas. Juro que mis hermanos y yo lo intentamos, pero, más pudieron nuestros genes pendencieros del Callao, y la torturamos durante unos meses, hasta que encontramos algo más interesante que hacer. Ella se dedicó a sus estudios y de él no supimos más en mucho tiempo.

Pero llegó la navidad.

Mi hermano estaba comprando juguetes a su hijo, en una conocida tienda famosa por sus ofertas y porque todos los juguetes, sin excepción, se venden cubiertos por una generosa capa de polvo. Mientras movían cajas buscando uno de los personajes de Cars, mi sobrino descubrió a mi hermana y dio la voz de alerta a sus padres. Mi hermano jura que cuando giró la cabeza hacia donde mi sobrino apuntaba con el mayor de los entusiasmos vio a mi hermana empujar al Misterioso como si fuera una pelota de playa, y el pobre terminó sepultado bajo una montaña de muñecos de Dragonball. Al volver a casa, mi sobrino me contó la historia mientras mi hermano asentía divertido a cada parte de la narración. Busqué a Sol, pero ella dijo que no podía contarnos nada, que era secreto de confesión, y ni siquiera valiéndome de mis (pocas) artes seductoras pude averigüar algo.

Di el caso por cerrado, hasta que una noche mamá me contó, a modo de comentario, que mi hermana había vuelto con el Misterioso. Está contenta, me decía, y yo decía ah, bien, me alegro, mientras bajaba de Internet una película de John Carpenter. Como ya era oficial, Sol se limitó a demostrar su poder diciendo yo ya lo sabía, y yo la odié un poquito y le prometí que cuando tuviera un secreto jugoso no lo compartiría con ella. Ambos sabemos que no puedo con mi genio, y en cuanto tenga algo interesante se lo diré. Por eso sabe lo mucho que me gustaba la tía buena, sabe del novio de Ely que roba perfumes en el aeropuerto, conoce el lesbianismo de Beatriz y la bipolaridad de Juanjo, y también le he contado que la novia de Manrique lo ha abandonado y que su desmuelada mujer acaba de aterrizar hace poco en la península, auspiciada por una de mis tías.

Ahora mi hermana y el Misterioso pasean por Alcalá de Henares aprovechando las fiestas de verano. Los imagino sonrientes, felices, y no puedo reprimir la alegría, como cuando se ve a dos koalas abrazados porque sí. Hace poco ella me ayudó a trapichear un Nokia N81, que obtuve by the face gracias a la inocencia de Vodafone. Durante el proceso, me hablaba de su novio y yo sentía en su voz esa contentura de la que hablaba mamá. Me imagino que ahora que tiene el Micra ya no necesitará que le preste mi coche otra vez, pero si lo hace se lo daré encantado y así me aseguro una revisión de aceite gratuita. Lo único que me jode es que, seguramente, cuando me llame, Sol ya sabrá de qué va el tema, y me sonreirá triunfal como lo hace cada vez que me gana al jugar al Cluedo.

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