jueves, septiembre 18, 2008

Au revoir, les enfants (un vaso de chicha, un buen reloj)



La casona de la avenida Sucre todavía tenía puestas las luces navideñas que le hicieron ganar el premio que otorgaba el municipio de Magdalena. Un premio simbólico en estos casos: 1000 soles, que casi siempre volvían a las arcas municipales como concepto de pago de impuestos, arbitrios, y demás. Mariana está sentada en el sillón que su abuela compró en el Rastro de Madrid, en una tienda de antigüedades. Desde el segundo piso llega música, de violines y flautas, que debe estar escuchando su madre. Es la obertura –fantasía de Romeo y Julieta de Tchaikovsky, piensa, ¿por qué siempre escucha lo mismo? Sobre su regazo descansa una revista musical inglesa. Le gusta leer las críticas de discos, y si ve que alguno vale la pena se lo pide a los chicos de Disco Centro de la calle Shell, quienes con tal de verla volver se los prestan, pero nos los devuelves, ¿ya flaca?, o el jefe nos corta los huevos. Anota dos nombres: Pornograffit – Extreme y 39/SmoothGreenday. Suena el timbre, dos toques espaciados, pausa y dos toques más. Mariana se levanta y ve por la ventana. Putamare'. Abre la puerta, hola Gitanito, dice, ¿qué milagro que vienes por acá? Vine a traerte este humilde obsequio, responde él, sonriendo y le entrega un DVD de "Eyes Wide Shut" adornado con un lazo rosa. Muchas gracias, dice ella, ¿no gusta pasar a tomar una tacita de café? Él pisando ya el salón, ¿no será mucha molestia?, y ella, desatando el lazo y abriendo la caja del DVD, no es ninguna, pase usted. Y el Gitano, ya sentado, después de usted. Se cagan de risa, Mariana es una maestra en eso de romper el hielo.

El salón vuelve a ser invadido por flautas y violines. Siempre escucha lo mismo cuando mi viejo está de viaje, dice Mariana, parece que mi vieja no conoce otro compositor que no sea Tchaikovsky. El Gitano, siente un poco de compasión y su caballerosidad le impide corregir a su amiga, está claro que lo que suena son los "Cuatro tríos londinenses para 2 flautas y violonchelo", de Haydn, piensa.

- Me han dicho que te vas de viaje. ¿A la madre patria?
- No – responde él, y se acomoda en el sillón – no sé adonde voy, creo que a Marsella. La cosa es que me largo mañana.

Mariana pregunta si es donde hacen el jabón, y el Gitano sabe que bromea, que se hace la tonta sólo por molestarlo, que sabe que no es capaz de hacer con ella lo que hace con los demás, que no la mandará a aprender a leer, que seguirá sentado como un pollo hipnotizado. ¿cuando vuelves? Pregunta ella, y él responde que no sabe, que quizá cuando pase el frio de mierda este que hace en Lima en Junio, y así vuelvo cuando ya sea Primavera. Ella le cuenta que para Septiembre piensa subir a la hacienda de sus abuelos, en Trujillo, si llegas a tiempo te llevamos Gitanito.
Odia que lo llame así pero se calla, y sólo para desahogarse un poco pregunta ¿Llevamos? No vuelas sola este año, entonces.

Haydn deja que las flautas canten. Sólo falta que un duende aparezca saltando sobre los jarrones chinos y se pare de cabeza sobre la mesa de roble negro.

No pues, vamos el Mongo y yo ¿no sabías? Estamos juntos ahora. Haydn se calla de golpe y segundos después baja la madre de Mariana como si la acabaran de coronar como Señora Perú. Sólo lleva puesto un vestido de gasa blanca y unas sandalias, sin nada debajo y el Gitano se siente testigo de una aparición de la virgen. Buenas tardes, señora. Buenas tardes, joven, Mari, please, ofrécele algo de beber a tu amigo, estoy en el jardín por si acaso. Hasta luego señora. Chau, papito, chau, estás en tu casa. Mariana sigue a su madre y sabe dios qué le habrá dicho. Vuelve al salón con una jarra de chicha con hielo y dos vasos de esos que parecen hechos con cristales de la catedral de Lima. El Gitano los llena y se aclara la garganta, mucha azúcar, piensa, pero dice, sí sabía, lo sabe todo el barrio, dejaste la ventana abierta y todo el mundo vio como el culo del Mongo subía y bajaba sobre ti.
Ha usado su voz y tono de locutor de noticias para decir esto último, Mariana tampoco grita cuando le dice vete a la mierda Gitano, háblale así a tu vieja, oye. El Gitano se revuelve en el sillón. Yo sólo venía a decirte que no hay roche, que los dos son mis amigos y no pasa nada si lo has escogido a él.

- No es un perrito – Mariana deja la revista a un lado, lo fulmina con sus enormes ojos -, nunca te di esperanzas. Llévate tu DVD, flaco, ya no quiero tus regalos.
- Es para ti. No espero nada a cambio, nunca lo hago. No te molestes, Mariana, somos amigos y sólo quería que supieras que nunca haría nada contra el Mongo, es mi amigo también.
- Ni se te ocurra, huevón, mi familia tiene más plata que la tuya – le dice, porque sabe que eso es lo que más le duele. Se levanta del sofá y asomada a la ventana, ya sin verlo, lo remata -. Aunque lo muerda un perro en la calle, te echaré la culpa y al día siguiente mando un par de cholos a que te rompan las piernas o te metan una bala en los huevos.

El Gitano sonríe de lado y mira la hora en su reloj. Ya es tarde, dice y va hasta la ventana para dejar un besito de despedida en la mejilla de su amiga. Por eso me gustas, le susurra, porque tienes cojones. Así los encuentra su madre, que ha vuelto ya del jardín con una flor en el pelo. El Gitano le dice hasta luego señora, y ella lo despide con un gesto de la mano, como si formara parte de un desfile. Mariana lo ve subir en su Land Rover y alejarse por las calles horribles de la ciudad sin mirar atrás. Coge el teléfono y llama al Mongo, ha venido el Gitano, le cuenta, dice que se va a Francia. El Mongo le dice que también ha pasado por su casa, todo chévere, sin broncas, me ha dejado su Z3 para que lo cuide ¿quieres que te recoja, no sé, a eso de las siete? Ella responde que sí, que venga, pero mejor vemos una película, tengo una nueva de Kubrick que me acaban de regalar. Haydn vuelve a inundar su casa, ¿qué suena? Pregunta el enamorado, al otro lado del teléfono, es mi vieja, responde Mariana, que ha puesto el Lago de los Cisnes, again.

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