lunes, septiembre 08, 2008

Sex on the Bitch


Mi hermano tiene dos perfiles en Youtube. Tatiana ha comenzado el proyecto 365 días en Flickr. Sol ha colgado las fotos de sus vacaciones en Facebook. Mi hermana ha hecho lo propio en hi5, aderezando el contenido con un Photoshop suyo como portada de Vogue (me parto). Mamá me llena el correo de spam. Quedo con mis amigos a través del e-mail (hoy en el kiosko de Bilbao, la noche promete, mañana no hay que trabajar). Pero, aún rodeado de el uso y abuso de Internet, la charla sexual que tuve con una vieja amiga, hace poco, reinventa el concepto de ciberespacio.

Estaba yo desolado por no poder encontrar entradas baratas para el concierto de Coldplay. Llevaba horas enviando correos a los revendedores que aparecían en segundamano.es o mundoanuncio.com, pero ninguno parecía apiadarse de mi situación y cuando escribía algo como “compro dos entradas, sólo puedo pagar 120 pavos por ambas”, recibía una no muy diplomática respuesta: “vaserqueno, me pagan 100 por cada una”.
Decidí, entonces, que Chris Martin tendría que esperar para verme entre el público, saltando y cantando, y que con el dinero que me pedían los revendedores podría comprarme un billete de ida y vuelta a Casablanca, con hotel incluido, y estar allí un fin de semana viviendo a cuerpo de rey. Al revisar la confirmación de easyjet en mi cuenta de Gmail, vi que mi vieja amiga estaba disponible para chatear. Habla, jugadora, escribí. Hola, perro, contestó, ¿y ese milagro?
Y nos metimos en una de esas charlas que hacen que el chat valga la pena.
Me contó que había estado trabajando en muchas cosas, que era feliz, y que estaba soltera. Le conté que había estado trabajando en muchas cosas, que era infeliz y que estaba soltero. Se cagó de risa, y me dijo que no cambiaba, como polystel, aunque pasen los años. Me extrañó su soltería, porque meses atrás me había contado, con la mayor ilusión del mundo, que tenía pareja, que lo respetaba full time, y que era la luz de sus ojos.
Eso en Lima significa aquí me quedo, si hay que ir se va, pero ir pa , es tontería. Le dije que era rara su soltería, ¿dime adónde va el amor, que olvida?, y ella contestó que así estaba mejor, libre, como el ave que escapó de su prisión, y puede al fin volar. Así es mejor flaco, puedes agarrar con quien quieras. Asu. Le pregunté ya con fervor periodístico si había quemado las enseñanzas familiares, esas que te dicen que un novio es para toda la vida y que llegues virgen al matrimonio. Me confesó que no le había contado a sus viejos lo de la pérdida de la virginidad, ni sus relaciones pre matrimoniales, que no hablaban de eso, pero que ellos se la olían. Pero tienes 30 años, escribí, en mayúsculas y con signos de admiración, para hacer notar mi sorpresa. y ella contraatacó, preguntándome que qué tal yo, si había gozado de las españolas.

Le dije que sí, que antes de estar de novio me enrollé con alguna, pero nada del otro mundo. Son muy gritonas, generalicé, alimentando su morbo. Yo no grito, respondió, sólo gimo. Entonces miré a los lados, seguro de que eso era una cámara escondida o algo así. Fueron instantes de duda, alimentados por el trauma de hace unos años cuando tenía cibersexo con una mientras estaba en el aula informática de la Carlos III; entonces me metí tanto en la conversación (jugosa) y no vi llegar al administrador de red, que me echó haciendo el mayor escándalo posible para que mi caso sentara precedente. ¿Pero gimes en plan mmm, como si comieras un helado D’Onofrio o en plan grrrr, perrea, perrea? Pregunté cuando ya supe que no había moros en la costa. Ni uno ni otro, en plan Dencorub, contestó, calor que penetra, calor que alivia.

Sobretodo penetra, dije yo, ya embalao’. Entonces, ella dijo algo que me bajó toda la moral, de golpe: es que el acto hay que hacerlo bien, disfrutarlo. Y yo, ¿el acto?, y ella, sí, el acto, el acto sexual, y yo, oe, habla bien oe, di tirar, cachar, follar, repeat after me. Ella dijo que nunca había podido decir cachar, en su vida. Entonces, empezando a aburrirme, le pregunte, ¿pero cachas o no cachas? Y ella escribió, que sí, mucho, con uno que había conocido. Cuenta, flaca, rogué, no hay nada en la tele.
Lo suyo surgió cuando quedó con su futuro amante una tarde, para tomar cerveza en la playa, entonces yo vivía sola, en mi depa, después de las chelas, nos acostamos sin más. No lo podía creer, ella que siempre cierra sus e-mails con una bendición en plan que la virgen te acompañe era más perra que yo, lo cual, es bastante saludable y no muy difícil de conseguir, desgraciadamente.
Le hice la ola, y le dije que ya estaba bien de ser una cholita aguantada, que deje que se la follen como a una mona, que la vida es una sola. Ahí, ahí, me dijo, a tirar que el mundo se va a acabar. Y desapareció del chat.

Recordé entonces todas aquellas intentonas inútiles de implantar esa filosofía zen en la mente de mis chicas objetivo. Pasaron ante mis ojos las (pocas, pa’ que nos vamos a engañar) veces que quise llevarme al huerto a aquellas que me hacían temblar las rodillas, esas que me secaban la boca, con las que me salía la risa (más) estúpida, a las que les hablaba con canciones, porque no es que sea mi trabajo es que es mi idioma.
Cuando iba a cerrar la sesión, ella volvió a aparecer y me confesó que ese amante suyo era un ex, como tú flaco, dijo, haciéndome recordar algo que ya había olvidado, a un ex te lo puedes tirar cuando quieras, subrayó, y yo me pregunté ¿Dónde he escuchado eso antes? Hablamos un rato más, siempre de sexo, y ya sin ningún morbo, al menos por mi parte. Me preguntó que cuando fue la última vez que me había enamorado, porque ella sabe que me pasa con frecuencia, y le dije que hace unos meses, pero que no fui correspondido y quedé vestido y alborotado. Nos deseamos suerte, y luego de un muy respetuoso “folla mucho, desde el fondo de mi corazón”, nos despedimos hasta la próxima vez.

Volví a buscar entradas para el concierto de Coldplay, pero la suerte, como en último enamoramiento (Why, Juliette, why?), me dio la espalda. Raphäel había actualizado su perfil de Facebook, me habían contestado en el foro de televisión digital, tenía dos powerpoints nuevos de mamá, mi hermano había subido un vídeo de Pedro Suárez Vértiz, Easyjet me decía que necesitaba mis datos de viajero para entrar en Marruecos. Puse un DVD de Los Soprano y me tiré en el sofá. Cuando Tony le dijo a un policia Grasso, te faccio el culo, cosí, me imaginé a mi vieja amiga intentando decir “ mamá, he cachado más que la coneja de mi abuela” sin ponerse roja como un tomate, y a su viejita respondiendo, con la mayor naturalidad del mundo, ya sé hijita, ya sé; haz como yo: reza dos padrenuestros y asunto solucionado.

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